He tenido noticia del cierre de otra
librería. Recuerdo que tenía su stand el pasado verano cercano a la Carpa del
Encuentro de la Semana Negra de Gijón. Yo acababa de comprar libros de Marsé,
Montalbán y Marta Sanz; este último en una sucursal de librería gijonesa, una
de ellas que vende solo literatura de mujeres. No me fijé en eso porque, de
haberlo hecho, creo que hubiera renunciado a la compra. No me gustan los
ghettos.
Tampoco me gusta que gente que pelea y
trata de salir adelante con proyectos que le ilusionan, fracasen.
Cuando voy por la calle con mis hijos, les
pido que miren la cantidad de negocios que echan el cierre y que extraigan sus
propias conclusiones.
También les animo a que se dediquen a lo
que les guste y que tengan vocación. Si la descubren.
No es la primera, ni será la última
librería que eche el cierre, desafortunadamente. Me apena mucho esto y hago lo que
puedo por ello. Sigo comprando libros, incluso más de los que puedo leer,
pensando en el día en que me sobre tiempo para ello.
A ver si tras la jubilación, de los 70 en
adelante...