Mi primer artículo en prensa, en diciembre de 2009, trataba sobre la docencia en el sistema de Bolonia. Al poco tiempo me decidí a escribir sobre un colectivo que conozco bien: los alumnos universitarios. Un alumno se me presentó en clase un día con una camiseta con un mensaje super obsceno. Me quedé helada. Lo ignoré, di la clase con toda tranquilidad, y el tipo sacó Notable. Le gustaba llamar la atención, pero le gustaban las Finanzas y las entendía. Un año después escribí el artículo. Se armó la de San Quintín. Mi foto terminó en un lugar indeseable. Si yo hubiese sido un profesor calvo y gordo, no habría pasado, pero así fue. Puse una denuncia policial y me planteé tomar medidas jurídicas. Desistí porque mi foto está en la red. No puedes pararlo. O puede tener más costes que beneficios. Dejé pasar el tema y tomé dos decisiones: seguir opinando públicamente y no hacerlo nunca más sobre los alumnos, ese colectivo intocable. Tengo anécdotas de estudiantes como para escribir la Biblia en verso sobre ellas, cuando me jubile.
Estos días, a cuenta del confinamiento, hay alumnos que han tomado actitudes muy injustas en contra de la Universidad, y ese día estallé. Creí que era el momento de saltarme el principio de intocabilidad del estudiantado, como se dice ahora, y escribí el texto de más abajo. Luego no lo corregí y cuando me planteé hacerlo y darle al click del envío, desistí.
Intocables. Definitivamente intocables.
De momento intocables. Ya llegará el día, No va a ir a prensa. Se queda aquí.
Me llamo Susana Álvarez Otero y soy profesora de
Economía Financiera en la Universidad de Oviedo. Reitero el encabezamiento
porque no soy periodista, aunque lleve 10 años publicando felizmente en el
decano de la prensa asturiana. El primer artículo que escribí fue muy bien.
Opiné sobre Bolonia, el sistema que nos rige actualmente. En el segundo opiné
sobre los alumnos. En concreto sobre la irreverencia de un alumno que se me
presentó en clase con un mensaje obsceno hasta la saciedad. No dije nada y sacó
Notable. Un año después escribí un artículo sobre la anécdota. Resultado: mi
madre llorando y yo plantando una denuncia en la policía contra una página web
indeseable y su propietario que, por cierto, tiempo después terminó en la
cárcel. No tomé acciones judiciales porque si la novia de Rafa Nadal no pudo
hacer nada, con más dinero que yo para abogados, tampoco podría hacerlo yo.
Tomé dos decisiones: seguir escribiendo en prensa, porque sabía que tenía algo
que decir y no volver a opinar sobre ese colectivo intocable que son, para
nosotros los profesores, los alumnos. He escrito más 100 artículos en prensa y
los de economía están recogidos en un libro. Hice bien, pero no fue fácil. A
veces sientes que tienes que parar porque has hecho todo lo que podías y más, y
otras, que tienes que continuar. Me alegro mucho de mi decisión. Ninguno de
esos artículos, tras aquel disgusto, lo he dirigido a los alumnos, ni he
hablado sobre ellos. Cuando me jubile, no antes de los 70 años, podré escribir
hasta una enciclopedia, refiriéndome a su actitud y su modo de estar en las
aulas, presenciales o virtuales. Hoy hago una excepción a mi regla sobre el
colectivo intocable, por una sencilla razón: porque no son intocables y lo que
estoy leyendo estos días en algunos medios, no en este, es que realmente creen
que lo son.
Entre los muchos artículos, cartas de opinión que
están apareciendo en los medios sobre la gestión de la Universidad en estos días
de confinamiento, me ha llegado al alma, por el ataque a nuestro alma mater,
uno que se titula “Los bulos y la indiferencia de la Universidad de Oviedo” publicado
el 16/04/2020 (en LNE). La falta de respeto de ese alumno a nuestro alma mater
supera todo lo imaginable. No sé si los españoles podemos estar muy tranquilos
con la gestión de la crisis de nuestro presidente del gobierno y no voy a
opinar sobre ello, lo que sí sé es que los universitarios, todos, profesores,
personal de administración y servicios y alumnos, podemos estar muy tranquilos
de que nuestro barco universitario, en este momento, está en unas excelentes
manos y dirigido por una cabeza privilegiada. Invito a ese alumno a que mire el
índice h de nuestro rector, si sabe lo que es tal cosa, y lo que representa en
la comunidad universitaria. Y si no lo sabe, que se entere de ello. Gestionar
no es fácil, y menos en estas circunstancias, pero investigar es
extraordinariamente difícil y cada día más. Si nuestro rector puede tener ese
índice h, puede gobernar nuestra querida universidad mejor que la mayoría de
los posibles candidatos que pudiera tener el rectorado. Esa carta de opinión
que titula como bulos está preñada de bulos en contra de la acción del rector y
decanos de las distintas facultades. Desde el primer minuto se nos han dado
instrucciones al profesorado de cómo tenemos que impartir nuestras clases. En
mi caso, me resultó fácil continuar y aplicarlo porque llevo varios años
impartiendo el único grado on line de nuestra Universidad. Y lo pude extrapolar
a otra docencia sin problema. Hemos recibido instrucciones de cómo evaluar y de
cuál es la opción más adecuada y los que estamos acostumbrados a ello lo
haremos on line, y también presencial, a espera de nuevas fechas que si no
están marcadas ya, no es por la desidia del rector, es porque el gobierno de la
Universidad está pendiente de decisiones del gobierno de la nación sobre la
desescalada de esta situación tan grave que estamos viviendo.
Puedo opinar con libertad porque no formo parte del
equipo de gobierno y las horas que se están dedicando a la gestión
universitaria en esta crisis del coronavirus superan todo lo imaginable.
Merecen mi más sincero reconocimiento los responsables del centro de innovación
y todos los que están haciendo posible a nive informático que podamos llevar el
curso a término. En concreto, la capacidad de trabajo del director de área de Informática, me parece digna de mención. Creo que ese
alumno y todos los alumnos deberían ser comprensivos con la dificultad de
gestión universitaria en esta grave crisis que, no será perfecta, pero seguro
que es la mejor posible. Y espero que sus profesores le evalúen con el mismo
rigor y exigencias que él está demandando al rector. Al alumno que se me
presentó en clase con tan obscena camiseta lo evalué con el mismo criterio que
a todos los demás, como no podía ser de otra manera.
Me alegro que el individuo que ha escrito tales bulos acerca de nuestro alma mater no se encuentre en mi aula virtual, a la que accedo sin ningún problema. Hay situaciones y personas que son capaces de acabar con la paciencia de cualquiera. Y la mía, es casi infinita después de un cuarto siglo dando clase. Incluso a personas como él que, por otro lado, son la excepción más que la regla.
Me alegro que el individuo que ha escrito tales bulos acerca de nuestro alma mater no se encuentre en mi aula virtual, a la que accedo sin ningún problema. Hay situaciones y personas que son capaces de acabar con la paciencia de cualquiera. Y la mía, es casi infinita después de un cuarto siglo dando clase. Incluso a personas como él que, por otro lado, son la excepción más que la regla.