Como adultos tenemos que asumir las consecuencias de nuestros actos. Está claro. Eso les digo el primer día a mis alumnos. Que lo son. Y además, nunca doy en primero o segundo de carrera. Me llegan ya más maduritos. Tercero y cuarto son los cursos con asignaturas de Finanzas.
Pues eso.
Por aquí en Asturias ya se están vacunando profesores, pero lógicamente de primera y secundaria. Los universitarios, aislados como estamos, seguramente no nos toca en este curso.
A mí nadie me ha llamado, desde luego. Y creo que mi teléfono suena.
EL PAÍS
Qué pasa con los que no
quieren vacunarse con AstraZeneca
Después de una semana y un día
de parada, España reanuda este
miércoles las vacunaciones con AstraZeneca. Son ocho días de
retraso, un mal menor si se compara con el impacto que las dudas generadas en
torno a este suero pueden causar en la población, en opinión de Amós García
Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología. Habrá personas que
iban a vacunarse y ahora se lo piensen; resta comprobar en los próximos días si
es un número anecdótico o significativo. ¿Qué pasa con ellas?
A esta pregunta respondió el lunes la ministra de Sanidad,
Carolina Darias: “No está contemplado en el plan de vacunación. Por ahora no se
vacunaría [quien la rechace]”. Porque, como recuerda García Rojas, “las vacunas
no son yogures, no se puede elegir el sabor que a cada cual más le guste”. Este
experto sostiene que todas son seguras, tienen un alto grado de eficacia y a
cada uno le toca la más adecuada, teniendo en cuenta que hay un número limitado
y que el objetivo es proteger a los más vulnerables de las formas más graves de
la covid, especialmente personas mayores, que padecen tasas de mortalidad más
elevadas.
La ciudadanía ha escuchado en pocos días conceptos muy
habituales en el mundo farmacéutico, pero con los que la mayoría no está
familiarizado: farmacovigilancia, efectos adversos, eventos inesperados,
relación causal… Las reservas, las dudas, son inevitables. El mensaje de las
autoridades sanitarias es insistente: a pesar de que se produjeron unos eventos
trombóticos tras la inyección del suero de AstraZeneca, no son más frecuentes
que en la población general. Unos especialmente raros sí han sido
estadísticamente más habituales entre los vacunados, pero se trata de un caso
entre cientos de miles, menos que otros efectos adversos graves producidos por
cualquier medicamento de uso frecuente, y ni siquiera se ha podido establecer
una relación causal entre la vacuna y estos episodios.
La mayoría de los países europeos hará como España: la vacuna no se
puede elegir tampoco en Alemania, Francia, el Reino Unido o Bélgica. Al
menos por el momento. Las autoridades italianas sí han anunciado que quienes
declinen ponerse la de AstraZeneca podrían recibir otra más tarde. Pero lo
que es común a todos es que si alguien no quiere una vacuna hoy, nadie le podrá
garantizar cuándo le toca otra, si es que le corresponde.
Quien la
rechace corre un riesgo muy superior a los posibles efectos adversos: la covid,
que en febrero mató a 161 personas por cada millón de habitantes, una cifra
proporcionalmente mayor que la aparición de trombos. Ildefonso Hernández, de la
Sociedad Española de Salud Pública (Sespas) está especialmente contento con la
reanudación de la vacuna de AstraZeneca. En parte porque cree que es buena
noticia para terminar con la pandemia, en parte porque, como se ha ampliado la
edad para aplicar esta vacuna a los 65 años (antes estaba
limitada a 55), pronto le tocará a él, que tiene 64.
Más beneficios que riesgos
Tanto la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en
inglés), como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de
Sanidad repiten que la vacuna es segura y que sus beneficios superan con mucho
sus posibles riesgos, que no están demostrados, más allá de un frecuente
malestar tras el pinchazo. Pero posiblemente esto no sea suficiente para
convencer a quienes dudan o a quienes tienen miedo y prefieren no vacunarse.
“En este contexto a lo mejor es recomendable ver algunas actitudes
ejemplificadoras, personas con cierta relevancia social que digan públicamente
que se vacunarán con AstraZeneca cuando les toque. O representantes políticos,
que no es que se tengan que colar, pero sí manifestarlo públicamente”,
reflexiona García Rojas.
El primer ministro francés,
Jean Castex, entendió esto rápido. Nada más reanudar la inmunización en su
país, la semana pasada, puso su brazo para que le pincharan una dosis. La
ministra portavoz del Gobierno español, María Jesús Montero, ofreció el martes
el suyo y el de todos los miembros del Gabinete para recibir la inyección de
AstraZeneca cuando sea preciso.
¿Es suficiente este gesto? Marga
Mateu, psicóloga en la lista para ser vacunada con AstraZeneca, cree que no.
“Estaría bien por ejemplo que el presidente diera un mensaje de tranquilidad o
se vacunara él mismo, como hicieron en Francia”, reflexiona. A ella le tocaba
el día antes de que se suspendieran las
vacunaciones en España. Y
ante el revuelo causado, con varios países parando sus programas y el
fallecimiento de una profesora en Marbella (que luego no tuvo
relación con la vacuna), decidió decir que no. Quería
pensárselo, asesorarse. Le dijeron que la volvería a llamar, y cuando lo hagan,
dirá que sí. “He hablado con familiares médicos que me han dicho que es segura
y he visto que muchos los países, no solo España, reanudan su vacunación, pero
el miedo con lo que estaba pasando era inevitable”, señala.
Quien
dude y la rechace no debería ser castigado, en opinión de Federico de Montalvo,
presidente del Comité de Bioética de España y miembro de la Ponencia de Vacunas
que asesora al ministerio. Si se arrepiente de su decisión, explica,
lo mejor sería volver a llamarlo cuando se pudiera para inyectarle el suero
de AstraZeneca. Pero no se le debería dar a elegir otra vacuna en un contexto de
escasez. “No parece que tenga mucho sentido que se les quite una vacuna a las
personas más vulnerables, que son las que están recibiendo ahora las de ARN
mensajero [la de Pfizer y Moderna] para dárselo a ellas. Hay
que dejar que transcurra el tiempo, que se vea que la vacuna es segura y seguir
comunicando bien para que la gente vuelva a coger confianza, como sucedió con
muchos cuando vieron a los primeros ancianos que se vacunaron”, continúa.
Las encuestas mostraron cómo a medida que iba avanzando el
proceso de vacunación en España los ciudadanos fueron tomando confianza. Según el CIS,
quienes estaban dispuestos a vacunarse en cuanto pudieran pasaron del 40% en
diciembre al 82% en febrero. No existen encuestas tan fiables sobre cómo ha
impactado todo el ruido generado con AstraZeneca. Tan solo una de
YouGov [compañía internacional de investigación de mercados y
análisis de datos con sede en el Reino Unido] entre 1.050 personas que asegura
que un 52%, considera ahora que la vacuna de AstraZeneca es insegura, el doble
que hace un mes (25%).
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