Este artículo fue publicado en TRIBUNA
del diario EL COMERCIO el 28/05/2019
Hablaba yo, hace no mucho, de lo que podrían
ser las últimas negociaciones con Teresa, refiriéndome a Theresa May y evocando
el título de esa maravillosa novela de Marsé. Las grandes obras de arte, como
la mencionada, siempre nos vuelven a llamar y, en este caso, por el error que
recoge la novela y los errores continuados de la premier británica. Tal y como
yo entendí el citado novelón de ese gran escritor catalán – ya no sé si también
español, él creo que se considera así, aunque hay temas que ya me aburren
soberanamente y no quiero tocar – lo que relata de forma magistral es una
negación de amor. No un amor no correspondido, porque lo había: el Pijoaparte y
Teresa se querían. Y mucho. Es un amor negado por una razón espuria: la clase
social. Teresa se equivocó y Marsé, quién sabe si un pijoaparte que trabajaba
en la relojería del Carmelo, escribió una obra digna de un Nobel de Literatura.
Si lo tiene Dylan, Juan Marsé Carbó tiene poderosas razones novelísticas para
merecerlo mucho más, según mi gusto y criterio literario. Su narrativa, para
mí, está muy por encima de la de compañeros de la generación de los 50 como Eduardo
Mendoza o Vázquez Montalbán. Pero la vida no es justa, ni con los Nobel, ni con
el amor. Y ha habido y habrá otras razones espurias para negar el amor como la
raza, la religión, razones machistas…
Me voy a los errores de la señora May, que claramente
no sería candidata a un Nobel de la política por la buena acción de gobierno. De
hecho, parece que, por fin, dimitirá el próximo 7 de junio. Ella quería ser una
nueva dama de hierro pero hay mujeres que no tienen réplica. Que solo vale el
original y, si no es así, el electorado queda insatisfecho. Me pregunto cómo
estarán de contentos los votantes conservadores con esta señora que ha
propuesto, en su última insensatez, que el Parlamento decida si hace falta otra consulta sobre la Unión
Europea (UE). En un cuarto y último intento de Theresa May por sacar adelante su plan de salida de la UE, la jefa del
Gobierno británico ha dicho que permitirá a la Cámara de los Comunes votar
sobre la necesidad de que haya un nuevo referéndum para ratificar el acuerdo del Brexit. Candidata al Nobel de la política está claro que no, pero un papel en una nueva
entrega de la serie “Mujeres desesperadas” sí que lo tendría, porque
desesperada siempre ha estado. Aunque pensándolo mejor, para qué estropear con
su presencia las magistrales interpretaciones de la bellísima actriz pelirroja
Marcia Cross. May, durante un discurso en Westminster, lanzó su oferta final
para conseguir que la oposición laborista apoye la Ley del Brexit, que será
llevada a la Cámara de los Comunes a comienzos de junio. Esta propuesta
legislativa incluirá dos novedades claramente destinadas a ganarse el respaldo de los defensores de un Brexit blando y de los que quieren dar marcha atrás al proceso. Por un lado, dará al
Parlamento la capacidad de decidir si Reino Unido puede seguir en la unión aduanera tras el Brexit, algo
que viene pidiendo el líder laborista Jeremy Corbyn para evitar controles
aduaneros en los intercambios comerciales con el resto de la UE. En segundo
lugar, también establece que los Comunes tendrán la posibilidad de determinar
si es necesario un referéndum en que los británicos voten si quieren dejar la UE según lo acordado.
Ilustración de Gaspar Meana
Theresa May declara haber escuchado cuidadosamente a quienes
vienen defendiendo un segundo referéndum aunque ha dejado claro que, en su
opinión, no cree que sea una ruta que se deba tomar, porque cree que debería
implementar el resultado del primer referéndum, no pedir a la gente que vote
por segunda vez. Aun así, reconoce la fortaleza del genuino y sincero
sentimiento en la Cámara en este asunto importante. Por lo tanto, el Gobierno incluirá en la Ley de salida de la UE un requerimiento
para votar sobre la necesidad de convocar un segundo referéndum. Esta
decisión debe tener lugar antes de que el acuerdo de salida pueda ser
ratificado. Si la Cámara de los Comunes fuera a votar en favor de un
referéndum, estaría requiriendo al Gobierno la preparación de esta consulta.
Dirigiéndose a los diputados que quieren otro plebiscito, May concluyó: "Necesitáis que la Ley de salida sea aprobada para poder
conseguirlo". ¿Y por qué me suena esto a chantaje, amable
lector?
El error de Theresa, heredado, fue un referéndum sobre el Brexit.
Fue idea de otra persona. Por cierto, ¿dónde está Wally Cameron? Si esa fue la
decisión del partido en el gobierno, habrá que asumir las consecuencias. Eso
les digo a mis hijos: que es preciso asumir las consecuencias de nuestros
actos. Y en los niños, tiene un pase. Pero, ¿y los mayores de edad? May ya está
mayor y no sobradamente preparada para llevar la nave de gobierno de la Pérfida
Albión.
Y yo me pregunto, tras este descalabro del Brexit en el Reino
Unido y su negociación con la UE: “¿A alguien le quedan ganas o le parece
sensato convocar un referéndum legal en Cataluña?” No me dedico a la política
ni lo haré nunca pero, en tal situación, desde luego que no. Viendo los
desastres ingleses y su ridículo internacional, ¿por qué no intentamos arreglar
esto de otra forma, por favor?
Seguro que las Españas que evocaba el emperador Carlos I de España
y V de Alemania cuando iba a luchar por mantener su imperio, seguro que las
Españas somos capaces de hacerlo mejor. De respetar nuestras diferencias,
nuestras lenguas, nuestras diversas culturas y nacionalidades, si se quiere
llamar así, pero somos un país con siglos de historia unida que, en mi humilde
opinión, no tiene ningún sentido romper. No tiene sentido político, si se sabe
arreglar, ni mucho menos económico, recortando el país que perdería peso y
fuerza en la UE. ¿Qué hicieron los alemanes al derribar el muro? Pues aquello
no fue ninguna tontería. Demostraron lo que son en Europa y para Europa. Y los
ingleses, también lo están demostrando. Y no voy a comparar a Merkel con May,
porque estaría feo ¿verdad? Y es innecesario. Por sus obras las conoceréis. A
ellas también. Es lo que yo llamo igualdad bien entendida. Que a las mujeres se
nos valore por lo que somos capaces de hacer y no por el hecho de ser mujer. Ni
siquiera a las que encabezan gobiernos de países tan poderosos como el Reino
Unido y Alemania.
Apetece decir aquello de "llora como mujer aquello que no has sabido defender como premier", pero no se debe hacer leña del árbol caído.
Eso sí, hace tiempo que debería haberlo hecho.