"La verdad sólo es una”. Es una
de las frases favoritas de mi esposo y estoy de acuerdo con ella. Su mente es
matemática y la mía también y nos resulta más fácil llevar los diálogos al
terreno matemático porque ahí, sabemos que todo es verdad. Quienes crecimos amando
las matemáticas y entendiéndolas con facilidad, como es el caso de mi esposo y
el mío, nos gusta sentir tierra firme bajo los pies porque en la verdad
matemática hay VERDAD, ergo belleza.
Si nos ponemos a hablar de otras
cosas, puede haber discrepancias. Mi esposo es un gran cinéfilo: adorador de "Blade Runner" o "Apocalypse Now", entre otras muchas. A todos los amantes del cine
parecen gustarles las mismas películas. Yo no podría poner a ninguna de esas
dos películas entre mis favoritas. Ya pondré cual es mi peli favorita un día
cualquiera por este blog. ¿Es verdad que son buenas películas? Pues supongo que
sí, pero es algo opinable y mi opinión no vale mucho porque siempre he puesto al
cine como el séptimo arte porque no me lo he tomado muy en serio. En primer
lugar la música, esa grande y libre que me ayuda a vivir.
Da miedo pensar la cantidad de
cosas que dependen del prisma con el que se mira, pero necesitamos vivir buscando
nuestra verdad. Si necesitamos seguridad jurídica, tenemos que encontrar la
verdad en la ley y yo, que no soy jurista, a veces me asusto de lo interpretable
que resulta ese marco legal según quien lo defienda.
Y también me asusto si alguien
dice que “el amor es mentira”. ¿Lo que yo siento por mis hijos es mentira?
¿Acaso es mentira que vivo sin vivir en mí pensando que mi hijo puede estar
sufriendo si no acierta con su siguiente jugada en un tablero de ajedrez contra
un duro rival en la Copa de España que está disputando ahora mismo? Espero que no porque disfruta mucho con el ajedrez. ¿Acaso es
mentira que estoy preocupada porque un leve constipado de mi hijita pueda
derivar en algo peor? Seguro que no será así, porque he traído a este mundo
hijos muy sanos, que se están criando de manera muy saludable y llenos de amor.
Mi amor por ellos no es ninguna mentira. Es verdad. Es mi verdad y la de la mayoría
de las madres. Ahora bien, una cosa es amar y otra bien distinta saber amar.
Hay personas que destruyen a otras por su deplorable manera de amarlas y
poseerlas y otras personas que sí sabemos amar. Amar es un arte, como lo es
escribir un poema o interpretar un Nocturno de Chopin. En la maternidad hay
muchos retos y no es lo mismo querer a una pareja que querer a los hijos, pero
comprobar la fortaleza psicológica con la que crecen mis hijos, observar que tienen
una fuerte autoestima y un extraordinario rendimiento escolar y como personas
me da la pista de que no lo estoy haciendo nada mal.
¿El amor es mentira? Que se lo
pregunten al hombre que me sacó a bailar en un pub de Gijón la noche del 31 de
julio de 1998. Que se lo pregunten entonces y que se lo pregunten ahora. Nunca pude
entender que alguien que lleva su cabeza más de 30 cm por encima de la mía
pueda pensar que yo soy imponente. Pero es así. Es su verdad. Yo no soy tan
pequeña como Shakira y mi esposo es tan alto como Piqué. La divergencia física
estaba servida; la mental, no tanto.
Tal vez la confusión de algunos que les lleve a afirmaciones equivocadas resida en sus lecturas. Alonso Quijano quedó un poco
tocado de tantos libros de caballerías que leyó. Estaría bien que lo que leemos nos
ayude a crecer y entender mejor el mundo y no a vivir en el eterno caos mental del
famoso hidalgo.
Estaría bien tener el valor de coger
un día un avión, un tren, o simplemente bajar la escalera porque el hombre o la
mujer que resulta ser el “ser amado” es el vecino o la vecina del tercero. Y atreverse,
echarle valor y decirle: “No te quiero; no pienso en tí cada hora. No te
necesito. No deseo verte. No me gustas. No te deseo. No te admiro. No quiero
dormir a tu lado”. Estaría muy bien que después de decirle a la cara toda esa
sarta de mentiras se diera cuenta usted, al oírlas de su propia boca, de que son mentira y de que su amor es
verdad. No la verdad de los libros, o las pelis de cine, sino SU VERDAD. Tal
vez un día se atreva, amable lector. Tal vez.
Y si no, pues se quedará usted en
el pelotón de los cobardes, afirmando y
proclamando al mundo que el amor es mentira y usará usted ese escudo como
consuelo de su triste vida.
¿De verdad no va a coger el tren,
el avión o bajar la escalera y escupir la verdad a la cara de su ser
amado? Puede hacer lo que desee, amable lector, porque usted es un ser libre y
vivimos en un país libre, a pesar de lo que digan algunos, que también tienen
un soberano cacao mental que andan paseando por el corazón de Europa.
Piénselo bien. Y escúchese a sí
mismo. En silencio. Los músicos también necesitamos el silencio y, en realidad,
sólo hacemos música si sentimos que, en un momento dado, nuestra música puede
mejorar el silencio.
Vivir implica amar y saber amar.
Las dos cosas son importantes.
Y los que practican aquello de que “la
maté porque era mía” no es que no quieran, es que no saben querer. Y después de
matarla, no les importa morir porque ese
amor era SU ÚNICA VERDAD.