Muy bello texto de la gallega Alba Carballal ayer en la contra de EL COMERCIO. Del suceso de hace 20 años y de lo que pasó - y no pasó - a lo largo de esos 20 años.
https://www.elcomercio.es/opinion/donde-estabas-20210911111553-ntrc.html
¿Dónde estabas?
A LA ÚLTIMA
Por mucho que se empeñe Carlos Gardel en
aquello de que veinte años no es nada, lo cierto es que dos décadas dan para
mucho. Veinte años son tiempo suficiente para que se organicen cinco
Olimpiadas, para que una tecnología como internet cambie por completo en modo
en que entendemos el mundo, para que Leticia Sabater transite el camino que
separa la infancia de la decadencia, para terminar de cargarnos un planeta,
para que una pandemia global lo ponga todo patas arriba o para que una niña que
a principios de siglo aún jugaba con Playmobils ya sea más vieja que su madre
cuando la tuvo a ella. Aunque es verdad que el tiempo corre cada vez más
deprisa, no es menos cierto que las cosas se transforman, como poco, a una
velocidad análoga. Por eso los acontecimientos históricos nos resultan útiles:
son catalizadores de otras vidas, DeLoreans sin fecha de caducidad, cápsulas
anacrónicas que impiden que lo vivido se termine de ahogar en el mar abierto
del recuerdo.
Sabemos que el 11
de septiembre de 2001 fue histórico porque todos recordamos dónde estábamos en
el momento del segundo impacto contra la Torre Sur. La memoria es un artefacto
de funcionamiento extraño: nos resulta difícil evocar con precisión los rasgos
de personas que un día fueron importantes para nosotros y que ya no están; y,
sin embargo, al pensar en un atentado a miles de kilómetros de casa no nos
cuesta rememorar la barra del bar, el Nokia de pantalla verde, el estampado
noventero del sofá, el color del vestido, la marca de la tele. A veces no hace
falta un Ministerio del Tiempo para asomar la cabeza por la ventana del pasado,
mirar de reojo a la persona que fuimos y preguntarle, en voz baja, si ha
merecido la pena.