miércoles, 22 de julio de 2020

Una americana en el barrio de Horta



Los americanos me caen bien, en general. Son super amables. Recuerdo un congreso en Chicago, en que salí del hotel, llevaba un mapa de papel en la mano (qué obsoleta, en lugar del móvil, fue hace años) y no me había dado tiempo a orientarlo para identificar el trayecto a la Universidad, cuando ya tenía a mi vera un chico dispuesto a ayudarme, con la mejor de las intenciones. 
Son amables. 
Los ingleses, me temo que no tanto. Son educados pero no se desviven por ayudarte, en absoluto. 
Estirados, que se creen que debemos hablar perfectamente su inglés, no vaya a ser que seamos analfabetos. 
Y ellos no saben hablar otra cosa. 

En fin, la chica es auténtica y se busca la vida porque eso le define. Vivir de la música. 
No siempre se puede vivir de lo que te gusta, aunque sea más aburrido. 
Personalmente decliné acceder a una plaza en un Conservatorio y vivir de la música, haciendo mis pequeños bolos en otro tipo de circuitos, midiendo mis talentos. Notas versus números. Opté por lo segundo y el tipo de vida que representaba. 
Tiene sus costes. Toco el teclado solo por amor al arte. No para vivir. 
Toda opción de vida tiene sus riesgos, sus ventajas y sus inconvenientes. 
Es preciso asumirlo. 
Pues nada. Para quien le interese. 
Esta americana tan salada, vende disco y se puede aportar. 
Es preciso apoyar la cultura si queremos que sobreviva. 
Yo apoyo la buena música y la buena literatura.
Me escribieron hace unos días para pedirme permiso para pasar el recibo de Mecenas de la Ópera de Oviedo y soy socia de la Filarmónica de Gijón. 
De esto último, se perdieron la mitad de conciertos, pero la temporada de ópera la disfruté completa y creo que tendremos nueva temporada. 
Esta chica cuenta que hizo conciertos durante el confinamiento en el barrio de Horta. 
El pasado mes de agosto de 2019 estuve en Barcelona. Nos movíamos en coche, pero también en metro y andando. Dejamos el coche en un parking de Horta, aunque estábamos en otra zona, y cuando íbamos a cogerlo para ir a playas de la costa barcelonesa, a mi hijita le daba miedo pasar por delante de una especie de huerta de porretas y músicos, cercana al parking, que un día montaron una verbena. 
Recuerdo que mi hijita Elsa nos preguntó: 
"Pero ¿qué tipo de padres sois que me hacéis caminar por aquí?". La verdad que el sitio no era para nada tan marginal, pero ella lo veía así, las rastas, las pintas de ropas, y los porros del personal que andaba por allí, asustaron a mi niña. 
La vi mucho más feliz en Paseo de Grácia, comprando un vestido que luego se puso en las pasadas fiestas de Navidad. 
Mientras tanto, mi niño pasaba las tardes haciendo de las suyas en el barrio de Sants, en el Open Internacional de Ajedrez.  
Como mola ver ese polo de Xixón y de Asturies, con los trofeos en la mano....



BARCELONA 2019. 



GIJÓN. DICIEMBRE 2019