martes, 5 de mayo de 2020

El odiador de Gilda

Los que andan activamente por el fango twittero se dedican a odiar a troche y moche. ¡Qué pasatiempo tan absurdo pudiendo sumergirse en la lectura de un buen libro!. Pero no. Cada día queda más claro que a la gente no le gusta leer. O que solo le gusta leer Tweets llenos de odio, y ver las reacciones a los mismos, en los comentarios subsiguientes, como en un patio de vecinas donde unas se chillaran a otras. ¡Qué vulgaridad!
Ayer mi hijo preadolescente dijo que odiaba la wifi de esta casa. Que prefería la del piso de Barcelona y que además, el piso tenía Netflix. A mis hijos les ha quedado claro que no hay Netflix en esta casa. Un poco de televisión, en español, y tooooooooooooda la que quieran en inglés, y francés, y si se animan con el alemán y el italiano también tienen cadenas en esos idiomas. 
La semana pasada he vuelto a ver Gilda. Había un hombre en la peli que, en teoría, odiaba a Gilda. La odiaba con una intensidad que se respiraba en el aire, según decía el propio marido de Gilda que era perfectamente consciente de ese odio, y de lo que se cocía entre ambos: Gilda y su odiador. Hacía muchos años que no la veía y no me acordaba del final. El odiador de Gilda termina con ella, (siento el spoiler pero la ha visto todo el mundo ¿verdad?) y ella encantada porque se muere por él. Sabe que es el hombre que puede lastimarla, y que es totalmente vulnerable a él, pero se muere por estar con él. Como cantaba Cher, "Love can build a bridge". Es el amor que sienten ambos lo que finalmente tiende los puentes para que se vuelvan a unir. 



Preciosa película. Y ha envejecido bastante bien. Y precioso vestido. Es un vestido que queda bien aunque seas fea y gorda, porque es un vestido pensado para embellecer a la mujer, a cualquier mujer, e incluso sacar provecho de sus redondeces. Es maravilloso. Me encantaría ir a una fiesta, y ponerme un vestido así, y que le gustara a mi acompañante, que no le cabreara verme con él, porque ese vestido no queda mal a ninguna mujer, hace que estés más bella, y que bailara conmigo, y me besara discretamente el cuello en público y dejara bien claro en público que soy suya y solo suya. Eso me encantaría pero no puedo hacerlo, porque no estamos en tiempos de poner ese tipo de vestidos tan glamourosos de esos maravillosos años, ¿verdad? No. Hay otro tipo de modas, algunas desastrosas y pensadas para afear a las mujeres. Lo que no entiendo es que haya mujeres dispuestas a ponerse algunas cosas absurdas. 

En fin. Recomiendo Gilda, y leer mucho y no odiar a nadie. 
Estoy enamorada y no siento odio por nadie. Lo más negativo que siento hacia las personas que no me gustan o que me han hecho el suficiente daño para odiarlas es indiferencia. Paso olímpicamente. Pero paso, paso....Me resbala. Ni frío ni calor. 

Mi cabeza está preparada para eso. Y creo firmemente que la educación religiosa que he recibido me ha ayudado a ello. Lo digo con toda sinceridad y agradezco a mis padres el colegio al que me llevaron. Los que odian las enseñanzas de curas y monjas deberían saber eso. Que se educa a gente que aprende a no odiar a la gente. Hagan lo que hagan ¿Acaso eso no es bueno?

Yo no odio a nadie. 
Y pensándolo bien, tampoco odio no poder ponerme un vestido así. Lo acepto y me resigno a ello. 

Quizás odio alguna cosilla. 
Odio mi módem. Estoy de acuerdo con mi hijo. Tenemos que cambiar ya al cable. Ya hemos llamado ayer, porque la conexión por aire que hasta ahora iba bien está fallando, con la gente en casa. No es lo mismo vivir aquí que en el centro de una gran ciudad. El cable irá mejor, sin duda. Hello Telefónica, adiós Vodafone. Para aquí no vales. 

Y odio estar sin nadar. El pilates no ayuda para eso, para otras cosas sí, pero ayer me subí a la báscula y marcaba 49.800 kg-. O sea que he engordado 2 kilos, y me acerco peligrosamente a los 50. O sea que si sigo así, en junio cumpliré 50 años y 50 kilos, y no me gustan ninguna de las dos cosas. 
Odio estar sin nadar. Necesito nadar. Por favor que abran las piscinas. 
Y odio no poder ir a mi centro de trabajo y que se pueda ir a tomar un vermú en mesas separadas y que el paseo de Gijón estuviese petado de gente es increíble. No entiendo nada de esta puñetera desescalada. 
Pues sí. 
Dos kilos. No me gusta correr por la finca, como hacen mis hijos. No le va bien correr a mi cuerpo. Lo sé. Escucho a mi cuerpo. 
Mi cuerpo ya sabe que no tiene asma sino alergia al cloro, pero yo quiero nadar. 
DOS KILOS. Ni más, ni menos. 
Me voy a poner como una molinera gracias a Pedrito el Hermoso. 
Al final va a haber alguien contento con esos dos kilos, pero no soy yo. 

Vean Gilda.... y lean mucho. 






Termina bien. Pues claro que termina bien. Los que se aman sin remedio, terminan juntos. ¿Qué otra cosa pueden hacer? Si no lo hacen, estarían haciendo el tonto con su vida, y solo tenemos una vida, terrenal (de las otras igual hay seis o siete), y no se puede hacer tonterías con ella. Bueno, pequeñas tonterías sí, pero tonterías nefastas e irreversibles no. Eso sí que no. Eso es pecado mortal, y además de verdad, porque te quedas muerto en vida si lo haces. Está muy bien dicho eso del pecado mortal.