lunes, 28 de octubre de 2019

La mariposa de Nabokov

Si una mariposa blanca entra en tu casa significa que tu suerte cambiará para mejor, decía el escritor Vladimir Nabokov, pertinaz coleccionista de lepidópteros y de palabras. Vera Slónim, la rusa culta y distinguida con la que se casó fue su "pieris rapae", la mariposa fiel que le acompañaría durante 50 años, con el objetivo preciso de convertirle en el narrador inmenso que llegó a ser. En esta biografía novelada, de grata lectura, la autora nos aproxima a esta mujer perfeccionista que, como tantas intelectuales, realizó su proyecto vital a través del de su marido. 



Inevitable recordar las certeras palabras de Simone de Beauvoir: "Las mujeres sueñan a través de los sueños de los hombres". Es lo que le sucedió a esta rusa blanca que al enamorarse a los 20 años de los versos de Volodia, "hasta aprendérselos de memoria" se convirtió en la guardiana de sus palabras. 

Vera, que hablaba cinco lenguas y tenía un doctorado en Literatura, le persuade para que abandone el ruso y escriba en inglés; corrige sus textos y le permite vivir al margen de todos los aspectos engorrosos de la vida. Para eso está ella. Para ser la agente implacable que discute con los editores y que, cuando al genio le prende la duda, salva del fuego el manuscrito de "Lolita", que luego les haría millonarios. El único cabo que no logró embridar del autor de "Pálido fuego" fue su obsesión por las mujeres. Consigue quebrar la relación con una amante, pero ya se sabe, la carne es débil y, a pesar de acompañarle cada día a la universidad americana donde imparte Literatura, como si fuera un niño travieso al que hay que llevar de la mano de mamita para que no se escape a hacer sus travesurillas, Vera no logra evitar que ligue abiertamente con sus alumnas. Nabokov solía decir que su mujer era su memoria. No sabremos lo que significó él para ella. Discreta, guardó siempre silencio. En su lápida ordenó poner: "Esposa, musa y agente". 

Tal vez debería haber añadido: "Y cornuda". 

"Esta ineludible vulgaridad del simulacro. De repente, tu conciencia pone los pies en tierra y tú te sientes como un monstruo". 

Nabokov, en "Un revolver para salir de noche.