Este artículo fue publicado en TRIBUNA DOMINICAL
de EL COMERCIO EL 30/05/2021
https://www.elcomercio.es/opinion/negacionismo-fiscal-20210530220338-nt.html
Negacionismo
fiscal
Me sorprende esa charla artificiosa de nuestro Gobierno,
encaminada a engañar y a ocultar la realidad. La carga impositiva regional está
15 puntos por encima del conjunto nacional y nada menos que 25 de la Unión
Europea.
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Permití a mis hijos que vieran una entrevista
a Miguel Bosé hecha por un periodista de creciente
popularidad por una razón: que comprobaran el efecto que a largo plazo puede
tener en el cerebro el consumo prolongado de sustancias tóxicas, y no lo digo
por su negacionismo de esta pandemia, sino por su forma de no razonar en
ocasiones. Les dejé con buen sabor de boca a mis infantes al ponerles sus
mejores canciones, y eso es lo que vale la pena de Miguel Bosé.
Creo que nuestros políticos no necesitan de
ninguna sustancia extraña para alucinar o tratar de vendernos una realidad
paralela. El negacionismo fiscal en el Gobierno asturiano es persistente. Me
sorprende toda esa faramalla de nuestro Gobierno, esa charla artificiosa
encaminada a engañar a los asturianos y a ocultar la realidad. No toca hoy
hablar del descomunal incremento de la deuda asturiana en los últimos años -ese
grave tema da para un futuro artículo, sin duda-, sino de la desfachatez en la
negación de la presión fiscal que sufrimos los asturianos. En esta España de
comunidades divergentes, hay otros ciudadanos que nos pueden comprender: los
catalanes, por ejemplo, que también sufren grave presión fiscal para poder
pagar las costosas ensoñaciones nacionalistas de su casta dirigente.
En esto, los momentos felices los viven los ciudadanos de la capital española,
lo cual al señor Barbón le debe de sacar de sus casillas, porque quiere que les
suban los impuestos a los madrileños. ¿Y quién es Barbón para decir lo que
tienen que hacer con la presión fiscal los gobernantes de otras comunidades a
los que, por cierto, la vida económica les va mucho mejor que a nosotros?
Tanto, que la ayuda pecuniaria para salir adelante nos viene de ahí,
precisamente, de esa comunidad central cuyos ciudadanos pagan menos impuestos.
Recuerdo con agrado la entrevista publicada en EL COMERCIO (04-10-2020) al
consejero de Hacienda de la Comunidad de Madrid, Javier Fernández-Lasquetty, declarando:
«Que Barbón lo tenga claro: no subiremos los impuestos». Supongo que los
miembros del astur-Gobierno, de ese pequeño Gobierno de esta pequeña comunidad
lo sabrán, ya que el Principado de Asturias es una de las regiones con mayor
presión fiscal, superior a la media europea. Digo yo que si están en tales
cargos lo sabrán -se supone-; lo llamativo es su persistente negacionismo al
respecto.
La carga impositiva regional está 15 puntos por
encima del conjunto nacional y nada menos que 25 de la Unión Europea. Pueden
repasar el informe del Instituto de Estudios Económicos, que precisamente hace
eso, informarnos de que las cargas impositivas que sufrimos los asturianos
están, por ejemplo, por encima de las que tiene la vecina Francia que, dicho
sea de paso, ha anunciado recientemente bajadas de impuestos. Tal
vez usted, amable lector asturiano, no sepa que tales cosas pueden suceder,
pero sí: es una fantasía realizable para algunos privilegiados
ciudadanos con gobiernos locales razonables económicamente, algo que a usted y
a mí no nos ha tocado o no hemos votado. Lo cierto es que cuando una mira las
disputas cainitas en la oposición se pregunta si cambiando de gobierno
pasaríamos de Guatemala a Guatapeor, pero es que a otros, con oposiciones más
lustrosas, les está yendo muy bien. Por casualidad, ¿sabe usted, amable lector
asturiano que Andalucía ha tenido presupuestos con superávit y que se preparan
importantes bajadas de impuestos? De verdad que sucede: que se bajen impuestos
y que las cuentas salgan mejor. Y eso que los andaluces tuvieron durante años y
paños gobiernos de nuestro mismo color. En antagónica posición en esta piel de
toro, andaluces y asturianos hemos elegido gobiernos socialistas continuamente.
Sin embargo, el hartazgo del declive económico, unido al tufo del caso de los
ERE con el Gobierno socialista, acabó con la paciencia andaluza y se acordaron
de Einstein que decía: «No pretendamos que las cosas cambien
cuando seguimos haciendo lo mismo». Y votaron distinto. Si lo que los
asturianos queremos es seguir a la cola de España, tener niveles insufribles de
deuda y presión fiscal, que no se nos tenga en cuenta para nada, porque somos
pocos y cada vez menos por la emigración juvenil, que lleva a que tengamos una
población cada vez más envejecida (no son las leyendas urbanas de Tini Areces,
que en paz descanse, eran amigos y compañeros que se iban), si el objetivo del
astur-Gobierno es convertir este Principado publicitado como paraíso natural en
un geriátrico, con unos pocos 'vieyos' a los que se les tapa la boca
subvencionándolos, vamos por muy buen camino. Que no, Barbón, que no trago con
el negacionismo fiscal.
Y, desde luego, lo que menos me gusta es pasear
por Gijón y verme reflejada en el sufrimiento de la cara de la escultura de 'La
madre del emigrante', 'La lloca'l Rinconín', que ve que sus hijos tienen que
partir y ganarse la vida en otro lugar. A diferencia de los que nos gobiernan,
que miran para su barriga y las prebendas de sus puestos, quiero mucho y espero
mucho de mi tierra natal y si volviese a nacer elegiría la misma vetusta
ciudad, pero no elegiría a quienes la fríen a impuestos, la sangran, la llenan
de deuda para los hijos y encima, lo niegan. ¿Y usted?