lunes, 20 de septiembre de 2021

Tanto monta, monta tanto

Eso explica Sergio del Molino en esta entrevista para EL COMERCIO. Bastante de acuerdo estoy. 


«No hay ningún flanco de la democracia que no esté siendo atacado»

SERGIO DEL MOLINO, ESCRITOR Y PERIODISTA

«El nacionalismo de Vox no se distingue en nada del de los secesionistas. Y, además, dependen el uno del otro»

 

Sergio del Molino (Madrid, 1979), uno de nuestros ensayistas más brillantes, retoma en su nuevo libro, 'Contra la España vacía', algunos de los argumentos del ensayo que lo encumbró y en el que analizó las consecuencias del éxodo que provocó que, entre 1950 y 1970, el campo español se vaciase. Un desequilibrio que sigue marcando a todo un país. Del Molino fue uno de los participantes de los Encuentros en Verines, que ayer se clausuraron en la localidad llanisca de Pendueles y que estuvieron dedicados al género literario que él cultiva con maestría.•

-En una Asturias cada vez más envejecida, el asunto de la despoblación preocupa, y no poco. ¿Vislumbra alguna solución?

-En Asturias tenéis una historia muy particular porque están la emigración, la minería... Hay un montón de factores que hacen que sea difícil comparar su situación con la del resto de España. Y yo no sé si hay mucho que hacer, pero creo que la actitud con la que habría que afrontar este fenómeno es teniendo claro que es un problema democrático.

-Explíquese, por favor.

-Da igual el número de habitantes que tenga una zona... Lo importante es que todos estén integrados dentro de la comunidad y no sientan que su ciudadanía es de segunda. Y eso es lo que no pasa ahora. Yo creo que el principal problema de muchos habitantes de comarcas despobladas no tiene tanto que ver con las cuestiones prácticas y cotidianas de vivir en un área donde los servicios son de peor calidad o directamente no existen: el problema es que se sienten fuera del sistema, extranjeros en su propio país. Eso sí que es una cuestión clave que hay que abordar con una perspectiva de Estado.

-¿Una perspectiva que demasiadas veces brilla por su ausencia en esta democracia?

-Esta es una democracia bastante sólida. No creo que haya una amenaza inminente ante ella, pero sí que es verdad que está rodeada por muchos frentes: los suficientes para que nos preocupemos y les prestemos atención, de manera que la ola no nos salte por encima y no nos inunde. Porque, ahora mismo, no hay ningún flanco de la democracia que no esté siendo atacado, golpeado, mordisqueado por alguna fuerza política hostil a ella.

-Se refiere a la ultraderecha y a los movimientos secesionistas...

-Sí. En España, están básicamente esas dos amenazas, que son dos reflejos de una misma reacción que se puede ver en todo el mundo occidental. Es la forma de reaccionar de algunos oportunistas populistas que intentan canalizar la desorientación y la angustia de una parte importante de la población que se siente abandonada o no se siente integrada dentro de la propia democracia. Intentan canalizarlas con cantos de sirenas y en España eso tiene esas dos vertientes. Por un lado, los nacionalismos y, por otro Vox, que también es un nacionalismo. Es una expresión españolista de un nacionalismo, pero no se distinguen en nada. Y, además, dependen el uno del otro.

-¿Necesitamos la altura de miras de la Transición o liquidar el «régimen del 78»?

-No creo que haya que glorificar la Transición, pero sí hay que tomar conciencia de que protagonizaron un momento excepcional de la historia de España. Lo bonito es que no lo hicieron ni por altura de miras ni por generosidad ni porque fueran mejores que otros, sino porque, probablemente, entendieron que no les quedaba más remedio que negociar y renunciar a una parte de sus proyectos políticos para poder construir un país en el que ninguno estaba muy cómodo. Y, fruto de esas renuncias, surgió, con todas sus imperfecciones, la mejor democracia y el mejor momento histórico que ha tenido nunca España, algo que nosotros debemos aprovechar. Lo idiota sería lo contrario. Aprovechémonos de ese legado, no lo malogremos. Tenemos algo que ya quisieran en muchas partes del mundo: trabajemos en ello. Si uno hereda una casa estupenda, lo que hace es aprovecharla y amueblarla a su gusto.

-¿La herencia franquista pervive en muchas instituciones?

-Hay una retórica muy cómoda y esto afecta, fundamentalmente, a la izquierda, que utiliza el franquismo como comodín. Si tu enemigo es una dictadura que desapareció hace más de cuarenta años, es un enemigo muy fácil: rehuyes los debates actuales y niegas la legitimidad al otro para debatir. Eso es un error. Nadie, con dos dedos de frente, puede negar que España es una democracia avanzada que funciona razonablemente bien. Evidentemente, podemos meter mano en muchísimas cosas: en la judicatura, en los medios... Pero, en líneas generales, es una democracia que no se distingue prácticamente en nada de otras como la francesa o la británica. A partir de ahí, hablemos de cosas serias. Dejemos al franquismo en paz, que ya pasó mucho tiempo.