Una película del pasado año. Un cuentín, lo que se dice un cuentín, que supongo que los cinéfilos catalogarán de malísima película. A mi me hizo sentir bien cuando la vi, y después.
Cuenta de manera muy sencilla, algo obvio que a veces nos cuesta asumir.
Que cada uno/a ha de estar con la persona que ama, y que hay que saber aceptarlo con la deportividad que lo aceptan todos los perdedores/as de esta peli.
Al final gana el amor. Se puede hacer spoiler. No puede ser de otra manera.
Porque el amor siempre tiene que ganar. No tiene sentido otra cosa, ni en las películas ni en la vida porque todos queremos lo mismo: AMAR Y SER AMADOS. Ser sujetos pasivos y sujetos agentes de amor. Dar y recibir y sentir deseos de hacerlo. En el momento en que no es así, algo está fallando en la pareja.
Dirigida por un tal Nacho Álvarez, que con ese nombre podría ser uno de mis hermanos pero no.
Estuvo ayer por aquí, con mi madre y su marido, de celebración familiar. Ya no estamos perimetrados por ciudades. Sólo nuestro Principado de Asturias en sí mismo.
