Ayer lunes en EL COMERCIO, leí una buena columna de opinión. Fue la del profesor y escritor Rubén Figaredo. Está muy bien en sus apreciaciones. Se podría haber mencionado el hecho de que hay que ser honestas y es preciso reconocer que, en general, somos las mujeres las que queremos casarnos, y echar el candado y el cerrojo y pensar que eso los amarra sentimentalmente a nosotras, suponiendo que no hay otras razones, porque hay quien lo quiere por una mera cuestión económica y de subsistencia. O también por eso.
Ni los juzgados, ni las iglesias tienen nada que decir entre un hombre y una mujer. Si están juntos POR AMOR, por ninguna otra razón que el amor, no la económica, no la de subsistencia, no la hipoteca y el techo asegurado, no el banco de semen, no el derecho a la futura pensión, solo EL AMOR, el cerrojo y el candado sobran. Es preciso ser honestas y asumir que ese "libre LAZO del amor", solo se tiene que sostener por amor. Que no es poco. Es todo lo importante y, a la postre, lo único válido para que ese amor sea verdadero.
