Dejo aquí debajo enlace de un buen artículo en "El Confidencial". De lo mejor que he leído en los últimos días, porque se refiere a quien yo pensé en primer lugar en esta crisis: en los niños.
En los míos, en primer lugar, por los que sentí alivio porque pueden salir a jugar, respirar aire puro, y correr y dar vueltas por el perímetro de la finca, y seguir fortaleciendo sus músculos y oxigenándose, para potenciar sus defensas y sintetizar vitamina D.
Pero no todos están en la misma situación, y a eso se refiere muy sensatamente el artículo, porque el sesgo de clase se da, para los niños encerrados en pisos pequeños. ¡¡Son niños por Dios!! Un anciano enfermo apenas se mueve: se va de la cama a la cocina, y al sofá de la televisión. Pero los niños, todos los niños, ricos y pobres, necesitan salir y respirar aire puro. Y se acuerdan de las mascotas, que sí, que está muy bien. ¿Y los niños?
Los pajaritos, que no distinguen de cuarentena, entonaban sus cánticos primaverales, ayer, recién iniciada la primavera. Creo que nunca he prestado tanta atención a mi entorno, ni lo he valorado tanto como ahora.
Mi hijo primogénito, Iván de 13 años jugando con su hermanita Elsa de 9 añitos.
Mi hijo haciendo running, que se dice en moderno. O sea, correr. De toda la vida.
Esta mañana, desde mi balcón, tras la ducha...Un día precioso tenemos.
Y ayer, más nublado. Nunca como estos días he mirado tanto por las ventanas, y he salido a solazarme un rato al sol, que sale a ratos. Con la cara cubierta. Hace 25 años que no me ve el sol de manera directa la cara.
https://www.elconfidencial.com/espana/2020-03-22/cesar-rendueles-coronavirus-ninos-encierro_2509379/
La asombrosa desaparición de 7 millones de niños españoles por el
coronavirus
El filósofo y profesor universitario
analiza las claves del confinamiento infantil por el coronavirus. ¿ Los ha
ignorado el Estado más que a los perros salvo para hacer deberes y comer
pizzas?
AUTOR
22/03/2020 10:18 - ACTUALIZADO:
23/03/2020 12:02
¿Sabían que hay 7 millones de menores de
15 años en España? ¿Y que ahora mismo están todos
encerrados en sus casas sin poder salir y con un montón de deberes? No, no es
que el Estado les haya castigado a todos por mal comportamiento. O sí. Son la
población invisible del confinamiento por coronavirus.
César Rendueles -ensayista,
filósofo y profesor de sociología en la UCM- lleva días reflexionando en
Twitter sobre el difícil equilibrio entre crianza, cuidados, tareas escolares,
alimentación y niños encerrados. Rendueles, autor de libros como 'Sociofobia',
analiza las claves infantiles del coronavirus en esta entrevista.
PREGUNTA. Critica que los estamentos
oficiales no han tenido en cuenta las necesidades de los niños en esta crisis.
¿Deberían poder salir?
RESPUESTA. Me gustaría comenzar
aclarando que en ningún caso deberíamos incumplir las instrucciones que han
dado las autoridades sanitarias. Nadie que no cumpla las excepciones
establecidas por la ley debería salir de casa. Dicho esto, sí creo que podemos
plantear preguntas sobre algunas decisiones, sobre todo cuando afectan al
bienestar de colectivos vulnerables. En concreto
creo que es llamativo el enfoque tan
adultocéntrico que está teniendo esta crisis. En ningún momento
se ha tenido en cuenta las necesidades de la infancia, una población que
normalmente es objeto de una especial protección.
La primera ministra noruega dedicó una
rueda de prensa de media hora exclusivamente a los niños.
En la comparecencia de Pedro Sánchez de la semana pasada mencionó varias veces
a las mascotas y sus necesidades y ninguna a los niños. Desde el primer momento
se autorizó a los dueños de perros a sacar a pasear a sus animales. Lo cual me
parece muy bien, por supuesto. Pero lo cierto es que los dueños de los perros
también contagian y estamos hablando de muchísima gente. En España hay 13
millones de mascotas registradas, más que niños
menores de 15 años. Simplemente se confía en que esas personas actuarán con
responsabilidad y no abusarán de ese privilegio.
Es llamativo el enfoque tan adultocéntrico
que está teniendo esta crisis
En el caso de las madres y padres de
niños no se ha tenido esa confianza. No se ha permitido, por ejemplo, que los
niños salgan a pasear diariamente unos minutos con todas las medidas de
seguridad que sean necesarias: de uno en uno, acompañados de cerca por un
adulto, en cierta franja horaria, respetando la distancia
de seguridad, sin usar parques ni zonas comunes… Tal vez ni siquiera
se ha tomado en consideración esa posibilidad.
P. ¿Por qué?
R. Estamos acostumbrados a esperar que
los niños sean invisibles, que no molesten, no hagan ruido y no alteren el
mundo “normal”, que entendemos que es el de los adultos. La crisis del coronavirus es
una especie de paraíso adultocéntrico. Los niños han desaparecido completamente
de la vista pública, por fin son asunto exclusivamente privado de sus padres.
Y luego está esa especie de rencor
social: como a los niños les afecta menos gravemente el coronavirus, no sólo
están invisibilizados, sino que se les ve como minibombas biológicas. Parece
como si todo el mundo hubiera hecho un curso de epidemiología a distancia para
explicarte que tus hijos son “supercontagiadores asintomáticos”. Cuando, en
realidad, cualquier persona puede ser un contagiador asintomático durante el
periodo de incubación de la enfermedad, también la gente que va a trabajar en
metro por la mañana.
El confinamiento tiene un fortísimo sesgo
de clase. No es para nada lo mismo vivir el encierro en una casa amplia que en
diminutos pisos interiores
Insisto en que hay que respetar las
decisiones de los médicos. Pero en otros países como Francia, Bélgica, Suiza o
Austria han optado por otras regulaciones más atentas a la
infancia. Tal vez esos países pequen de imprudentes pero echo de
menos al menos una explicación. Hay que tener en cuenta que el confinamiento
tiene un fortísimo sesgo de clase. No es para nada lo mismo vivir el encierro
en una casa amplia, luminosa, con terraza o incluso jardín que en diminutos
pisos interiores sin luz natural.
P. Respecto a las tareas escolares durante
el confinamiento. ¿Hay un problema de 'deberitis' en las casas?
R. El cierre de todos los centros
educativos nos ha pillado con el paso cambiado a todos los profesores. Es una
situación complicadísima y sin precedentes en la que mucha gente está haciendo
grandes esfuerzos por encontrar soluciones razonables. Las situaciones
educativas son muy distintas entre sí. No tiene nada que ver tratar con
estudiantes de 16 o 17 años, que son mucho más autónomos que con niños
pequeños, de 7 u 8. No tienen nada que ver tampoco las asignaturas en las que
las prácticas tienen mucho peso con otras más teóricas. En cualquier caso,
todos los docentes, pero especialmente los de primaria y secundaria, tenemos
que ser conscientes de la tensión que
supone esta situación para las familias, tanto para los niños como para
los adultos.
Si muchos tienen dificultades para ayudar
a sus hijos, cuando las tareas se multiplican y además están en inglés la cosa
se vuelve surrealista
Hay colegios y profesores que, como decía,
están haciendo una labor increíble en ese sentido, a menudo con pocos medios
materiales, a base de sacrificio personal. En otros casos… no tanto. Algunos
colegios piden a los padres que teletrabajen mientras
supervisan que sus hijos realizan tareas complejas que requieren un alto grado
de conectividad con los típicos problemas técnicos sobrevenidos y todo ello
completamente encerrados en sus casas. Conozco personalmente varios casos de
madres solas con situaciones laborales y sociales complicadísimas que me han
dicho que lo que peor están llevando de esta crisis no es la incertidumbre
económica o el miedo a la enfermedad sino el estrés de ser incapaces de ayudar
a sus hijos con la avalancha de tareas que les llegan desde el colegio.
P. ¿El bilingüismo ayuda?
El programa bilingüe de la Comunidad de Madrid lo agrava todo
mucho. Si muchas familias tienen dificultades para ayudar a sus hijos
normalmente, cuando las tareas se multiplican y además están en inglés la cosa
se vuelve surrealista. Hay madres y padres que sencillamente no entienden qué
es lo que tienen que hacer sus hijos en Science.
P. Dice que el confinamiento ha agravado
la desigualdad educativa. ¿Cómo?
R. Un hecho bien conocido en sociología
de la educación es que los deberes aumentan la desigualdad. Los deberes
benefician a los estudiantes con la capacidad para estudiar autónomamente y
deja completamente descolgados a los que más ayuda necesitan. El papel de las
familias es crucial, en ese sentido. Aquellos estudiantes cuyos padres tienen
conocimientos y tiempo para ayudarles tienen una ventaja enorme. El
confinamiento ha hecho que la educación consista sólo en
deberes. Así que creo que no es muy aventurado suponer que en este
periodo las desigualdades se agravarán. Habrá niños que avanzarán más que si
hubieran ido a clase. Y otros se habrán quedado mucho más descolgados de lo que
ya estaban.
P. ¿Por qué no le gusta el plan Telepizza
de Ayuso para los niños con beca de comedor? ¿No es eso mejor que nada?
R. Rebuscar en un basurero también es
mejor que nada, creo que esa no es la cuestión. El hecho es que existía una
alternativa facilísima: dar el dinero que se va a entregar a
Telepizza y Rodilla a las familias que necesitan esa ayuda
para que compren la comida que les parezca.
Ayuso y los suyos creen que los pobres
gastan mal el dinero y que es mejor financiar a papá Telepizza para que los
alimente
Es realmente la solución más rápida y
fácil y la que se ha elegido en otras comunidades autónomas. También es la que
les gusta a los liberales cuando les beneficia a ellos. El único motivo para no
optar por esa vía es el puro clasismo. Ayuso y los
suyos creen que los pobres gastan mal el dinero y que es mejor financiar a papá
Telepizza para que los alimente.
P. ¿Se ha necesitado una pandemia para
entender la importancia de la sanidad pública?
R. Con la sanidad y otros servicios
públicos, como las residencias para mayores,
ha pasado lo mismo que con la educación. El confinamiento hace que veamos
concentrado en un periodo de tiempo muy rápido procesos que normalmente podemos
ignorar porque se dan a cámara lenta. El 31 de enero de 2019 una plataforma en
defensa de la sanidad pública madrileña presentó un escrito en el que
denunciaba la pérdida de más de tres mil camas en los últimos seis años.
Explicaban, por ejemplo, que los operadores del 061, que atienden llamadas de
urgencias sanitaria, esos que ahora están desbordados, tienen un convenio de
telemarketing.
Hasta hace quince días esa degradación de la sanidad pública o la educación
nos preocupaban pero las tolerábamos porque eran dinámicas que nos afectaban
esporádicamente. De repente esas camas que han desaparecido, las corruptelas en
la privatización de servicios sanitarios, la precarización
del personal sanitario… Todo eso se ha vuelto cuestión de vida o muerte. En
realidad, ya lo era. Miles de personas llevan años padeciendo en su cuerpo las
consecuencias de ese desastre. Simplemente ahora nos afectan a todos a la vez.