martes, 11 de septiembre de 2018

Pregonero catalán

Este chico catalán, que debería celebrar su fiesta hoy día 11 de septiembre y tal vez lo esté haciendo, en realidad está tan adoptado por aquí, y se siente de Xixón, ya no digo yo más, pero tanto como los de Xixón. 

Tiene apellido que parece italiano, es catalán y está feliz y enamorado en Gijón. Este año le ha correspondido el honor de dar el pregón en las fiestas de Begoña y parece que le hizo muy feliz. Me gustó lo que comentó de la opinión que la gente tiene de nosotros los asturianos. Hay de todo, como en todas partes, pero es bello que piensen eso de nosotros, ¿verdad?



REFERENCIA EN EL COMERCIO 

Saúl Craviotto: «Yo de aquí ya no me muevo»

Saúl Craviotto llegó a Gijón con 15 años, una pala y toneladas de ilusión y hoy se convierte en pregonero de la Semana Grande: «No se puede aspirar a más»

Saúl Craviotto: «Yo de aquí ya no me muevo»

Hoy toca remar a favor de la juerga. Y hay nervios. No niega Saúl Cravioto (Lérida, 1984) que ser pregonero de la Semana Grande de Gijón (21 horas, plaza Mayor) impone, que el papel en blanco se antojó complicado, pero una vez tuvo claro hacia dónde quería mirar, las palabras fueron saliendo sobre la pantalla. Piragüista, policía, padre feliz de dos niñas, estrella de la televisión, cocinillas y auténtico 'sex symbol', Craviotto invitará esta noche a disfrutar, a vivir y a gozar de la Semana Grande. Y aunque el deporte impone su dictadura y los mundiales están ahí, hará hueco para una cañita, para saltarse la dieta y para un poquito de fiesta.

-¿Se acuerda de la primera vez que pisó Gijón?

-Ha llovido mucho. Vine a Gijón con 15 o 16 años y tengo 33, así que llevo más de media vida. Puede que mi primer recuerdo sea en la playa. Estuve concentrado en Trasona, pero veníamos mucho a Gijón, alguna fiestecilla me he pegado aquí de chaval.

-¿Y recuerda cuándo decidió que aquí se quedaba?

-La base de operaciones la teníamos en Trasona y a mí siempre me llamó más la atención Gijón dentro del triángulo que forma con Avilés y Oviedo, por la playa, por el ambiente. Primero viví en Montevil, me alquilé un pisito, luego conocí a mi mujer, que es del barrio de la Arena, y luego ya eché raíces. Son 18 años en Asturias. Y no reniego de mi tierra, tengo mi familia allí, pero yo de aquí ya no me muevo. Hay mucha calidad de vida.

-Si le dicen que iba a llegar a pregonero de las fiestas, ¿qué cara se le hubiera quedado?

-Hubiera alucinado. Todavía alucino. Es algo muy bonito. Es lo máximo a lo que puedes aspirar, ser el pregonero de tu ciudad. Que me hayan invitado a mí, que no soy de Gijón, demuestra la calidad humana, lo acogedores que son los gijoneses.

-Defina a los asturianos a ojo de catalán.

-Gente súper noble. Yo viajo bastante, cuando digo que vengo de Asturias todo el mundo dice 'qué buena gente hay por el norte'. Los asturianos caen muy bien en el resto de España y del mundo. Hay de todo, como en todas partes, pero en general es gente maja.

-¿Nervioso?

-Pues sí. Ya he ensayado un par de veces y simplemente voy a decir lo que siento, pero sí, estoy nervioso.

-¿Se ha comido mucho la cabeza?

-Me costó un poco al principio. Cuando me puse frente al portátil, no sabía por dónde empezar, pero una vez lanzado, fue solo.

-¿Qué va a contar?

-Voy a hablar de mi vínculo con esta tierra, destacar la vida que tiene la ciudad, su movimiento, la cultura, el deporte, voy a tirar mucho por el lado del deporte.

-¿El deporte está reñido con la fiesta?

-Es importante no obsesionarse. Un deportista se tiene que cuidarse, pero de vez en cuando hay que salir, tomarse una sidra o una caña. Todos los excesos son malos por todos los lados.

-O sea, que también se ha pillado alguna gorda.

-Yo soy de carne y hueco. Claro, hay que salir y disfrutar, es necesario.

-Ha vivido la fiesta también en el otro lado, como policía. ¿Cómo es eso?

-Cuando estás trabajando tienes otro chip conectado, el de estar pendiente de todo, no se disfruta igual. Pero Gijón es una ciudad segura, tranquila.

-¿Algún recuerdo confesable de una noche toledana 'apatrullando' la ciudad?

-Recuerdo un fin de año de una pelea tras otra pelea y tras otra y tras otra. Fue hace dos o tres años, brutal, muy cañero.

-¿Echa de menos estar en la calle trabajando?

-A mí me gusta la calle, la actividad, la acción. Ahora estoy en Participación Ciudadana, hago un trabajo más de oficina, de estar en los colegios, es otra forma de aportar a la Policía, pero por seguridad, la mía y la de mi familia, no puede ser.

-Es imposible, una locura.

-Imposible no, pero es peligroso. Que yo detenga a alguien puede ser gracioso, pero es un riesgo para mí y para los míos que el detenido sepa quién soy.

-¿Cuántos autógrafos firma, cuántas fotos se hace al cabo del día?

-No crea que tantos. Soy muy rutinario. Voy de casa a Trasona y de Trasona a casa, allí estoy tranquilo entre mis patos y mis peces. Cuando salgo por Gijón, sí; el otro día estuve en el concierto de Pablo Alborán, y lo que pasa es que si alguien te pide una foto la gente se lanza. Pero son muy respetuosos y majos, estoy encantado.

-Seamos realistas: es usted un 'sex symbol'. ¿Eso cómo se lleva?

-¡Qué va, qué va!

-Le digo yo que sí.

-¡Yo qué se! Para gustos colores. Al final todo son modas, el tema de las portadas, los reportajes, los eventos, esta agenda que estoy teniendo este año, y tengo que aprovechar el momento. Mucho me viene por las medallas olímpicas y mucho también como ganador de 'Masterchef' y tengo que surfear esa ola todo lo que pueda. Pero si voy a Tokio y no consigo medalla o si no vuelvo a ir a ningún programa de televisión, pues esto bajará. Hay que aceptar que es temporal y ya está.

-¿Dónde se ve dentro de veinte años?

-No sé donde estaré dentro de un mes. Espero que con mi familia, con una vida sencilla y vinculada al deporte. ¿Pero dónde me llevará la vida? No lo sé.

-¿Alguna fiesta? ¿Alguna romería favorita?

-Como soy deportistas y mis competiciones son en verano -el europeo lo tuve en junio, el mundial en tres semanas- me pierdo todas las fiestas de prao, al Sella tampoco pude ir este año.... Por mi vida de deportista no puedo ir mucho de romería.

-¿Quizá dentro de veinte años?

-En dos o cuatro colgaré la pala. No habrá que esperar tanto.

-Como cocinillas, desglose las virtudes de la cocina de aquí.

-La cantidad, la calidad, el precio, el producto... Es uno de los pilares de Asturias. Mucha gente viene para comer.

-¿Usted con qué se queda?

-Yo para ser deportista vivo en un mal sitio, llevar dieta es complicado en Asturias. Soy más carnívoro que de pescado, pero aquí hay un pescado buenísimo. Me gusta todo: el arroz con bugre, soy un enamorado de la fabada, el pote asturiano me apasiona, los quesos... Y los dulces son mi perdición: frixuelos, casadielles.

-¿Ha empezado ya con el sushi?

-No lo he hecho en mi vida. Nunca me dio por probar.

-Pues con vistas a Tokio...

-Me gusta mucho la comida japonesa, habrá que intentar aprender, pero primero hay que ir a Tokio, hay que clasificar y queda mucho.

-¿Tanto se sufre con el deporte?

-Pues sí, el título de mi libro, 'Cuatro años para 32 segundos' lo dice todo. Es complicado. Sobre todo de cabeza, más que físico.

-¿Cuál es su planazo veraniego cuando no entrena?

-Pasar tiempo con mis hijas. Cuando tengo un sábado por la tarde, las cojo y me voy a la playa. No necesito grandes cosas. Ir al cine con la mayor, pillar un bol de palomitas y gominolas y con eso soy feliz.

-¿Cuál ha su viajazo?

-Vietnam, un país que me encantó. Fui de luna de miel.

-¿Cuál tiene pendiente?

-Tokio, aunque si voy a competir, no creo que lo vea mucho. Y Nueva York.

Con su mujer asturiana: