Yo libro de esto de la endogamia. Parece mi sino. Entré en la Universidad de Oviedo con una beca que me calificó a nivel nacional el Ministerio de Educación. Más imparcialidad imposible. Y el Tribunal de mi oposición de Titular de Universidad fue por sorteo nacional. Por cierto, me tocó una catedrático de la Pablo Olavide entre otros, que no hizo más que echar flores a mi cv, con ese simpático acento sevillano. Eran cinco en mi Tribunal. Total unanimidad. Mi madre salió encantada del acto público.
Las plazas de funcionarios de Universidad son actos abiertos al público donde cualquiera puede ver el cv de los candidatos que concurren a la plaza y recurrir en Tribunales si considera que no se ha elegido al adecuado.
Eso es imparcialidad y transparencia.
En la nueva normativa que propone el ministro Castells los tribunales volverán a ser por sorteo. Así que Susanita....
A vueltas con el sambenito de
la endogamia universitaria
LUIS ÁNGEL
HIERRO,
CATEDRÁTICO DE
ECONOMÍA PÚBLICA DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA
Existen palabras asociadas a la de Universidad que aportan un
sesgo positivo a la institución. Estamos acostumbrados a oír términos como
"excelencia universitaria", "investigación universitaria",
"máster universitario", … En realidad, el propio término
Universidad tiene sesgo positivo. Los padres aspiran a que sus hijos consigan
ser titulados universitarios para mejorar así su estatus social y su futuro
laboral, las empresas contratan a sus élites entre quienes han hecho másteres
universitarios para que aporten los máximos conocimientos posibles, … En
definitiva, la sociedad confía en la Universidad para formar al máximo nivel a
los ciudadanos y permitirles oportunidades sociales y, en cierta forma, venera
el conocimiento que aportamos. Ser
profesor o profesora universitaria implica per se un reconocimiento social. Dedicamos
nuestra vida al estudio y a transmitir y mejorar el conocimiento y por ello la
sociedad nos respeta y confía en nosotros.
La
endogamia universitaria es afirmar que las Universidades, por sistema, tienden
a contratar a los "malos" propios y no a los "buenos"
ajenos, como si siempre ganaran los Salieri frente a los Mozart.
Esta
consideración tiene mucho que ver con la universidad franquista. La dictadura
tuvo su reflejo en las universidades, lo mismo que también lo tuvo el
aislamiento internacional del franquismo cuando sus aliados nazis y fascistas
perdieron la II Guerra Mundial. Al igual que el resto de la España la
universidad franquista fue endogámica, la relación internacional de la
universidad quedó truncada y los que marchaban fuera para formarse estaban
"contaminados de libertad". Eso comenzó a cambiar con la democracia y
con la LRU, de cuya aprobación han transcurrido cuatro décadas, sin
embargo, el
sambenito de la endogamia universitaria sigue generando tinta y leyes.
Son razones de la pervivencia de ese sambenito: - primero, el peso
de la tradición universitaria, que mantiene en el imaginario colectivo al profesor errante, que
cogía y transmitía conocimientos de cada una de las instituciones en las que
ejercía su labor; - segundo, la
imagen que trasladan las universidades norteamericanas de élite,
que en un mercado de fichajes y con decenas de miles de millones de capital,
captan su profesorado a base de chequera entre el profesorado con éxito
investigador del resto de universidades; - y tercero, el factor político, ya
que en España los
liberales y la derecha utilizan el término como método de desprestigio de lo
público.
Frente
a quienes hablan de endogamia universitaria, la realidad actual ofrece razones
para afirmar que la
universidad española no es endogámica. Por una parte, porque el
sistema de formación del profesorado ha cambiado radicalmente. La
internacionalización se produce desde la fase de estudiante, con el programa
Erasmus, los estudiantes tienen acceso global e inmediato al conocimiento
científico a través de internet (lo que hace unas décadas era una odisea en la
mayoría de la universidades, acceder a las últimas publicaciones científicas,
ahora es una cuestión instantánea), hay programas de ayudas que favorecen y
financian la iniciación a la investigación y la estancia en otros centros de
investigación, existe la acreditación previa de los programas de doctorado que
fijan estándares muy rigurosos, … Todos estos factores hacen que un recién doctorado actual de una
universidad española tenga un perfil sustancialmente abierto al exterior y
homologable internacionalmente.
Por otra parte, está el sistema de acreditación del profesorado.
Un profesor/a, desde el primer nivel -ayudante doctor- hasta el último
–catedrático- debe pasar por una acreditación nacional previa que estandariza a
los candidatos/as (por cierto, los problemas del sistema de acreditación
requieren una reflexión aparte). Cualquier candidato/a debe enviar su
currículum completo y éste se valora por una comisión nacional bajo unos
criterios estándar fijados. Con
la acreditación previa del profesorado cualquier posible candidato/a competidor
en un concurso-oposición va a tener un currículum similar y por tanto no va a
haber enfrentamientos tipo Mozart/Salieri. De hecho, si
buscamos escándalos en prensa sobre oposiciones a profesor universitario
veremos la práctica ausencia de los mismos.
En
realidad, la mal
llamada endogamia no es resultado de las normas universitarias vigentes,
simplemente es una cuestión de mera lógica económica y social, que se reproduce
en la práctica totalidad de organizaciones privadas y públicas por
la tendencia natural de toda persona a buscar trabajo en su entorno y de las
instituciones a conservar su capital humano. La realidad es que no hay
competencia porque no hay candiatos/as alternativos. En efecto, si tenemos en
cuenta que en las universidades públicas españolas los sueldos son iguales y se
fijan por BOE y que, además, un profesor/a universitario es un mortal más, que
tiene un cónyuge con trabajo, unos hijos/as con un entorno social, una
vivienda, etc. es decir, un arraigo social y económico, pretender que esté
dispuesto a un peregrinaje vocacional es una entelequia. En mis 35 años de
profesor durante los que se han producido centenares de concursos en mi
facultad bajo distintas normas, solo recuerdo un caso de un profesor foráneo
que compitiera para obtener una plaza frente a un candidato de la propia
universidad. Ganó la plaza, tomó posesión y pidió excedencia el mismo día.
Nunca impartió una clase en mi universidad.
Pero es más, es que tengo grandes dudas de que lo que en la
universidad recibe el nombre de endogamia sea algo negativo para la
universidad. La endogamia es mala en un conflicto tipo Mozart/Salieri pero
planteemos otra perspectiva. Piensen en un médico/a que entra en un hospital
con 28 años como especialista, que trabaja en neurocirugía durante 10 o 15 años
con el equipo del hospital. A alguien se le ocurriría decirle al hospital que
si lo asciende es endogámico y que es mejor que venga un cirujano/a de fuera
¿No será más bien una buena política para mantener el equipo tener contentos a
los médicos/as ofreciéndoles una carrera profesional en el propio hospital? La
universidad no es una actividad de lobos solitarios, investigar y publicar a
nivel internacional requiere de equipos y no se consolidan equipos con
profesores/as errantes y deshaciéndote de tu propio capital humano.
En
la actualidad tengo la suerte de tutelar un becario de doctorado, que fue mi
alumno en el grado y en el master y que tuvo el segundo mejor expediente de su
promoción, es decir alguien de expediente excepcional formado en la Universidad
de Sevilla desde el origen. Gracias a la beca ha sido doctorando visitante en
una universidad extranjera y este curso defenderá su tesis doctoral, su
investigación es de calidad internacional y se encuentra perfectamente
integrado en el equipo de investigación. Mi deseo es que se quede en la
Universidad de Sevilla porque creo que será en el futuro un profesor brillante
de nivel internacional y me parecería un error absoluto no ser endogámico con
él. Que se marchara sería un derroche de capital humano para la Universidad de
Sevilla. Lo que
en futbol se llama "cantera", algo que todo club quiere tener, en la
universidad lo llaman "endogamia".
Voy
aún más allá. Creo que el verdadero problema de la universidad española de hoy
no es la endogamia, sino todo lo contrario. El problema de las universidades
españolas radica en la dificultad para quedarnos con los mejores,
lo que ocurre por dos razones: la escasez de becas para la formación de
doctores y una carrera profesional nada clara y muy dilatada en el tiempo. Para
ser profesor/a hay que investigar y para investigar tienes que aprender mediante
el doctorado. El número de becas para la realización del doctorado es
irrisorio, la mayoría de los departamentos no disponen de becarios de doctorado
y muchos estudiantes motivados para la investigación, con magníficos
expedientes, quedan fuera de las becas y si quieren ser profesores/as se ven
forzados a financiarse ellos mismos el doctorado (lo mismo que si los/as
médicos/as tuvieran que pagarse los cuatro años de MIR). La escasez de becas para realizar
el doctorado hace perder muchos/as candidatos/as ya desde el momento cero.
Pero
además, como no le definimos una carrera profesional atractiva, tener buenos profesores/as cuando
el sector privado realiza ofertas que duplican salarios desde el primer momento
es prácticamente imposible. Esos magníficos/as estudiantes se
ven obligados a trabajar durante años en puestos precarios de poco más del
salario mínimo, para sustituciones temporales que tienen que ocupar para poder
acumular la docencia universitaria que exigen las acreditaciones. Y eso si
tienen la suerte de conseguir sustituciones, pues de lo contrario acaban
vagando por el mundo de las becas postdoctorales y los contratos de proyectos
de investigación. Un recién egresado necesita unos 6 o 7 años (1 master + 4
doctorado + 1 ó 2 de sustituciones) para conseguir acreditarse para ayudante
doctor, una categoría que por cierto solo da acceso a un contrato temporal.
¿Cuánta voluntad y abnegación no habrán de tener cuando con sus capacidades en
cualquier empresa conseguirían magníficos sueldos desde el primer momento? ¿Y
encima pretendemos que sean profesores errantes?
La universidad española no es endogámica, es famélica en
recursos para la formación del profesorado y eso es lo que hay
que solucionar, no la "chorrada" de la endogamia.