viernes, 10 de septiembre de 2021

PARÍS ERA UNA FIESTA

 Este artículo fue publicado en TRIBUNA DOMINICAL 

de EL COMERCIO el 05/09/2021


https://www.elcomercio.es/opinion/paris-fiesta-20210905221756-nt.html

París era una fiesta

Messi no opera a corazón abierto, no salva vidas, no investiga contra el cáncer... Comprendo que él y sus compañeros hagan feliz a mucha gente, pero en algún momento habrá que poner un poco de cordura en esta locura económica

 

París era una fiesta' es una obra póstuma de Ernest Hemingway que relata sus memorias vividas en París, con su primera esposa, donde fueron pobres pero felices. Yo nunca he sido pobre, tampoco millonaria y sí, fui muy feliz en París. Estuve tres veces. La primera, como estudiante para perfeccionar el idioma francés. La segunda, con mi madre, quien me llevó para superar un bache importante en mi vida. La tercera, en mi luna de miel. No era mi primera opción para ese viaje, pero al saber que el futuro padre de mis hijos no conocía esa ciudad, me pareció obligado visitarla en un viaje tan especial. París siempre ha sido una fiesta para mí y creo que no volveré nunca porque, como canta Sabina, al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver. La visión de París este verano, recibiendo, cual faraón, al astro del balón que es Messi, remató mi decisión. No me llegó ninguna luz de la ciudad de la luz, sino la oscuridad de este mundo que hace reyes a hombres que no lo valen, y les adora como dioses, porque el balompié es la religión que mejor se transmite de padres a hijos. Doy fe de ello por la cercanía de culés afectados por la decisión del argentino.

Fantástica ilustración de Daniel Castaño. ¡Agradecida!

Soy capaz de entender las virguerías de las Variaciones Goldberg, pero no las que hace ese señor. El fútbol me aburre. Lo que sí sé es que algo no funciona en la gestión de este deporte y en un mundo que venera así a alguien que se dedica a algo tan irrelevante como dar patadas a una pelota. Ese señor no opera a corazón abierto, no salva vidas, no investiga contra el cáncer, no ayuda a combatir la pobreza mundial, no hace nada realmente importante. Trabaja en calzones y da patadas a un balón. Comprendo que él y sus compañeros hagan felices a mucha gente, pero no entiendo el punto al que se ha llegado. En algún momento habrá que poner un poco de cordura en esta locura económica. La capital de la 'liberté, égalité, fraternité', de una república democrática rendida a un rey del balón, en el Parque de los Príncipes, gracias al dinero de un país como Qatar. Los clubs de fútbol de la UE, con los valores que la sostienen, deberían pensar bien lo que están haciendo. No seré yo, como economista liberal, quien niegue las fuerzas del mercado, pero tienen validez si los agentes se comportan de manera racional. Cuando la irracionalidad está presente de tal forma hasta las economías más liberales se plantean límites. ¿Acaso no los tienen los salarios de la NBA, además de un sistema justo en la elección de jugadores? Esto ha llegado demasiado lejos. Me entristecen las imágenes de París, de la misma manera que a ratos me pesa haber traído a mis hijos al mundo en un país con políticos que pueden tener tesis plagiadas, títulos falseados o que al abrir la boca me confirman las sospechas de su ignorancia.

España tiene casi un 40% de paro juvenil, sin oportunidades para los jóvenes y alienta el 'pan y circo'. Tenemos programas tontos de televisión donde aprender a cocinar el pan o el cazón es lo más, cuando los sabios romanos ponían de cocinero al más bajo del escalafón. El circo futbolístico convierte en dignos de admiración a personajes iletrados como Neymar, Sergio Ramos (¿terminó la EGB?) o Messi. Precio y valor no son lo mismo en finanzas. Como ignorante de este deporte no puedo determinar el valor intrínseco de estos señores que, entre los tres, no hacen medio hombre para una conversación provechosa. El mundo ha perdido el norte si venera y paga tanto a tipos que ponen en serio peligro económico a las empresas para las que trabajan y, lo que es peor, que se creen que valen lo que se les paga. Ellos se aprovechan de eso. Y cuando no pueden exprimir más al lugar que les ha dado todo -al FC Barcelona, Messi lo ha dejado al borde de la quiebra y Laporta ha hecho lo correcto-, se largan. El periodista deportivo Joan Josep Pallàs Martí decía que Messi ha regalado felicidad. Pallàs sabe de fútbol, yo no, pero es obvio que Messi no regala felicidad: la cobra por un precio infinitamente superior a su valor. La solución es muy sencilla, si al final el tipo se ha ido por ganar la Champions, la competición fetén. El fútbol lo inventaron los ingleses que han hecho 'Brexit' pero querrán seguir jugando la Champions League. En la UE tenemos que estar unidos para muchas cosas, también para sostener este deporte. Si se promulga una directiva que obligue a que en esa competición no pueda participar ningún club que pague más de 10 millones de euros, por ejemplo (cuarta parte de la ficha de Messi y generoso salario por dar patadas a un balón), tema resuelto. Se evitará la ruina de los clubes y al futbolista que le parezca poco que se largue a jugar a EE.UU, o al Congo belga o que se haga ciclista y se entere de una vez de lo que es un deporte sacrificado. Voto por una final de la Champions con FC Barcelona-PSG y que gane el primero, claro. No me gusta el fútbol pero tal vez me haga culé por una razón importante: el amor.