Este artículo fue publicado en Tribuna
del diario EL COMERCIO el 05/03/2020
Cuando escribí el artículo publicado en EL COMERCIO
(21/07/2019), titulado “El tonto del cuento” sobre lo que esperaba en términos
económicos del nuevo gobierno asturiano, no recordé algo sabido: que la
realidad supera siempre la ficción. En tal artículo me refería a que era
preciso cambiar 180º las políticas en esta comunidad para levantar cabeza, al
mismo tiempo que reconocía que no tenía confianza en ello, sin cambio de color
político gubernamental. En mi inocencia, pensaba que seguiríamos ahí,
acomplejados, a la cola de España y terminando de caer. Pero no. El gobierno –
mejor sería llamarlo desgobierno – asturiano se ha superado a sí mismo.
Desgobierno económico no solo por insistir en políticas de gasto y olé, no solo
por seguir haciendo las cosas mal, o mejor dicho bien, si lo que quiere es
terminar de hundir el tejido empresarial y económico de esta singular región llamada
Principado, sino que en su “grandonismo” se permite dar consejos a otras
comunidades, más pobladas y potentes económicamente. No doy crédito desde que
leí la noticia el 28/08/2020 en EL COMERCIO. Es como si en nuestra Universidad,
un profesor sin un solo sexenio de investigación, se permitiese dar consejos a
Carlos López-Otín, felizmente reincorporado a nuestras aulas. Y por favor, desde
esta tribuna, le pido que se quede en Oviedo. Solo cosas buenas puede traer a
la Universidad de Oviedo que Carlos decida seguir investigando en ella e
impartiendo su excelente docencia. Tantas cosas buenas para nuestra Universidad
como malas las decisiones económicas que enfoca el gobierno regional que, para
más inri, da consejos a troche y moche a otras comunidades. Me imagino que ante
tal insensatez los gobiernos de Galicia y Castilla y León habrán pensado lo que
titula este artículo: “a consejo malo, campana de palo”.
Habría que recordarle al pequeño gobierno regional de
esta pequeña región que hay competencias transferidas desde hace mucho tiempo. Vivimos
en un estado descentralizado y ahora, por obra y gracia del gobierno asturiano,
que le debe de parecer pequeña nuestra región con su millón de habitantes
menguantes, se atreve a decir a otros lo que tienen que hacer. ¡Flipante! como
dirían mis alumnos. Para llorar y no parar, diría yo. Estas dos regiones han
optado por llevar a cabo rebajas fiscales convencidas de que les benefician,
visto el ejemplo de Madrid. A lo que este gobierno del Norte tan desnortado
achaca que claro, le va bien así porque es Madrid. La situación fiscal no tiene
nada que ver. ¡Qué va, “home”, qué va! No hay más ciego que el que no quiere
ver. Si encontrásemos como digo en la Universidad un personaje con semejante
grado de desfachatez en relación a los que hacen las cosas mejor que él, si
fuera funcionario, habría que relegarlo al menor número de clases posibles y
que estorbe lo mínimo, para que no expanda su ignorancia. ¿Y si es quién
gobierna? Pues puede pasar de todo.
¿Se acuerdan de aquel crucero italiano llamado “Costa
Concordia” que encalló frente a una isla de la Toscana y murieron 32 personas? El
capitán se escapó, se fue a dormir y lo dejó hundiéndose. Al parecer, quería
impresionar a una mujer acercando mucho el barco. Fue condenado a 16 años de
cárcel ¿Qué pretende el presidente del Principado con estas lecciones a otros
gobiernos mejores que el suyo, y que según él están perjudicando sus servicios
públicos? ¿Impresionar a una mujer? Supongo que no. Y terminaremos de hundirnos
y, a diferencia de lo que sucedió con Schettino, el capitán chalado, no le
pasará nada. Ni a él, ni a ninguno de los miembros del gobierno asturiano salvo
que cobrarán sus sueldos, pensiones y beneficios derivados de ello. Ahora bien
a mí me tienen, por decirlo suavemente, enojada. Se me ocurren otros
calificativos para mi situación pero no son decorosos, ni se corresponden con
la educación recibida y mi madre, que es la que lee mis artículos, se enfada si
pongo burradas. No se puede convertir a Asturias en un infierno fiscal y se
debe entender que no se trata de “dumping” fiscal por parte de otras
comunidades, sino de ejercer el derecho a tomar sus propias decisiones por el
bien de sus ciudadanos, como bonificar y reducir al mínimo impuestos como
Patrimonio, Sucesiones y Donaciones. Lo entiende un estudiante de primero de
Economía. En algún lugar hay que poner el límite de la cota de ridículo nacional
que los asturianos podemos tolerar a causa de los gobiernos que sufrimos. El
mío, les aseguro que está a punto de rebasarlo.
Debajo un artículo titulado: "De amores verdaderos".
Yo diría que el amor que no es verdadero no es amor.