lunes, 2 de marzo de 2020

Mis tentaciones cuaresmales

Ya estamos en Cuaresma. Tiempo de tentaciones cuaresmales, como a Jesucristo. Habrá quien le tiente el chocolate, u otras cosas. Si me ofrecen un bombón, no lo rechazo, desde luego. Y hay ofertas tentadoras que no se pueden rechazar. Es de tontos hacerlo. Lo habría sido, en mi caso, rechazar la oferta de la Universidad, cuando ya tenía otro trabajo en una multinacional. 

Lo que me tienta a ratos, es rendirme. Desaparecer definitivamente del mapa. No escribir ni un solo artículo más, ni publicar nada más, ni dar ni una sola clase más, tampoco necesito trabajar para vivir, se podría arreglar bastante fácil... Desaparecer definitivamente, dedicarme a criar a mis hijos, leer novelas que me gusten e interpretar y escuchar la música que me guste. 
A ratos, rendirme es una tentación muy fuerte. Tanto que a veces parece la única verdad. Y encontrar en esa rendición, una liberación. 
Dice la Hoja Arciprestal que Dios nunca te va a defraudar. Pues está muy bien que alguien no lo haga. Está muy bien. Hasta nosotros mismos nos llegamos a defraudar. 

 Al menos, los cristianos sabemos que hay alguien que nunca nos defraudará. Ni hablará mal de nosotros con falsedad. Ni nos calumninará. Él no. Él nunca.