miércoles, 19 de septiembre de 2018

El placer de conformarse

Recuerdo el examen de cuarto de piano en el Conservatorio Profesional de Oviedo, en convocatoria libre y con Tribunal Final. Salí rabiada porque había fallado un par de acordes, en el total de obras tocadas y la Marcha Turca de Mozart la llevaba bordada. Recuerdo que una compañera me dijo: "Susana, yo creo que voy a suspender y también estudié. ¿No te puedes conformar con un notable por una vez?". Me equivoqué. Saqué sobresaliente y ella suspendió y estudiaba mucho, más horas que yo pero no tenía talento para el teclado. ¿Conformarme yo?

Y recuerdo con 12 o 13 años que llegué a casa cabreada por un 9.5 en matemáticas. Solo hubo dos sobresalientes de toda la clase (y éramos 30 en el aula por entonces). La otra niña sacó un 9. Yo cabreada y sin ganas de comer, y mi madre me preguntó: "Susana, ¿no puedes mirar para abajo por una vez?. Era un examen difícil y sacaste muy buena nota. Confórmate por una vez por favor." En Lengua todavía, la letra siempre me la he tomado como un juego sin importancia para mí, y he jugado mucho con la letra, lo reconozco, pero aquello eran "mates". Mis queridas matemáticas. 

En fin, que el verbo conformarse no lo he conjugado yo mucho. No obstante, con el pasar de los años y con menores cualidades físicas e intelectuales que se ven mermadas lógicamente con los años, una va descubriendo el placer de conformarse. De jovencita pensaba que la gente conformista no llega lejos. 

Ahora, que sigo siendo la misma pero suavizada y dulcificada por los años, cuando me pica la ambición, me digo: ¿Acaso no tengo suficiente a nivel profesional y académico como para conformarme? Miro a mi alrededor y me digo "pues claro que sí". ¿Y como madre? ¿Cómo son los hijos de los demás?  ¿Y mi pareja? ¿Qué profesión y qué aspecto tienen los maridos de mis allegadas?

Hasta Higgs, el del bosón de Higgs se conformó con dar clase y dejar de investigar cuando comprobó que la cabeza de algunos de sus alumnos iba más rápido que la suya. 

Pues nada, amable lector, que si veo que va llegando en la vida el momento de conformarme con lo logrado, tengo motivos más que suficientes para conformarme. Para relajarme y tirarme en un verde "prau" asturiano, como el que tengo a la puerta de casa y vivir satisfecha con lo logrado. Incluso las mujeres ambiciosas que hemos tratado de sacar lo mejor de nosotras mismas y llegar a lo máximo que daban nuestras fuerzas, incluso esas sabemos conjugar el verbo CONFORMARNOS si es lo que toca y cuando toca.

Claro que sí, hombre. Claro que sí, amable lector. No me voy a suicidar por no llegar más alto. Ya hay bastantes asturianos suicidas, según nos cuenta el último COMERCIO dominical. No formaré parte nunca de dicha nómina. No tengo motivos a tenor de cómo he sabido manejar los problemas que me han llegado en la vida. ¿Conformarme yo con lo que tengo? Será un auténtico y relajante placer.