Primero fue la librería Cervantes de Oviedo. Encargo al comienzo de la pandemia. Ni gracias. La difunta Conchita, que en paz descanse, debería haber aclarado esto a sus empleados, antes de irse al otro barrio. Algunos títulos tardaron meses en llegar. Ahora la Casa del Libro en Gijón. Me paso por allí y la dependienta, no es que me conteste de manera maleducada; más bien nerviosilla. Como cuando yo tengo 4 o 5 cosas encima de la mesa que resolver en un día pero es que yo no trabajo cara al público y con mi público - alumnado- a veces me muerdo la lengua hasta hacerme sangre para no decir lo que pienso de sus respuestas.
Quiero el libro. Hace 2 semanas que lo pedí a "mi" librería en Gijón.
Solución: Amazon. Me llega mañana.
De verdad, de verdad, que soy lectora. De verdad, de verdad, que me importan mis librerías de toda la vida, y de verdad que Amazon funciona mejor. El paseo que me di, tal vez el último, hacia tan recoleta plaza gijonesa, me sirvió para ver los garitos que no se frecuentan y mirar el mar en la calma de la mañana.
De veras, que no es así. Si no quieren perder clientes, mejor se ponen la pilas.