martes, 25 de septiembre de 2018

El precio de una mujer

Leí no hace mucho en una novela que uno de los personajes, de clase baja, que iba en coche y se paraba en el semáforo al lado de una mujer que conducía un coche muy caro, pensaba: “Coche caro, mujer barata”. Un prejuicio de clase, efectivamente, que intenta resolver pisando el acelerador como “venganza” del hombre pobre que adelanta a la mujer en su coche caro. Me quedé con la duda de que quien tal cosa escribía podía no conocer el valor, o mejor dicho el precio – que no es lo mismo – de una mujer que no pertenece a su clase. Eso depende de cada una, evidentemente. Hay de todo, en todas las clases sociales. Cuando leí que el valor sólo tiene que ver con lo perecedero ya me dije: “Definitivamente, de economía, ni flowers”. Ignorancia valorativa supina elevada al cubo. ¡Qué digo al cubo! ¡A la enésima potencia y más arriba! Es como decir que "El Guernica" no tiene valor porque sigue ahí, porque está en el Museo de Arte Reina Sofía y podemos ir a deleitarnos y mirarlo en cuanto podamos o queramos. Hasta el mejor escribiente echa un borrón, y los hay que hasta en el título. 
Y no pasa nada si se ignoran tales conceptos. Lo importante de verdad en la vida son otras cosas, lo cual no impide que la confusión de términos sea de tamaño mayúsculo. A mí no se me ocurriría escribir un tratado de literatura, por ejemplo. Artísticamente me defino como un músico aficionado a la literatura y, como mucho, pues puedo dar mi humilde opinión sobre una novela que me guste, o un escritor o escritora que me haya impactado. Este verano leí una novela realmente espectacular de una escritora alemana, además de otras inglesas. En cuanto pueda se lo cuento, amable lector. Pero volvamos a la confusión terminológica de naturaleza económica. 

**PRECIO es un concepto objetivo. Lo que alguien paga por algo y en el caso de los activos financieros lo determina el mercado. En el caso de las personas, que no es un mercado pero a los efectos explicativos lo podríamos equiparar, lo determina la propia persona según que se dé a valer o no.

**VALOR es un concepto subjetivo. Para mí una Harley Davidson no vale nada. No me gustan las motos y me siento sin carrocería en ellas, así que no pagaría nada por una, aunque sé que hay gente que las valora mucho. En definitiva, el valor SUBJETIVO depende de lo que esperas percibir por la posesión de ese activo, o la posesión de esa persona. En el caso de una acción, dividendos y precio de venta; en una obligación o un bono, cupones y valor de reembolso, con o sin prima de reembolso. En el caso de una persona, si piensas que su compañía te dará cosas muy buenas que necesitas y valoras, pues el valor será alto y, en caso contrario, prácticamente nulo.

En otra novela leí que un tipo pagaba un PRECIO altísimo por una mujer de VALOR prácticamente nulo para cualquiera con dos dedos de frente. El tipo pagó un precio altísimo por esa mujer, porque dio con sus huesos en la cárcel al haber matado a otro tipo por ello, y el valor de esa mujer que era una “choni” de barrio, cuyo único activo es ser joven, pero que es mala madre, mala hija y mala persona, pues es un negocio ruinoso. Tal vez no para él si la valoraba, pero de manera objetiva sí que lo es.

El PRECIO es relativo. Depende de lo que cada uno tenga. Para un millonario un anillo de brillantes no es gran cosa. Entra en la joyería, lo compra y ya está. El precio que se está dispuesto a pagar depende, en mercados eficientes, del valor que se le otorga. Si un tipo, por ejemplo, es experto en macramé, qué menos que hacer un tapetito o pequeño tapiz de macramé para la mujer que se ama. Lleva más tiempo que comprar un anillo y sobre todo tiene mucho más valor para quien lo recibe. Y quien lo recibe se siente valorada, lo que incrementa la probabilidad de éxito.

BREALEY y MYERS escribieron la biblia de las finanzas y estos términos quedan perfectamente diferenciados para cualquier estudiante de tercer curso de Economía. Para el caso de los activos financieros, lógicamente y si se sabe aplicar la lógica en el futuro, también para las personas. 

En todo caso, en lo que todos estamos de acuerdo, pintores de brocha gorda, escultores o economistas es que una mujer que se entrega a cualquier precio es una mujer barata. Sin duda, o en el fondo, una mujer que no sabe ser una mujer y el precio que se suele pagar por ello es la SOLEDAD.

Un hombre que ama a una mujer puede demostrarlo haciendo el tapiz de macramé para ella. Si no la ama de verdad, el tapetito será un bodrio, un bluff, algo barato, algo falso, algo que no vale nada. Algo infumable. Y el precio pagado, el tiempo y lo que le haya costado el hilo. Ahora bien, existe un precio aún más elevado en relación a ella. El precio más alto que podría pagar es amarla, que ella le ame y darse la vuelta. Ese precio tiende a infinito porque pagará con el infierno en la tierra: la SOLEDAD. No necesitará irse al otro mundo. Lo pagará aquí, cada día del resto de su vida, y ningún hombre inteligente hace eso. De hecho, hasta los más tontos lo saben. Eso también lo leí en una novela: lo de que "hasta las más tontas lo saben". ¡¡¡Caramba, me dije yo!!!

Pero no importa nada en absoluto no saber de precios y valoraciones bursátiles (o no) si uno no es economista. Si quien escribe tales burradas en términos de valoración es un hombre feliz, enamorado y con una vida plena en lo realmente importante, que ignore el funcionamiento de los mercados financieros no tiene ninguna importancia. En absoluto. Y yo me alegraría por él si así fuera, como por cualquier persona que tenga una vida exitosa en lo verdaderamente importante.

Y el resto, pues tampoco es tan relevante. Tiene la misma importancia que tuvo para mí no entender el Ulises de Joyce y eso que lo leí, aunque no me sirvió de gran cosa. Ya podía haber relatado un 17 de junio, o un 15, o cualquier otro día del año y me hubiera ahorrado yo mucho tiempo, sin emperrarme en leerlo porque era un 16. Otros libros y novelas los he disfrutado mucho y los recomendaría, pero me da pudor. Creo que debe hacerlo quien conoce el tema y está capacitado para la crítica literaria. Para mí la literatura es tan sólo una afición. Gran afición, pero sólo eso. No es mi vida, ni se me va la vida en ello. Lo que de verdad me importan son otras cosas. 

Y lo primero mis hijos porque soy una madre.