jueves, 18 de marzo de 2021

Mi casa es azul

Aquí dejo el enlace de un reportaje sobre el color de las casas muy interesante publicado en EL COMERCIO. La mía es azul combinada con piedra. 

Hecha a capricho. Y sí, tiene que ver con la armonía, porque soy una persona ordenada y estoy casada con un absoluto integrista y talibán del orden, así que no hay nada fuera de sitio. Ni siquiera las hierbas del césped. Ni malas hierbas. Mis hijos también son muy ordenados. 

Armonía. El azul busca paz y armonía. No siempre se tiene, pero se busca. 


 https://www.elcorreo.com/vivir/artes/transmite-color-casa-20210312160215-ntrc.html

¿Qué transmite el color de nuestra casa?

Los tonos de los edificios dicen mucho del clima y el territorio que ocupan. También ayudan a señalar y dignificar espacios. Y a transmitir emociones




Viajamos a Andalucía o a los pueblos del Mediterráneo y nos recreamos en sus pueblos de casas blancas, que reflejan la radiación solar y mantienen fresco el interior en esas zonas que sufren el calor con más virulencia. Además, la cal blanqueante ayuda a mantener higienizadas las viviendas, es antifúngica y bactericida. Eso sí, los más pudientes importaban pigmentos para diferenciarse pintando sus viviendas de otras tonalidades. Mientras, en el norte, el frío provocaba que sus habitantes 'vistieran' las paredes de sus edificios de colores más oscuros que atraparan los tímidos rayos de sol.

Juan Serra es arquitecto y profesor de la Universitat Politècnica de València, donde forma parte del Grupo de Investigación del Color del Instituto de Restauración del Patrimonio. Entre otros cometidos, han analizado los centros históricos de ciudades como La Habana, Lisboa, la propia Valencia donde trabajan... para saber de qué color eran las casas antes de que los pigmentos naturales se perdieran: «Analizamos el tipo de vivienda y tomamos muestras de revocos de la fachada para que, cuando se vaya a acometer una labor de restauración, se haga con los tonos originales». Y dedujeron que los edificios son de la tonalidad del territorio que ocupan, del de la tierra y las piedras de las canteras que lo rodean, ocres, amarillos, rojizos... «Y que todo ello nos habla de la historia del lugar». Por ello, alerta de que hay que ser cuidadosos con este asunto, ya que a veces se restauran palacios o edificios 'nobles' en gris y blanco, «y al hacerlo estropean un aspecto cultural, pues un edificio burgués nunca iba en blanco, característico color de las viviendas de familias con menos recursos, como la típica barraca valenciana encalada, mientras que los más pudientes se traían pigmentos de Italia para pintar sus fachadas».

En este sentido, dice, el color ha servido también para dignificar edificios que en un principio habían sido construidos con materiales de mala calidad. «Pasó en Albania, donde llamaron a artistas para que pintaran sus fachadas, pero han pasado los años y las cosas pasan de moda. También en las afueras de París, donde se pintaron barrios con tonos muy coloristas, aunque este tipo de intervenciones a menudo se acaban pareciendo a una ensaladilla». Otra cosa diferente, señala el experto, es lo que se hizo en Europa en la posguerra, «por ejemplo con las viviendas sociales en Alemania, a las que Bruno Taut quiso dar dignidad con el buen empleo del color, porque se trataba de una arquitectura muy pobre en cuanto a recursos».

Para Serra, el color arquitectónico debe usarse para expresar una idea, contar de qué va el edificio. «Y se puede ser creativo. Un ejemplo es la terminal T4 de Barajas, donde el Estudio Lamela y Richard Rogers utilizaron los colores del arcoíris para decirles a los pasajeros hacia dónde tienen que ir, es algo simple y coherente». El color también puede utilizarse en una construcción para entender cómo ha sido concebida. Es el caso del edificio 'Mirador' de Madrid, del estudio holandés MVRDV, en el que los distintos colores y materiales ayudan a entender cómo fue pensado: «Se ve claramente lo que hay detrás de la fachada, a la manera de un Tetris te dice si se trata de un dúplex o un hogar de una sola planta, si es una oficina o el sitio donde están las escaleras...».

Serra, que es autor del libro recientemente publicado 'Color for Architects' (Princeton Architectural Press), considera que el color interesante es el que expresa las leyes con las que se ha organizado la arquitectura. Sucede con la tradicional; un caso conocido es el de Burano, al lado de Venecia, «y sucede también con otros muchos puertos pesqueros, donde las viviendas se pintaban de colores diferentes para que los pescadores, cuando estaban regresando, distinguieran su hogar desde el mar, en la lejanía». Otro ejemplo son esos pueblos del norte de África en azul: «Cuando el propietario de la vivienda había peregrinado a la Meca, la pintaba así. Es un código cultural muy interesante de conocer», explica.

Discriminado

El experto recuerda que el color ha estado en cierto modo 'discriminado' en la arquitectura debido a que el Movimiento Moderno se compartía y publicitaba con fotos en blanco y negro, lo que pudo ser responsable de que el interés se centrara más en las formas y los volúmenes. Pero la arquitectura contemporánea está devolviendo al color la importancia que merece. Y esto sucede con el apoyo de la tecnología: «En los ordenadores nos hemos acostumbrado a ver colores más brillantes y realzados y eso hace que estemos más abiertos a que haya colores más vivos y protagonistas. Ahora vemos tonos saturados, casi fosforescentes, como el centro cultural madrileño Medialab Prado, de Langarita Navarro, con una escalera en amarillo que sería impensable hace unos años y que tiene la posibilidad de cambiar de colores con luces led».

El color puede usarse para que un espacio dé la sensación de ser más amplio si lo pintamos de tonalidades próximas al azul o con colores claros, mientras que con rojizos o tonos oscuros puede parece más constreñido. Un muro puede verse más alejado o más próximo dependiendo del tono que elijamos y esto mismo puede servir para que un elemento desaparezca... o al contrario, para hacerlo más presente. «Le Corbusier pintó la planta baja de La Villa Saboye, a las afueras de París, de color verde para que se fundiera con el color de la hierba del jardín que lo rodea», lo que le aporta una imagen de edificio flotante.

También es relevante el poder de este aspecto para transmitir sensaciones, emociones. Decía Goethe, quien sentó las bases de la psicología del color que conocemos en la actualidad, que «al entrar en contacto con un color determinado, este se sincroniza de inmediato con el espíritu humano, produciendo un efecto decidido e importante en el estado de ánimo». Pese a esto, Serra advierte de que no es fácil saber de qué manera sucede, como tampoco se conoce bien cómo funcionan las combinaciones. «Se ha escrito mucho sobre este tema y, como con la música, parece que hay reglas de armonía. Pero cuando se alteran también se producen resultados agradables. Mira si no el trencadís (uso ornamental del mosaico a partir de fragmentos cerámicos) de la arquitectura de Gaudí... Pues esa mezcla de trozos de azulejos de muchos colores que utilizó en sus edificios, resulta interesante, instructiva».

Admite Serra que es cierto que los colores influyen en el bienestar de la gente, en su estado de ánimo, como esas tablas asociadas a emociones, sensaciones. «Pero muchas veces, cuando intentas demostrar algo así, la teoría hace aguas, hay poco rigor y a veces encuentras resultados contradictorios, ya que el color es un elemento complejo que hay que seguir estudiando».

Un gran desconocido

Junto al grupo al que pertenece, Serra lo está haciendo. Entre otras muchas investigaciones, y con su colega Ana Torres, visitaron residencias de personas mayores para mejorar su bienestar gracias al uso del color: «Queríamos aportar lo que se llama confort visual, ayudarles a ver mejor dónde estaban las entradas y salidas, señalar la presencia de una ventana, evitar deslumbramientos con colores muy saturados... Algo que es objetivo, por ejemplo, ¿cómo se distingue mejor esto o aquello? Porque hay textos que según qué fondo se leen mucho peor. En aquella ocasión preguntamos a los ancianos qué colores preferían para sus dormitorios y para las salas de interacción social. Y, por otro lado, analizamos datos en el laboratorio que recogimos sobre la tensión galvánica de su piel y la frecuencia cardiaca al observar unos tonos y otros. Comprobamos que el azul les activaba un poco menos y que era el color que preferían para sus dormitorios, mientras que decían preferir los rojizos para la sala de actividades. Pero los resultados que obtuvimos luego en el laboratorio fueron muy variables, a veces no coincidían con las preferencias que habían expresado y salían distintos si la respuesta la había dado un hombre o una mujer».

Otro ejemplo: mostraron con realidad virtual a madres usuarias la sala de lactancia del Hospital La Fe de Valencia para saber qué color preferían para ese momento de dar el pecho a su hijo. La mayoría contestaba que colores cálidos, ocres, anaranjados, y querían huir del verde y del rojo. «Del verde porque querían alejarse de esos verdes tranquilizadores con los que se pintan los hospitales al recordarles al momento del parto, y del rojo porque les llevaba a pensar en la sangre. Pero es importante señalar que no solo influye el tono del color, sino la saturación del mismo, es decir, lo vivo o apagado que este sea».

En otra investigación se centraron en los universitarios y en los tonos que preferían para las salas de estudio: «Queríamos averiguar cómo influía este asunto en la concentración y para ello primero les preguntamos por sus gustos y después medimos en laboratorio la frecuencia cardiaca, la tensión de la piel y marcadores de actividad cerebral. Curiosamente, donde mejores marcas de memoria obtenían era con colores fríos, especialmente azulados, pero si les preguntabas mayoritariamente te decían el blanco, algo que las pruebas negaban. Pero además de todo esto, en otros países los resultados eran los contrarios. Hay mucho escrito sobre el color, pero no siempre con suficiente rigor. Aún no sabemos bien cómo funciona».

PSICOLOGÍA DEL COLOR

Rojo:
Fuerza, impulso, energía. Suele asociarse a emociones intensas: amor pasión, sexo... también rabia y agresividad.
Naranja:
Optimismo, diversión.También aporta energía, pero se relaciona más con con la creatividad y la vitalidad.
Amarillo:
Alegría, felicidad. Luz, sol. Aporta energía, pero en exceso, puede provocar nerviosismo y sobreexcitación.
Rosa:
Inocencia, ternura. Tradicionalmente relacionado con lo femenino y lo infantil en cualquiera de los dos sexos.
Verde:
Naturaleza, tranquilidad. Calmante, relajante, por relación con la naturaleza. Asociado a la salud.
Azul:
Calma, armonía. Da calma, como mirar al cielo azul. Se le relaciona con la tristeza y lo armonioso.
Morado:
Espiritualidad, fantasía. Se asocia a la magia, la fantasía, la espiritualidad, la concentración, y la seguridad.
Negro:
Muerte, elegancia. Relacionado con la muerte, es elegante, discreto y sofisticado. En exceso puede agobiar.
Blanco:
Limpieza, paz. Limpieza y pureza. Aporta paz, equilibrio y calma.
Gris:
Sencillez, antigüedad. Lo antiguo, viejo. Aporta sencillez, neutralidad, sobriedad.