jueves, 23 de mayo de 2019

Chapeau français! (I)


No voy a pedir perdón por ser quien soy. Por ser Susana Álvarez Otero.
En el catecismo que las monjitas de mi queridísimo colegio de las Dominicas de la Anunciata me enseñaron, quedaron consignados los hechos que son pecado y los que no lo son, en el marco de la fe católica.
No voy a pedir perdón por ser funcionaria y haber aprobado – cum laude – una oposición, porque eso no es ningún pecado. 
No voy a pedir perdón por no haber aprobado una segunda oposición, de momento, porque las fuerzas van menguando en la vida, y las montañas se hacen cada vez más altas. Y no es ningún pecado no lograr aprobar DOS oposiciones en la vida, aunque mi número favorito sea el 2. DOS es compañía, tres es multitud indeseable, y eso sí es un pecado. Y de los gordos. 
No voy a pedir perdón por no haber llegado más alto o por no ser más alta, porque eso no es ningún pecado. Es lo que me ha tocado en la lotería genética y el pecado está en no hacer todo lo que se ha podido con lo que a uno le ha sido dado. La parábola de los talentos…
No voy a pedir perdón por ser vanidosa, porque no lo soy. Quien de verdad me conoce, y no tengo demasiadas relaciones personales, - mi círculo de personas cercanas es reducido - , sabe que no lo soy.
No voy a pedir perdón por estar ensimismada. Yo vivo en mi mundo pero intento observar y entender el mundo, y hasta opinar constructivamente acerca de los temas que me interesan. Lo intento. No voy a pedir perdón por no lograrlo.
No voy a pedir perdón por no ser buena madre, porque me dejo la piel en ello. Soy la mejor madre que puedo ser. Y mi niña me ha dicho esta mañana: “Mamá, otro beso por favor. Te quiero”.
No voy a pedir perdón por no ser un 10, y eso que soy autoexigente. O tal vez lo era más en el pasado. No lo sé. Y quizás se pueda hacer todo mejor de lo que yo lo hago, seguramente, y quizás se pueda ser perfecta y maravillosa. No voy a pedir perdón por no serlo. Soy un ser humano, de carne y hueso. 
Y cuando cometo el pecado de sentirme frustrada en mis ambiciones y deseos, sentirme mal por logros no alcanzados, miro a mi alrededor, miro especialmente el mundo femenino, miro qué han hecho y cómo son otras mujeres, y lo que han dado y logrado como profesionales, como esposas y como madres y me digo: Susanita Álvarez Otero, chapeau!


Gijón, Octubre de 2018. 
Jessica Martínez, fotógrafa.