Pues si yo fuera Siri me lo tomaría mal. Muy mal. Qué quieres que te diga, Paul Auster, aunque no me vas oír. En realidad, no me lo creo, después de lo que escribió de ella en "Diario de Invierno". Será para vender.
El buen amor es más grande que la literatura.
«Comprendí
que la literatura es mejor que la vida, que los libros son el mejor lugar donde
vivir»
Paul Auster, Escritor. Premio
Príncipe de las Letras 2006
Recrea la intensa y fugaz vida del
gran narrador y «poeta del periodismo» estadounidense Stephen Crane en una
extensa y trabajada biografía
Cuando Paul Auster (Newark,
Nueva Jersey, 74 años) terminó '4 3 2 1' se sumió en la obra de su paisano
Stephen Crane (Newark, 1871-Badenweiler, Alemania 1900). Ahíto de ficción,
reconstruyó la vida intensa y fugaz del escritor, poeta y corresponsal de
guerra en 'La llama inmortal de Stephen Crane' (Seix Barral). Recorre los 28
años de vida de Crane, un pionero «que casó poesía y periodismo», vivió deprisa
y no dejó un bonito cadáver. Defensor de los desfavorecidos, enamorado del
salvaje Oeste y los bajos fondos neoyorquinos, sobrevivió a reyertas, naufragios
y batallas. Con él asistimos al nacimiento de una nación que abandona la épica
de Billy el Niño y entra en la de Rockefeller para ser la potencia capitalista
que dominó el mundo durante el siglo XX.
Mal conocido en Europa, Crane
«debía ser una de las mayores glorias de la letras estadounidenses del siglo
XIX y estar a la altura de Herman Melville, Mark Twain o Henry James», dice
Auster desde su casa en Brooklyn. Se propuso «sacar de las sombras a un genio
olvidado por los lectores pero no por los escritores» y de una versatilidad y
capacidad de trabajo asombrosas. Cultivó la novela corta, el relato, la poesía,
el reportaje, el artículo y la crónica, «y abrió nuevas vías en cada género».
«Es un genio entre un millón. Su obra rehuyó las tradiciones de casi todo lo
producido antes de él y liberó de grasa a la novela decimonónica. Fue tan
radical para su tiempo que ahora se le puede considerar el primer modernista
norteamericano, el principal responsable de cambiar el modo en que vemos el
mundo a través de la lente de la palabra escrita», asegura Auster, que rescata
la peripecia de Crane en más de un millar de páginas y sin asomo de
academicismos. «Aborrezco la crítica académica, que es soporífera, y quiero
compartir el placer que supone leer a Crane y comprender que la literatura es
mejor que la vida, que los libros son el mejor lugar donde vivir», ilustra el
autor de la 'Trilogía de Nueva York' y Premio Príncipe de Asturias de las
Letras.
Auster quedó fascinado «por
la frenética y contradictoria vida de Crane y por su obra». Desde esa
admiración recorre «una vida extraña y singular, llena de riesgos impulsivos y
patrañas de sus primeros biógrafos, marcada con frecuencia por una demoledora
falta de dinero y una empecinada e incorregible entrega a su vocación de
escritor que lo arrojaba de una situación inverosímil y peligrosa a otra».
Crane fue corresponsal de
guerra en Grecia y en Cuba, donde España se enfrentó a Estados Unidos en 1898.
Innovó en todos los géneros que tocó y ya con su primera novela, 'Maggie, una
muchacha de la calle', apostó «por una representación implacable y alucinógena
de los barrios bajos de Nueva York que iba tan en contra de la religiosidad de
la época que no había editor que quisiera quedársela».
Acabó siendo reconocido con
25 años como el más famoso escritor joven de Estados Unidos gracias 'La roja
insignia del valor', una historia sobre la guerra civil estadounidense muy
avanzada para su tiempo, «con recursos narrativos que incorporarán luego los
relatos de Joyce y Hemingway», y que es un clásico de la literatura bélica.
Auster compara la celebridad que Crane ganó con su novela a la que Francis
Scott Fitzgerald obtuvo con 'A este lado del paraíso'.
Trabajó para Hearst y Pulitzer
Crane brilló en la dudosa
edad de oro -por amarilla- de la prensa neoyorquina. Una época sin fotos, radio
ni tele, con las ilustraciones y las tiras de Yellow Kid que bautizaron el
periodismo amarillo cuando en Nueva York circulaban 18 periódicos en inglés y
otros 19 en un puñado de lenguas extranjeras «mientras que ahora solo tenemos
tres». Se disputaron su firma los magnates de la prensa sensacionalista y
trabajó para el 'Journal' de William Randolph Hearst y para el 'World' de
Joseph Pulitzer «contando verdades a su manera y con una concepción artística del
oficio».
«Se desarrolló más como
artista que como persona y con 'La tercera violeta' fue el autor de la primera
novela posmoderna y del primer guión de cine del mundo», apunta Auster.
«Escribió tanto en apenas ocho años, y trabajó formas tan variadas, que el
mundo no podía seguirle el ritmo», asegura de su paisano el autor de 'Brooklyn
Follies'. Con este libro quiere «devolver a Crane al lugar que siempre mereció
en las letras americanas». «No es invisible pero está injustamente olvidado».
Crane falleció con 28 años, aquejado de una tuberculosis que trató de curarse
en la Selva Negra alemana, donde recaló tras pasar por Inglaterra; allí conoció
a Henry James y Joseph Conrad.