sábado, 18 de abril de 2020

Reflexiones para el día después


Tribuna 17.04.2020. EL COMERCIO

En estos peculiares días en los que no podemos evitar la conversación monotemática sobre el microscópico cabroncete que cambió el mundo y nos encerró a todos en casa, me gustaría compartir con ustedes algunas reflexiones sobre el día después (si llega), el día en que todo esto pase (si pasa).
La primera es si habremos aprendido la tremenda lección que el bichito de marras nos está dando, cual profesor antiguo de los de “la letra con sangre entra”, sobre un tema trascendental: las prioridades. Después de ver que la vida o la muerte de un ser humano pueden depender de una mascarilla, de un respirador, de una cama libre en la UCI o de un profesional de la medicina que pueda atenderle a tiempo, me pregunto si les habrá quedado claro a todos los que gestionan dinero público que se deben priorizar siempre aquellas inversiones que pueden salvar la vida de las personas frente a otras que, con todos los respetos, están a años luz en importancia; subvencionar el cine español, la iglesia católica (u otras), las lenguas autonómicas, las fiestas patronales, los equipos de fútbol, las Semanas Negras y las carreras rosas, los chiringuitos ideológicos de cualquier signo o utilizar el dinero de todos para que cada pueblo pueda tener su aeropuerto y su macromuseo (a ser posible diseñados por Frank Gehry o Norman Foster) y su concierto de los Rolling en sus fiestas de verano no digo yo que esté mal, pero vital, lo que se dice vital, no me parece que sea.


Mi segunda reflexión es también sobre otra prioridad, porque nada hay más prioritario para cualquier ser vivo que comer a diario, así de prosaicos somos. Con esta pandemia ha flotado en el ambiente el temor al desabastecimiento de los supermercados, afortunadamente no hemos llegado (todavía) a ese escenario “madmaxiano”, lo que no implica que no pueda ocurrir en un futuro, pues, según algunos expertos afirmaban estos días, se estima que se conoce aproximadamente un 1% de los virus existentes en animales salvajes, así que por pura ley de probabilidades podrían aparecer otras epidemias de este tipo, algunas tal vez más fáciles de atajar, pero otras tal vez mucho más difíciles. Con el Covid-19 se han cerrado fronteras a las personas pero no a las mercancías, así que en el super de la esquina seguimos teniendo cordero de Nueva Zelanda, salmón noruego, almendras de Marruecos o papayas de Brasil. Si el escenario hubiera sido más grave y todos estos productos no hubieran podido entrar en España, nuestra única posibilidad de conseguir alimento dependería de los maltratados agricultores, ganaderos y pescadores nacionales, unas especies en vías de extinción, pues el sector primario que hace solo unas décadas daba empleo al 70% de los trabajadores españoles ocupa ahora a un exiguo 4% y la cifra desciende cada año sin que a nadie parezca haberle preocupado demasiado, al menos hasta ahora. Esta pandemia también puede servir para poner en valor el trabajo de algunas personas para el conjunto de la sociedad y tal vez incluso para darnos cuenta de que podríamos sobrevivir perfectamente sin youtubers, influencers, asesores de imagen, tertulianos, estilistas, coaches, modelos, etc, pero resultaría más complicado hacerlo sin sanitarios, policías o cajeras de supermercado.
Para finalizar un par de apuntes sobre un libro muy leído estos días: The coronavirus prevention handbook del doctor Wang Zhou, jefe del centro para el control y prevención de enfermedades de Wuhan, que recoge la experiencia de los médicos chinos en su reciente lucha contra el Covid-19 y que ha llegado a las manos de muchos médicos españoles recientemente. Lo primero que me llamó la atención fue que en un libro escrito por un eminente doctor en medicina haya un apartado integro dedicado a las hierbas medicinales que podrían tener efecto benéfico en esta enfermedad, esto demuestra que la medicina “oficial” no tiene porqué estar cerrada a otras alternativas si se han probado sus beneficios, sean hierbas medicinales, acupuntura o los “baños de bosque” que en ocasiones recetan los médicos japoneses. Y termino con un segundo apunte del libro que el citado doctor chino nos deja en la postdata del mismo a modo de reflexión final y que les transcribo textualmente: “Tenemos razones para creer que la aparición y propagación de enfermedades contagiosas es la elección que hace la naturaleza para reequilibrar su relación con los humanos”.