lunes, 28 de noviembre de 2016

Adiós, Fidel

Cuando llegó al poder prometió la luna y ha dejado el país con un paisaje lunar.


En Venezuela, no se alejan de esto.
No creo que haya ningún sistema político perfecto. La democracia no lo es, desde luego, pero es lo mejor que tenemos y, por descontado, mucho mejor que las dictaduras de cualquier signo, de derechas o de izquierdas.
Tampoco hay un sistema económico perfecto, pero hay algunos que funcionan mejor que otros porque proporcionan mayor calidad de vida a sus ciudadanos. Y estoy hablando de hechos, de datos económicos, de pruebas empíricas.
Soy investigadora y no baso mis afirmaciones en ideologías sino en datos. Y a los datos me remito.
Murió en la cama, como un dictador que tuvimos unos cuantos años por aquí…

Adiós, Fidel. 

lunes, 21 de noviembre de 2016

Economía y Música

El pasado viernes 18 de noviembre, los economistas asturianos disfrutamos de una velada deliciosa en nuestro encuentro anual. 

Tenía para mí el interés añadido de que se le otorgaba el reconocimiento del Colegio de Economistas a una figura muy importante en mi trayectoria profesional, Ana Isabel Fernández, la directora de mi tesis doctoral. 



Se reconocía con ello su brillante trayectoria profesional. Todo un ejemplo para los que somos sus discípulos. 




También pudimos disfrutar del virtuosismo de Andreas Prittwitz, acompañando a la orquesta de Cámara de Siero. 

Disfruté un montón, conjugando el interés de mi profesión, la economía, y mi pasión, la música....


jueves, 17 de noviembre de 2016

Così fan tutte...

Se representa estos días en Oviedo la ópera "Così fan tutte" de Mozart. Estará en cartel los días 13, 15, 17 y 19 de noviembre.¡He ahí la portada del libreto!. 




Esta gran comedia de enredos se convierte en una radiografía social: todo cambia, se precipita y se resuelve en sólo 24 horas. ¿Dónde están el amor, la fidelidad, la confianza, la esperanza?

Orgullosa como siempre de actuar de mecenas de la ópera de mi ciudad natal. 



Le dejo una versión del gran Muti...
No se pierda la del Campoamor. 






martes, 15 de noviembre de 2016

Venecia es única...

Una maravilla comenzar el mes de noviembre pasando unos días de relax en Venecia, para celebrar un aniversario o una ocasión especial. 

Impactante la vista de L´Isola di San Giorgio Maggiore desde lo alto del Campanile di San Marco.



Si además de pasear, se puede disfrutar del lujo de un concierto de Vivaldi en la mismísima Iglesia de Vivaldi, la Chiesa della Pietà, mejor que mejor....Todo un lujo para los sentidos. Disfruté de jovencita un montón una versión de Trevor Picnnock de los conciertos de Vivaldi, que me regaló mi madre. 




Son divertidos los juegos de máscaras venecianas. La mía, con la imagen de uno de los puentes más emblemáticos de Venecia y una partitura musical, no podía ser otra...



Siempre Venecia. Un lugar único. No puedo evitar que me venga a la mente esta canción, cuando menciono el nombre de esta bellísima y única ciudad. 



miércoles, 2 de noviembre de 2016

Melancolía del desaparecer

Alguien tendrá que recitarla por nosotros y para nosotros, cuando hayamos muerto. 

Melancolía del desaparecer.

Y pensar que después que yo me muera,
aún surgirán mañanas luminosas,
que bajo un cielo azul, la primavera,
indiferente a mi mansión postrera,
encarnará en la seda de las rosas.
Y pensar que, desnuda, azul, lasciva,
sobre mis huesos danzará la vida,
y que habrá nuevos cielos de escarlata,
bañados por la luz del sol poniente
y noches llenas de esa luz de plata,
que inundaban mi vieja serenata,
cuando aún cantaba Dios, bajo mi frente.
Y pensar que no puedo en mi egoísmo
llevarme al sol ni al cielo en mi mortaja;
que he de marchar yo solo hacia el abismo,
y que la luna brillará lo mismo

y ya no la veré desde mi caja.
Agustín de Foxá 

Julián Iglesias, un gran maestro


                   Este artículo fue publicado en el diario EL COMERCIO el 02/11/16

La última vez que lo vi fue el pasado martes 25 de octubre, cuando entraba yo a hacer unos largos en la piscina de 50 metros del Real Grupo de Cultura Covadonga y él salía de dar su clase a los niños pertenecientes a la sección de la federación de ajedrez, entre los que se encuentra mi primer hijo. No puedo valorarle como ajedrecista por la sencilla razón de que no sé jugar al ajedrez, pero según indica la crónica de EL COMERCIO (01/11/16) destacó por su papel en este deporte: vocal de la Federación de Ajedrez del Principado, campeón de España por equipos y competidor en la división de honor. Además, tenía la titulación máxima como monitor y entrenador y, los que teníamos el privilegio de que la formación ajedrecística de nuestros hijos estuviera en sus manos, sabemos de la dedicación y entrega con la que lo hacía. Destacaba por su tesón en la organización de eventos en este deporte, animando siempre a los niños a participar, midiéndose con los demás y consigo mismos, ayudándolos sin descanso a superar nuevos retos, siempre en un clima de concordia y nobleza, la que exige este deporte. Enseñándolos a ganar y, sobre todo, a saber encajar las derrotas como caballeros y damas, que también las hay. La semana pasada nos pidió que nuestro hijo participase en el próximo Campeonato Nacional de España, pero en la categoría de Sub12 por equipos. “¡Pero si sólo tiene nueve años!”, pensé yo. Está acostumbrado a jugar con mayores, o a ganar en campeonatos del colegio con niños que le superan en edad, pero una competición nacional contra jugadores mayores, federados y muy entrenados, me parecía un reto excesivo. Dudamos un poquito, pero luego accedimos. Teníamos la plena confianza de que, en cuestión de ajedrez, Julián Iglesias sabía muy bien lo que se hacía y conocía a la perfección las capacidades y destrezas de cada niño que entrenaba. Será otro el que organice el viaje en diciembre, será otro el que les de la clase el próximo martes. Inevitablemente, se me viene a la mente el poema “La melancolía del desaparecer” de Agustín de Foxá: “Y pensar que después que yo me muera / aun surgirán mañanas luminosas”…




La vida sigue, incluso cuando la muerte llega de una forma tan abrupta, tan absurda y tan inesperada, haciendo que resulte aún más doloroso. ¡Qué faena nos has hecho Julián! Eso no se hace. Has muerto participando en un torneo de ajedrez y haciendo lo que más te gustaba. Este gran ajedrecista, allá donde esté, seguro que tiene un tablero de 64 casillas blancas y negras esperando por él, para que pueda seguir disfrutando de su pasión. Nadie ha regresado del cielo para contarnos lo que allí hay, pero estoy convencida de que es el lugar donde podremos disfrutar eternamente de nuestras verdaderas pasiones. ¿Qué otra cosa puede ser, si se llama cielo? Descanse en paz, este gran maestro del ajedrez.