En esta etiqueta se recogen los artículos publicados desde 2009 hasta 2016, fecha de inicio de este blog en el que comencé a ubicar mis artículos periodísticos en la web. Los previos nacieron precisamente el 19 de diciembre de 2009, fecha feliz de inicio de mi colaboración con EL COMERCIO, decano de la prensa asturiana. Sin lugar a dudas, una de las mejores decisiones de mi vida.
Este artículo fue publicado en Tribuna de Opinión
de EL COMERCIO el 10/02/2010
http://www.elcomerciodigital.com/v/20100210/gijon/comadres-extraviadas-20100210.html
Susana A. Otero
PROFESORA TITULAR DE ECONOMÍA FINANCIERA DE LA
UNIVERSIDAD DE OVIEDO
Decía mi admirado Oscar Wilde:
“Los hombres quieren ser siempre el primer amor de una mujer. Ahí está su torpe
vanidad. Las mujeres, más inteligentes, prefieren ser el último romance de un
hombre”. Supongo que Wilde se refería a cuál de las dos actitudes es la más
inteligente en el amor, no a que la inteligencia de la mujer sea superior a la del hombre, porque no es así.
No cabe duda de que la inteligencia y la estupidez humana se hayan repartidas
por igual entre ambos sexos. Una buena prueba de ello es la reciente concesión
del premio “Babayu” 2010 al escritor Juan Manuel de Prada, por parte de la
Tertulia Feminista “Les Comadres”.
Tildar de “babayu” a Juan Manuel de Prada es algo que
ejerce un efecto “boomerang” sobre quien lo hace, calificándose a sí mismo con
su burrada. ¿Cómo es posible que alguien utilice tal adjetivo con uno de los
mejores escritores de este país, de tan vasta cultura y tan alta categoría
intelectual?. ¿Cómo es posible que alguien confunda con exabruptos machistas lo
que, en el caso de este escritor, constituye, únicamente, la defensa de una
ideología conservadora?. ¿Muestran tolerancia los que se consideran
propietarios exclusivos de la misma, ante las posturas que ideológicamente no
coinciden con las suyas?. Es evidente que no, y es que, en este país, todo el
mundo presume de ser muy tolerante, pero a la hora de la verdad, algunos lo son
sólo con los que piensan igual que ellos. ¡Así cualquiera!.
Como el amable lector sabe,
nuestro estado de derecho no es discriminatorio contra la mujer, por
consiguiente, las mujeres no necesitamos de la intervención de asociaciones,
grupos, foros, tertulias o similares, donde se defiendan los derechos de la
mujer, porque la ley ya lo hace. Las discriminaciones -positivas o negativas-
son sencillamente eso, discriminaciones, y no son democráticas. En este país
aún quedan grupos de feministas - o “feminazis”, término acuñado por Arturo
Pérez-Reverte-, que piensan que todas las mujeres nos sentimos representadas por
sus exabruptos. Me veo en la obligación de decir que en ello andan muy, pero
que muy extraviadas. A mí, y a un montón de españolas más, no nos representa
más que nuestra propia valía, nuestro esfuerzo y nuestros méritos, defendidos
en igualdad de condiciones que los varones. Y precisamente porque creemos en la
igualdad, la que de derecho y de hecho existe en este país, nos sobran este
tipo de premios mal dados.
No tengo inconveniente en
compartir una comida de comadres con mis amigas o compañeras – por descontado,
sin “sexy-boys” –, de la misma manera que no tengo reparos en llamar tonterías
a las cosas y actitudes que lo son. Que sepan las tertulianas que un premio no
sólo califica al que lo recibe; también refleja la inteligencia y el
conocimiento de quien lo concede.
El día en que desaparezcan los
Ministerios de Igualdad, las Asociaciones de Mujeres por “esto” y por lo
“otro”, los reductos limitados de manera exclusiva a la mujer y las
discriminaciones positivas, basadas en la opinión de los que aún nos toman por
lisiadas mentales necesitadas de una ventaja añadida, ese día y sólo ese día,
empezaré a creerme que en este país vivimos en igualdad. Porque al fin, todas
las mujeres nos creeremos capaces de serlo. Me temo que aún quedan comadres que
no se lo creen.