miércoles, 1 de abril de 2020

Cuarentona en cuarentena

Este artículo fue publicado en TRIBUNA 
de EL COMERCIO el 01/04/2020


N.B.: Los porcentajes de este artículo están calculados con las cifras de personas tratadas hospitalariamente del virus, teniendo en cuenta las que se han curado y las que han muerto. No se toma la cifra real de afectados que, a priori, sería lo deseable porque en España no se hacen tests a toda la población y la cifra, con toda seguridad, es muy superior a la que nos dan las estadísticas oficiales. El artículo está escrito con datos del pasado domingo y, en este momento, la cifra total de muertos en España es de 9.053 personas. 

Tengo 49 años. También tengo una compañera que me señala que una mujer nunca debe decir la edad. De poco me serviría ocultarla dado que mi c.v. es público. Cuando tomé las uvas esta pasada nochevieja pensé en el escaso medio año que me restaba para disfrutar del último tramo de mis cuarenta y llegar al medio siglo de vida. Quería vivirlo de manera consciente cada día. Ni por lo más remoto imaginaba que se produciría este paréntesis temporal de cierre casero, en que los “tempos” han quedado suspendidos. Soy el tipo de persona a la que le gusta programarlo todo como si fuera una lavadora, hasta el tiempo de ocio. Para poder sacar adelante lo que he hecho en la vida, he vivido bajo programa. Y de repente, un día, te das cuenta de que no puedes controlarlo todo porque no sabes lo que va a pasar. Escuché a un artista, en cierta ocasión, que se planteaba su obra así, según le venía, y me creó una sensación de caos e inseguridad. ¿Cómo puede hacerlo? Es más, ¿cómo puede gustarle eso? A mí me gusta fijar el plan del proyecto que tengo en mente, llevarlo a cabo, o intentarlo con todas mis fuerzas, y si sale bien poder decir aquello propio del Coronel Hannibal Smith en el Equipo A: “Me encanta que los planes salgan bien”. Y si no salen, aprender a no hundirme en la ruina del fracasado. Tal vez, la vida sea más así. Dejarse ir un poco. Mirar al horizonte, hacia el lugar donde quieres ir, donde te quieres quedar, y tomar las cosas como vienen, con la mejor disposición. ¿Qué otra cosa nos queda en la actual situación? En este momento (29/03/2020), en España, por el bichito del coronavirus tenemos 6.528 muertos, superando a China evidentemente  y contamos 14.709 recuperados de los que han sido tratados hospitalariamente, ergo un 30,73% de mortandad, habida cuenta estas cifras. 


Ilustración muy de cuarentona en lo alto de un edificio de pisos.

¿Y en Asturias? ¿Qué pasa en este paraíso natural al que no llega el AVE, y con menos vuelos cada día, camino de tener un aeropuerto de adorno? Cabría pensar que, ya que estamos tan aislados de todo, perdidos y olvidados en la geografía hispana, los virus tampoco llegarían. Pero no. De récord negativo estamos también: 41 muertes con 76 recuperados lo que arroja un saldo mortal superior del 35%. ¡Bravo! ¿Dónde está esa gran inversión social asturiana en sanidad que hace que la nuestra sea maravillosa en comparación con la madrileña, que baja impuestos y por eso mueren en Madrid a troche y moche? ¿Qué dirá ahora nuestro presidente Adrián Barbón para justificar seguir friéndonos a impuestos? ¿Es porque nuestra sanidad es mucho mejor? No. ¿Es que tenemos una población envejecida porque los jóvenes asturianos echan a correr fuera de aquí lo antes posible dado que su tierra, habida cuenta de la ineptitud de sus gobernantes, no les concede oportunidades laborales? Sí. Señor Barbón: no saque pecho usted de la sanidad asturiana para justificar la freidura impositiva a la que nos somete, dado que hay algo que sabemos los que estudiamos matemáticas: que los números cantan, que nadie los puede discutir, como los argumentos políticos o la filosofía, que cada uno tiene la suya, y algunos tienen la de barra de bar. Más pecho podría sacar el presidente cántabro. Una comunidad norteña, también algo aislada quizás, pero que hace mucho mejor las cosas. Ya tarda Revilla en conectar con la Sexta por Skype para resaltar su éxito con el coronavirus. ¿Y qué pasa con nuestros primos-hermanos los gallegos (mi segundo apellido me delata), que también están ahí al norte, pero mucho más potentes económicamente? Esa “derechona” - que diría Barbón con su patarata y toda la corte socialista -, que les ha gobernado muchos años y que les sigue gobernando, permite sacar unos porcentajes de muertes mucho menos vergonzosos que los nuestros. No sé a qué espera el PP a nominar como candidato a la Moncloa al gobernador gallego, Alberto Núñez Feijóo, si él quisiera, para parar la sangría de pérdida de votos del partido que está provocando la bisoñez y vena aznarista de Pablo Casado.
Esta situación era imprevisible para todos y hacemos lo que podemos. Pienso mucho en los mayores que mueren en residencias, pero sobre todo pienso en los niños encerrados en pisos pequeños, que no pueden salir a correr. Dicen que el éxito es lograr lo que deseas y la felicidad, disfrutar de lo que tienes. Si para el próximo Bloomsday irlandés aún estamos encerrados en casa, propondré a mi familia hacer un picnic en nuestro “prau”, mirar nuestros manzanos ahora talados y sin flor, respirar aire puro y limpio, solazarnos al verde, jugar en la hierba y disfrutar de la luz del sol. Y es que el astro rey sigue saliendo cada día, sin permiso del coronavirus.