sábado, 30 de mayo de 2020

¡Olvídese usted de lo bueno y de lo mejor!

Le invito a visitar la nueva entrada ("¡Olvídese usted de lo bueno y de lo mejor") de mi blog económico titulado ECONOMÍA CON SENTIDO COMÚN, para el diario EL COMERCIO, decano de la prensa asturiana. 


Esperando que sea de su interés. 

                            http://blog.elcomercio.es/economia


Posicionamiento en web de EL COMERCIO

https://www.elcomercio.es/economia


¿Ser feliz era esto?

Es una pregunta que todos podríamos hacernos, llegados a cierta edad e incluso que deberíamos hacernos, en un balance de nuestra vida. También es el título de una novela de Sachieri, sin interrogación. 
Me pregunto cuántas horas tienen los días de este señor, que también es profesor. 
Más abajo dejo foto de una página de otro libro suyo, muy bueno, que hace referencia a algo de lo que somos conscientes más que nunca estos días: de la fragilidad de la vida. 
De que hoy estamos, y mañana podemos no estarlo. Por puro azar, mal azar o enfermedad. 
Primero hacer referencia a un camión. Pero en otra a un virus que puede colonizar un cuerpo. Ni que lo hubiera visto, Sacheri, ni que lo hubiera visto. Al coronavirus. 







¿Cómo estás, Juan?

Ha muerto la persona que ha hecho esta foto. 



Este virus que se está llevando a tanta gente, también se puede llevar a los más grandes, si estos más grandes tienen ya una edad.  Espero que se esté cuidando mucho. 
Hay días que sabes que el día que lleguen van a ser días duros y perros de verdad. Días negros como el carbón asturiano. Que tarde en llegar ese día porque para servidora va a ser muy duro. 
A veces me he preguntado porqué me gusta tanto. Me gusta lo que escribe y cómo lo escribe. Me interesan sus historias. Y lo veo por encima de los de su generación. Para mí está un escalón por encima de Vázquez Montalbán o Mendoza. 
Es esa prosa preciosa y precisa, corregida hasta la saciedad. Como de orfebrería. Es esa dedicación al oficio, es ese texto que nace de una talento inmenso y un amor enorme por la literatura, en una persona que no tenía ni el Bachiller, lo cual lo hace aún más admirable, desde mi punto de vista. 
Puede haber gente que lo quiera imitar. O incluso homenajear. 
No se puede imitar lo genuino, inimitable e irrepetible. 
Javier Marías, Muñoz Molina, grandes muy grandes. Estupendo que estén entre nosotros. 
Juan Marsé es más escritor para mí que ellos.  
Debilidad. Pura debilidad siento, que tal vez no se pueda explicar, aunque lo acabo de intentar. 

Larga vida a Juan Marsé. Y ya son 87 años.....


Inmortalidad musical



Esto es inmortal. Esto no es para todos los públicos. Oh, claro, lo pueden oír todos los públicos, ojalá lo hagan, pero no todos lo sabrán apreciar y entender. Esto lo entienden los músicos y las madres de estudiantes de música. En un Conservatorio. Sí, sí.....ese lugar que suena tan raro a tanta gente. 
Ahí la tenemos, a la belleza, y al talento y a la inteligencia musical, en el doble rol de directora de la Camerata e intérprete solista. Muchas horas y mucho estudio hay detrás de esto. 

Los viejos rockeros nunca mueren. Eso dicen. Falso. Y no solo porque mueran ellos, sino porque su música pasará. 

https://www.elcomercio.es/vivir/artes/rock-obituario-muera-20200529113756-ntrc.html

Los viejos rockeros morirán. Esto nos cuenta EL COMERCIO, y se ve venir. Lo sentiré yo, claro que sí, porque el rock y el pop me divierten, me han hecho feliz, pero sé que esta música que intepreta Anne Sophie no morirá. Y está bien que así sea. 
El rock será sustituido, ya lo está siendo, por otro tipo de músicas pasajeras, para los jóvenes de hoy. Pero lo que debe perdurar, perdurará. 
Mozart, Chopin, Bach....nunca morirán. Y los músicos criados en un Conservatorio que inoculamos el virus a nuestros hijos estamos en el mundo para garantizar que ellos, que los grandes, no mueran. Escuchándolos, interpretándolos, acudiendo a conciertos de orquestas que seguirán interpretándolos. 
Que viva la buena música. 

Hace calor



Pues sí. Hace un calor tremendo estos días en Asturias. Y con mucho bochorno. Increíble para esta época del año aquí en la Patria Querida. Si matase el coronavirus, este calor, sería bienvenido. 
Esta canción mata las tonterías. Y deja a los tontos y a los primates, como los que aparecen en este vídeo, en su lugar. Los primates actúan como primates. 
Elemental querido Watson. Reiteran, no aprenden, no evolucionan, reiteran, vuelven al mismo punto...Por eso son primates y no homínidos. 
Una inyección de sabiduría y energía de Los Rodríguez. ¡¡Qué buena canción para el calor de hoy!!

La parodia de huir - Segunda parte



...y se interpreta, nuevamente, la parodia de huir.

Pues bueno. Pues vale. Pues es lo que hay. No dejas de sorprenderte de cómo de reiterativas, iterativas, pueden ser la cosas hasta que no lo compruebas. De todo se aprende en esta vida. Está claro. 
Bueno no. De todo no. De que te adulen, te alaben, te den jabón,... de eso no se aprende nada de nada, además de ser bastante cansino. 


Pequeñita pero matona



Se dice pequeña pero matona........

Sí, la verdad es que se podría decir de esta preciosa cantante que ha vendido todo lo que ha querido y más. Tiene además esa fisonomía de mujer pequeña y grácil, con un aire juvenil que siempre parecerá más joven de lo que realmente es. De hecho, cuando cumplió 50 años se permitió el lujo de presentarse desnuda vestida únicamente con una guitarra. No parece una cincuentona, desde luego. Y sí parece que tiene más pecho del que realmente tiene porque es un efecto habitual en mujeres de hombros estrechos, de fina constitución si tienen, como ella, un pecho de nacimiento elevado; en realidad parece que tienen más pecho del que realmente tienen. Es un efecto óptico fruto de la constitución de cada mujer. Si tienes talla 90 pero eres así, parecerá que tienes más talla que la 90 Copa B. 

Me parece divina esta mujer. Pequeñita pero matona en el mundo de la música. 




viernes, 29 de mayo de 2020

Niebla en el alma

Una de sus primeras películas. Hizo un extraordinario y complicado papel, pero luego la encasillaron en roles de rubia tonta y eso que era lista. Muy lista. Pudo tener otra carrera, otra vida. Pero no se le dio la oportunidad o ella no la supo escoger. 





Lo cierto es que hay bellas, muy bellas, a las que las cosas no les salen bien. Esta belleza por ejemplo, era, en sus propias palabras, "despreciada" por un futbolista portugués que según ella decía, a ratos la hacía sentir hasta fea. Ahora él está con una "a su altura" digámoslo así. Y cuando parece que se enamora, y se cuela de verdad por alguien, y está super ilusionada, y tiene un hijo con él, la plantan por otra. Ser bella no quiere decir que no te puedan romper el corazón, o que tú actúes de manera que te lo puedan romper y que tu situación actual sea la de esta mujer de inmensa belleza, que camina estos días por la calle y diríase triste: MADRE SOLTERA CON PADRE AUSENTE. 




Ventajas del aislamiento

El aislamiento de Asturias jugó a favor en la lucha contra el virus.

https://www.elcomercio.es/sociedad/razones-datos-asturias-20200510000721-ntvo.html




Las razones 

de los datos de Asturias





El aislamiento y la dispersión de la población, pero también la detección precoz, jugaron a favor de la región

¿Quién iba a decir que no tener la variante de Pajares en servicio iba a ser un 'elemento positivo' en tiempos de pandemia? O que el efecto de la 'Asturias vaciada' jugaría a favor de la región. Muchos de los handicap que hacen del Principado un territorio históricamente aislado han contribuido a que el COVID no circulara de forma intensa. La baja densidad de población, que sitúa a Asturias como la novena comunidad con menor cifra de habitantes por kilómetro cuadrado (apenas 96 frente a los 833 de Madrid o los 302 del País Vasco), es uno de los factores que varios de los expertos consultados ponen como elemento diferenciador a la hora de analizar porqué el impacto del virus fue menos intenso a este lado de la Meseta.
El llamado 'efecto isla', presente en territorios como La Gomera, Formentera, El Hierro y La Graciosa, que fueron los primeros en abandonar la cuarentena, «se ha dado también en Asturias». Aunque «no ha sido el único factor modulador», detallan. La actuación precoz al principio de la pandemia para detectar casos sospechosos y aislar a quienes habían estado en contacto con el contagiado «fue uno de los mejores cortafuegos para reducir la velocidad de propagación del virus», afirma el que fuera director de Acción Sanitaria en Crisis en la OMS entre 2006 y 2011, Daniel López-Acuña, quien también apunta a la «buena dotación de recursos de UCI y al importante papel que jugó la Primaria, que evitó el colapso que sí vivieron otras regiones».

Baja tasa de mortalidad

¿Porqué Asturias, con una población altamente envejecida, algo que a priori suponía una desventaja, fue más resiliente que otras comunidades? «No hay evidencia científica más allá de la propia situación de Asturias», opina Pedro Arcos, director de la Unidad de Investigación en Emergencias y Desastres de la Universidad de Oviedo. «Somos una región que tiene una población pequeña y dispersa. Eso significa que la posibilidad de contacto y, por tanto, de transmisión del virus, es menor». Este profesor de Epidemiología huye de «grandonismos. Ni somos los mejores ni nuestros vecinos unos chepos. Los buenos resultados hay que atribuirlos más a las características de la población en riesgo, a la incomunicación que redujo la transmisión, y a la buena dotación de recursos sanitarios. No veo otros elementos», indica.
Que el virus se movió mucho más despacio a este lado de Pajares lo confirma el balance epidemiológico por autonomías. En el Principado hubo 8,9 contagios por cada cien mil habitantes frente a los 44 en el conjunto del país. Sin restar ni un ápice de importancia a cada uno de los 295 fallecimientos en Asturias, lo cierto es que la región está a la cola de la mortalidad en España, con 28 decesos por cien mil habitantes, la mitad que el promedio de España, con 55, y a bastante distancia de las 130 muertes por cien mil de Castilla-La Mancha o las 127 de Madrid.
****
Seleccionando la mejor canción de Gijón. La de Pablo und Destruktion me gusta un montón, la verdad. 




Baja inmunización

Pues si es así, son malas noticias. Más todavía. Yo no quiero una "nueva normalidad", quiero la normalidad que había antes de que este "cornavirus", como dice mi niña, apareciera en nuestras vidas. Y con estas noticias, lo cierto es que ahora mismo parece muy complicado que volvamos a tener una vida "normal". Espero equivocarme. 

https://www.elcomercio.es/sociedad/coronavirus-mitad-positivos-leves-coronavirus-no-inmunizados-20200520202252-nt.html



¿Poliamor?

Le habla, en ficción entiendo yo, a su amiga en su carta de muchas cosas, entre ellas el poliamor. No he terminado de entenderlo nunca. Si una mujer necesita más de una po.... para estar tranquilita y feliz, es que en el fondo no le satisface ninguna, ¿verdad?
Mejor una y que te llene ella misma y su portador, por supuesto. 
Por lo demás, un bonito relato de Marta Sanz. 




Querida Clara, 

Me pregunto quién leerá cuando acabe todo esto, porque escribir escribimos en las redes, en los cuadernos, nunca sobre las fachadas de las casas —siento nostalgia del grafiti…—, quién leerá después de días y días de propaganda lectora ñoña sobre los poderes sanadores de la poesía, quién leerá cuando tiene que pluriemplearse o ver una serie o acercarse al banco de alimentos más cercano para que le entreguen un saquito de arroz y tres latas de atún. Quién leerá cuando lo urgente sea recuperar asociaciones contra la tortura que denuncien nuevas legitimadas brutalidades policiales.
Querida Clara:
No sé muy bien cómo empezar este correo, pero de lo que estoy completamente segura es de que lo tengo que escribir. No pretendo justificarme, sino compartir contigo un estado de ánimo, un bucle del que me resulta complicado escapar y que está haciendo que la cabeza me dé vueltas. Ya no me puedo dormir a base de orfidales, valeriana, melatonina, yoga, pilates —ombligo busca columna y casi nunca la encuentra— y chupitos de whisky del que habitualmente uso sin abuso para preparar solomillos de cerdo al horno. Hablando de solomillos, la pregunta sobre los cerdos es otra de las que me acosa últimamente. Ya nunca lo volveré a hacer. No comeré solomillos de cerdo al whisky ni chuletillas de cordero. No comeré palomas torcaces. Algo se me ha torcido en el estómago estos días. Experimento una sensación pura, luminosa, nueva, cuando contemplo a los patos, enseñoreados, caminando por los bulevares.
Lo bueno de estos días de pandemia: la ultralimpieza del aire, una limpieza de anuncio que ha pegado una puntada a la rasgadura en la capa de ozono; sin embargo, esa higiene planetaria cuenta con el reverso tenebroso de la ultralimpieza asesina del hogar que nos está matando mientras, paradójicamente, nos salva de infecciones e invisibles mortíferas partículas de saliva. Lejía, amoniaco, desengrasante. Pomelos y patatas desinfectados y ese olor a limpio que fulmina a las personas alérgicas. Lo uno y lo otro acumulándose en mi desconcierto, Clara, querida, igual que se acumula la lejía en mis riñones.
No hay escapatoria, querida Clara. O al menos así lo siento yo en los días más tristes. No encuentro el tono para hablarte y se me solapan los pronósticos sobre el fin del confinamiento. Tengo los dedos agarrotados porque no sé si escribir con una alegría, electrizante y contagiosa, como brazo que saca al perro de Goya de la arena que se lo come lentamente; no sé si utilizar un discurso apocalíptico que a veces confunde la mutación con el fascismo; no sé si captarte para la secta con tono de sacerdotisa fanática o con esa musiquilla naif, esa sonrisa fija y sospechosa, que hace de la esperanza un eslogan tan artificial.
Soy una impostora y me abofeteo por ello. No sé completar los dictados musicales. No reconozco el la perfecto entre la acumulación de ruidos que me bombardean la cabeza. No encuentro el hilo de Ariadna para contar historias. Todas las metáforas me sirven y con ninguna me encuentro tranquila. Todas la metáforas me sirven, pero a veces no me atrevería a poner un pie en la calle sin haber elaborado previamente un rígido protocolo de zapatos, felpudos, lavadoras, guantes, mascarillas; otras veces, me disfrazaría de Baby Jane, me pondría el traje de primera comunión, echaría a correr hasta que un amable policía me alcanzase “¿adónde vas, bonita?”. Y, entonces, yo me daría la vuelta bruscamente y le mostraría mi cara de vieja tras los tirabuzones fingidos y él se taparía la boca con una mueca de espanto. No, no soy una niña con patinete. Soy el personaje de una historia de terror. Soy lo malo que se esconde tras lo que parecía ser.
Consecuentemente y, pese a todas las expectativas, me parece que no voy a poder entregarte la novela el día 1 de mayo como habíamos acordado. No puedo enviarte al buzón el enredo amoroso de Benji y Noelia que se cruza con el de Lola y Selene y con el de Alvarito y Manel. De repente, aunque el amor es muy importante y nos puede salvar de casi todo y “all you need is love” y tralaralará, ni yo misma me creo lo que escribo y la solidaridad se me solapa con las consignas de la CIA, Lennon con los protagonistas de Homeland, el sentido de la oportunidad con el oportunismo…
A ratos, querida Clara, pienso que, cuando salgamos de aquí, necesitaremos novelas de amor y lujo, novelas saltarinas y amables, vodeviles, para borrar las escenas que jamás imaginamos que viviríamos
A ratos, querida Clara, pienso que, cuando salgamos de aquí, necesitaremos novelas de amor y lujo, novelas saltarinas y amables, vodeviles, para borrar las escenas que jamás imaginamos que viviríamos: féretros ordenados sobre la pista del palacio de hielo, madres que mueren sin poder aferrarse a la mano de sus hijas, ancianos asustados, mujeres con ojos salidos de las órbitas, sanitarios exhaustos, médicas que lloran en la salida de incendios del hospital, libreros que mueren de un infarto en sus casas porque no se atreven a ir a urgencias, vecinos que escriben amables carteles para que la cajera del supermercado que vive en el tercero C se mude y no contagie a la comunidad. “Te recordamos, querida vecina, que en esta casa, hay niños”.
Necesitaremos epopeyas y apólogos, seguidillas y fábulas, para conciliar el sueño y mantener el espejismo de que todo va bien y de que el género humano es bueno por naturaleza más allá de los golpes de la Historia.
Luego, querida Clara, me digo “y una mierda”, y no puedo evitar que nuestra preciosa historia de poliamor y parejas, no ya cruzadas sino amalgamadas en una aleación orgánica e indestructible, se reconvierta en un relato de terror, en un ensayo, en una novela ortodoxamente realista y social que pueda leer, no para consolarse, sino para indignarse hasta la médula y las trancas, la cajera del supermercado expulsada por su amable comunidad de vecinos que aplaude puntualmente cada día a las ocho.
Entonces, también me pregunto quién leerá cuando acabe todo esto, porque escribir escribimos en las redes, en los cuadernos, nunca sobre las fachadas de las casas —siento nostalgia del grafiti…—, quién leerá después de días y días de propaganda lectora ñoña sobre los poderes sanadores de la poesía, quién leerá cuando tiene que pluriemplearse o ver una serie o acercarse al banco de alimentos más cercano para que le entreguen un saquito de arroz y tres latas de atún. Un estropajo. Quién leerá cuando lo urgente sea recuperar asociaciones contra la tortura que denuncien nuevas legitimadas brutalidades policiales.
No sé si escribir sobre lo que estamos viviendo es imprescindible o sería mejor sumirnos en el sueño que Fauna, Flora y Primavera expanden en forma de esporas letárgicas sobre el reino de Aurorita, la durmiente
Querida Clara, me da miedo que todo cambie y también que todo siga igual. Me da miedo esta concentración de nostalgia de lo que podemos perder: tacto, gusto, terrazas de verano para los pocos y pocas que próximamente se lo puedan pagar. No sé si escribir sobre lo que estamos viviendo es imprescindible o sería mejor sumirnos en el sueño que Fauna, Flora y Primavera expanden en forma de esporas letárgicas sobre el reino de Aurorita, la durmiente. Corremos el riesgo de pincharnos con el huso de la rueda. Me da miedo tener miedo de todo cuando, por fin, volvamos a la calle, y me reprocho esos miedos sanitarios frente a la pobreza que nos engullirá. Querida Clara, me dará vergüenza llevar mascarilla y me parecerá inmoral no llevarla. No me encuentro, no me sé.
Vuelvo al principio de mi novela amorosa y me como un paquete de ganchitos. Mancho con mis dedos naranjas los folios. Los mancho como si fuese una niña traviesa o una artista plástica. En el fondo, me golpeo y me castigo porque me siento mezquina preocupándome por la historia de Alvarito y Manel —la más flojita de la trama— cuando a mi lado caen cascotes, y veo lo mejor y lo peor del ser humano. Tengo la impresión de que los patos salen de los estanques porque nadie les echa miguitas y no habrá trabajo y los robots evitarán la posibilidad de infecciones en las fábricas y en las oficinas, y dejaremos de ser homo fabermuliermulieriscarpe diem y tampoco sabremos disfrutar del jugoso derecho a la pereza porque hemos tenido el cráneo metido durante demasiado tiempo en el bombo de la lavadora- centrifugadora del capitalismo: en anuncios de la tele, las obreras dicen “Compre esta lavadora: lleva un cachito de mí”. Y desde luego que lo lleva.
Pero ni la lavadora ni los patronos filantrópicos ni las compañías privadas de salud que cobran cientos de euros por una prueba de covid-19 se lo van a agradecer a la carne que proyecta su fuerza de trabajo.
Querida Clara, no sé si mis esfuerzos o las horas que paso tecleando, en una combinación rara de placer y autoexplotación, de soberbia y generosidad, se podrían calificar como fuerza de trabajo ni sé si la poesía tiene derecho a existir después de los traumas de Auschwitz, los índices de mortalidad y la situación de las residencias para la tercera —cuarta y quinta— edad…
Y otra vez te miento, querida Clara, porque sí, sí lo sé todo: yo trabajo y la poesía hoy más que nunca es imprescindible para borrar o definir, para anestesiar o clavar —esa es mi duda—, pero no me atrevo a decirlo muy alto por si alguien sintiese deseos de lapidarme.
Querida Clara, creo que la conciencia no es lo mismo que la culpa y que ni los virtuosos del violín ni las amantes del cine ni yo misma debemos estar pidiendo perdón todo el tiempo. También sé que no voy a acabar el libro prometido para el 1 de mayo: el libro de la consagración de nuestra primavera. No lo puedo escribir sin sentirme sucia.
Tal vez mi obligación sea no mentirme y hablar de lo que duele y encontrarme en ese dolor con quien aún tenga ganas de leer recibiendo la escritura como una picadora de hielo y una fuente de perpetuo malestar
Tal vez mi obligación sea no mentirme y hablar de lo que duele y encontrarme en ese dolor con quien aún tenga ganas de leer recibiendo la escritura como una picadora de hielo y una fuente de perpetuo malestar que encierra, bajo su superficie, la urgencia de la metamorfosis, la felicidad, el bien. Puede que ese sea el secreto de mi oficio. O puede que ahora lleguen los tiempos de la canción de cuna y las oraciones, los estribillos y los mantras, para dejar la mente en blanco y levitar por encima de las neveras vacías, el overbooking de los cementerios y las facturas de la luz. Querida Clara, estoy confusa. No tengo fuerzas. No tengo inteligencia. De momento, escribo, pero sé que aún no puedo escribir.


MARTA SANZ 



Pereza literaria

¡¡Pero qué pereza me dan estos libros, por Dios!!
Así me maten no lo leería. Con todo lo bueno que hay que leer en esta vida. 


¡¡Pero ¿de qué narices hablan?!!
Si tienes algo que decir, la mujer que sea, dilo públicamente si sientes que tienes algo que comunicar al mundo. ¿¿Pero quién te lo impide??. 
Lagrimones y plañideras gratuitas trasnochadas en el siglo XXI. En otros, no digo que yo que no, pero no ahora desde luego. 
La que tenga algo que decir que lo diga, o que lo escriba. Y eso sí. Que asuma las consecuencias de sus dichos y sus escritos. Que esa es otra. 

No pude terminar.....



Pues no. No pude terminar de escucharla mirando el vídeo, la verdad. Y es una bonita canción. Pero verlo así tan malito, con esa carita que se la ha quedado por el repaso que le ha dado el bicho, me puede. Es bello ver que siente agradecimiento a lo bueno recibido, ahora que se ve con un pie fuera. Ojalá no sea así. Es un palo. Es jarabe de palo pero que pasen estas cosas antes de tiempo, es un palo muy gordo. ¡Qué buenos momentos me hizo pasar bailando "La Flaca" en las verbenas de Luanco! Él recibe cosas buenas porque antes nos las ha dado a todos. Claro que sí. 

¡Ánimo Pau!

Fórum EL COMERCIO


Muy buena iniciativa del director de EL COMERCIO, Marcelino Gutiérrez. 

jueves, 28 de mayo de 2020

Orgullosa de nuestra Universidad

Pequeñina pero matona. Ahí están los resultados. Para nuestro tamaño, no está nada mal. 


La Universidad de Oviedo, en el 'top 5' de las de mayor rendimiento del país



Obtiene los mejores resultados en 16 de los 37 indicadores recogidos en el ránking CyD



Laura Mayordomo

LAURA MAYORDOMO
5
El ranking de universidades españolas que desde hace siete años elabora la Fundación Conocimiento y Desarrollo (presidida por Ana Botín) sitúa en esta edición a la de Oviedo en el 'top 5' de las instituciones académicas de más alto rendimiento del país. Asturias es la cuarta comunidad en esta estadística que disecciona 76 universidades (el 91% de las 81 que impartían enseñanzas de grado en 2019) y que encabezan las de Cataluña, Navarra y País Vasco. Por detrás del Principado, aunque a muy corta distancia, se sitúan las instituciones académicas de la comunidad de Madrid. La Universidad de Oviedo obtiene las más altas calificaciones en dieciséis de los 37 indicadores que se tienen en cuenta en el ranking y que se dividen en cinco bloques: enseñanza y aprendizaje, investigación, transferencia de conocimiento, orientación internacional y contribución al desarrollo regional. Entre otras cuestiones, la academia asturiana destaca en la tasa de graduación y de rendimiento de sus alumnos de máster, en la movilidad de sus estudiantes, el volumen de prácticas que se realizan en empresas de la región, las titulaciones (tanto de grado como de máster) impartidas en un idioma extranjero, las publicaciones por profesor y las patentes concedidas por profesor, los tramos de investigación o los fondos privados y los fondos externos de investigación captados.
Según el citado informe, que sitúa los estudios de ADE, Educación y Economía entre los de mayor inserción laboral, en el conjunto del país las que obtienen mejores resultados son las universidades Autónoma de Barcelona, Barcelona, Navarra, Pompeu Fabra, Autónoma de Madrid, Ramon Llull (privada), Carlos III de Madrid, Rovira i Virgili, Pontificia Comillas (privada), Deusto (privada), Mondragón (privada), Girona, Politécnica de Cataluña, Valencia-Estudi General y Politécnica de Madrid. Con respecto al informe del año pasado, la universidad de Navarra recupera el segundo puesto, arrebatado entonces por la Autónoma de Madrid, que vuelve al quinto lugar que tenía en 2018.
Por primera vez el Ranking CyD incluye indicadores sobre el empleo y la inserción laboral de los titulados universitarios. Los que presentan una tasa de afiliación a la seguridad social más elevada de los graduados (curso 2013-2014) en los años 2015 y 2018 son ADE, Educación y Economía. En el caso de ADE, destaca el alto rendimiento de inserción laboral de los centros Antonio de Nebrija, Católica Santa Teresa de Jesús de Ávila, Católica San Antonio de Murcia, Mondragón, Valladolid, Zaragoza, Illes Balears y Miguel Hernández de Elche.
En Educación, las universidades de Vic-Central de Cataluña, Autónoma de Barcelona, Girona, Valladolid, Complutense de Madrid y Barcelona, y en Economía, además de la Universidad de Oviedo, la Pompeu Fabra, Santiago de Compostela, Carlos III de Madrid, Autónoma de Madrid, Autónoma de Barcelona, Cantabria y Rey Juan Carlos.

Asturias, la cuarta comunidad mejor posicionada, según un ranking universitario nacional

El Principado obtiene 16 indicadores de alto rendimiento de un total de 16, siendo solo superado por Cataluña, Navarra y el País Vasco


Asturias es la cuarta comunidad con más indicadores (16 de un total de 37) de alto rendimiento, según el ranking universitario de la Fundación CYD. La lista, que salió publicada hoy, la lidera un año más la Universidad Autónoma de Barcelona y sitúa a la Universidad de Oviedo en el top 5 por regiones. Delante del Principado solo están, por este orden, Cataluña, Navarra y el País Vasco. Las tres tienen más de una institución académica, a diferencia de Asturias, en la que todo el mérito se lo lleva la Universidad de Oviedo.
En los indicadores que obtiene más nota son, entre otros, tasa de graduación y de rendimiento, fondos externos de investigación, publicaciones por profesor, fondos privados, publicaciones con empresas, patentes concedidas por profesores, titulaciones bilingües, movilidad de estudiantes y prácticas en empresas de la región. De las cinco "dimensiones" o bloques que analiza el ranking, Asturias destaca sobre todo en orientación internacional. Por áreas de conocimiento, la Universidad de Oviedo se sitúa entre las primeras en Economía y Geología en inserción laboral

¿Haces mucho deporte?

Eso me acaba de preguntar el doctor, tras observar los resultados de un reconocimiento médico. Creí que me estaba tomando el pelo. Pues no mucho, o no todo lo que quisiera. Sin piscina dos meses por esta historia, y enganchada a ordenadores para intentar sacar todo adelante, la verdad es que lo justo. Mi puesto es bastante sedentario. Pero...
Recuerdo que cuando saqué la oposición y me hicieron el reconocimiento médico en la Universidad, el doctor me dijo: "Caramba, Indurain va a entrar en el cuerpo de funcionarios" Tenía algo así como una bradicardia sinusal. 
Hoy el doctor me ha dicho que mi número de pulsaciones en reposo no son normales en una persona de mi edad. Pues nada. Estupendo. 
Que estoy como una rosa. 
Eso sí. El  24 de julio programada PCR y test de reacción al virus. Se manda a Madrid, y si sale positivo, que me olvide del asunto. 
No lo puedo pillar. De ninguna manera. 
¿Qué fue de Indurain a todo esto? Qué buen tipo.....




Efectos colaterales del coronavirus

Según el suplemento VIVIR de EL COMERCIO en el día de hoy, esto está pasando. 




Pactos 'antisexo', menos relaciones... ¿Qué ha pasado en el confinamiento?

Algunos se las prometían muy felices, pero estar más en casa con la pareja no se ha traducido en un impulso de la actividad sexual. ¿Qué pasará en la etapa pospandemia?


Los más optimistas pensaban que del confinamiento, dentro de lo malo, íbamos a sacar muchas cosas buenas. Como nos iba a obligar a frenar el frenesí vital en seco, íbamos a poder dedicar más tiempo a conocernos, a hacer pan con masa madre, a leer esos libros que acumulaban polvo en las mesillas, a restituir a nuestros hijos parte del tiempo que nuestros horarios laborales llevan tiempo engullendo y, por qué no, a dar un impulso a nuestra vida sexual, porque... ¿Acaso no era el cansancio por el trabajo y la falta de tiempo lo que nos impedía ser las máquinas sexuales que nos creíamos?
Pues parece que no. Según un estudio sobre la salud física y mental de la población durante la cuarentena, realizado por Doctoralia –un buscador de médicos y centros de salud en internet a nivel internacional, con presencia en 21 países–, cuatro de cada diez personas con pareja manifiestan que el confinamiento ha tenido un impacto en su relación. Y no precisamente a mejor. De los que han percibido variaciones, «el 62% admite que ha tenido menos sexo, frente a un 24% que ha incrementado su actividad sexual».
¿Qué ha pasado? ¿No buscamos los humanos sexo como consuelo, como disfrute y como reivindicación de la vida frente a la muerte? Para la psiquiatra Susana Avello, «el miedo a contagiar o ser contagiado» es uno de los principales responsables de la caída de las relaciones durante la pandemia. «Nos ha hecho mucho más cautos, porque al tener el coronavirus un periodo de incubación de 14 días sin síntomas... la gente no se confía». Esta sería la razón sanitaria, pero no la única ni la más importante para el descenso de las relaciones sexuales entre personas que viven bajo el mismo techo. Otro de los pilares del 'antisexo' de la cuarentena ha sido «que la cabeza de la gente estaba en otras cosas». «Hemos estado preocupados, tensos, en medio de la incertidumbre por temas como el trabajo, lidiando con hijos, a veces adolescentes...», enumera. Y, claro, este rosario de quebraderos de cabeza no es el camino más directo hacia la pasión.
De hecho, uno de los epígrafes más curiosos del estudio revela que un 14% de las parejas que han visto alterada su vida sexual han realizado un 'pacto' para evitar las relaciones. Esta tregua carnal consensuada se debe, sobre todo, a que algún miembro de la pareja –o ambos– tiene un trabajo de riesgo. «Si eres cajera del súper, repartidor, sanitario... y te ves muy expuesto, al llegar a tu hogar puede ser que evites acercarte mucho a tus seres queridos», argumenta Avello.

¿Mascarilla en la cama?

Ahora, con el declive de la pandemia y en plena desescalada, hay grandes dudas sobre qué pasará con el sexo, tanto entre parejas consolidadas como entre gente que busca relaciones. «La prevención va a ser una constante y va a ser para largo», explica Avello, quien vaticina que prácticas como «el cibersexo, la masturbación y las posturas con menos contacto cara a cara irán ganando aún más terreno». O hacerlo con mascarilla. «Por qué no», se pregunta.
Para la psicóloga de Doctoralia Mónica Dosil, estos últimos dos meses, marcados por la bajada de relaciones sexuales «debido al agotamiento», nos van a pasar factura de inmediato. Según argumenta, durante el confinamiento, las parejas que compartían casa han visto su vida desestructurada, con el teletrabajo a cuestas, los hijos todo el día en el mismo espacio, sin ayuda externa... y esto nos ha saturado». De tal forma, explica, que hemos incluido el sexo como una tarea más de esa larga lista de nuevos quehaceres de la vida confinada, unos 'deberes' que había que cumplir sí o sí y 'encajar' en esa rutina nueva y extenuante. Y la obligatoriedad tampoco es lo más afrodisíaco del mundo. La consecuencia: «Ha desaparecido la libido, el deseo. No estamos en el rol seductor, sino en el de ver el sexo como una tarea en muchas ocasiones. Trabajo con muchas parejas y lo veo con frecuencia. Hay muchas que practican sexo porque creen que 'tienen que hacerlo', porque si no lo haces, por ejemplo, una vez a la semana, es como si tuviesen algo patológico». Así, si estabas abonado, por ejemplo, al coito del sábado, el confinamiento «donde todos los días eran iguales de lunes a domingo» ha dejado inhabilitado ese marco de seguridad y costumbre que manejaban muchas parejas.
Luego, hay razones emocionales que también han quitado las ganas de sexo a muchas personas. Al pasar más tiempo juntos han surgido roces y discusiones. Es más, según el informe de Doctoralia, entre los que declaran haber tenido un cambio en su relación, el 19% afirma haber descubierto aspectos negativos que desconocían de su media naranja. Para Dosil no es tanto una 'iluminación' como el afloramiento de «algo que ya estaba ahí» y que ya conocíamos de algún modo. «Cuando antes de la pandemia la pareja llegaba tarde a casa, o viajaba mucho, pues no se le pedían cosas, porque venía cansada. Entonces, las desatenciones respecto al hogar o los hijos eran 'perdonadas'. La gente se suele engañar mucho con esto. Pero, en el confinamiento, al tener que llegar a acuerdos entre los dos para el reparto de tareas, ha habido discusiones». Porque en esta ocasión, como apunta la psicóloga, «no había disculpa y esa sombra oscura que ya estaba ahí se ha visto con mucha claridad».
Ahí, el informe resulta bastante demoledor. No obstante, también destaca aspectos positivos de la cuarentena sobre las relaciones de pareja. Así, el 28% de los encuestados que han percibido cambios indican que, al pasar juntos más tiempo, la relación ha mejorado, mientras que un 22% indica que el hecho de repartir las tareas del hogar equitativamente les ha permitido tener más tiempo libre. Un 13% indica que el impacto en su relación ha sido positivo, porque ha descubierto aspectos positivos de su pareja que ignoraba, y esto sí que es excitante.
¡Así que no todo está perdido! La gente sigue buscando sexo, amor e incluso el más difícil todavía: el 'pack' completo. Así lo atestigua el subidón de los portales de citas, uno de los pocos sectores donde la inversión publicitaria en aplicaciones no se ha visto afectada. «Mirando las cinco aplicaciones de mayor recaudación en la App Store de Apple en España en la categoría Estilo de vida durante el mes de mayo, podemos comprobar que todas son de citas –indica la firma Wavemaker, que gestiona datos de consumo y marketing– . En las apps de Android pasa algo parecido: todas las aplicaciones son de citas o de videochats para encontrar nuevos amigos». ¿Será este el 'segundo verano del amor' donde la la gente ávida de sexo se sacudirá la hambruna post-Covid a lo grande? Las expertas no creen que se llegue a tanto. El instinto sexual y el de supervivencia se enfrentarán en una 'guerra fría'. «Es muy difícil mantener el sistema de alerta permanentemente –admite la psiquiatra Susana Avello–. Pero pasará como con las terrazas: al principio había dudas, ¡pero enseguida se han llenado!».

Las cifras del deseo

40%
es el promedio de personas que afirman que durante el confinamiento han cambiado sus actividades sexuales debido, en parte, a la alteración de rutinas en el hogar y a la imposibilidad de salir de casa.
14%
es el porcentaje de parejas que han visto alterada su vida sexual y que han 'pactado' no mantener relaciones durante el confinamiento a pesar de vivir en la misma casa. Esa negociación indica una intención de evitar contagios, pero también de quitarse obligaciones.
El 28%
dice que su relación con la pareja ha mejorado en pleno confinamiento al pasar más tiempo juntos y repartir las tareas domésticas y de cuidados. El 18% de este grupo mantenía relaciones a distancia.
El 24%
afirma que ha mantenido más relaciones que antes al tener más tiempo, menos trabajo... Algunos han visto que su vida sexual daba un giro durante la pandemia... a mejor.

Una sabia

Tenemos una réplica estupenda de ella en el parque San Francisco de Oviedo. Qué grande Mafalda. Pequeñita pero matona.