Solo tengo una fobia animal: "los marditos roedores". No sé de dónde sacaron los payasos de la tele eso de "Susanita tiene un ratón". Como no sea el "mouse" del ordenador...
El resto de animalillos y bichitos, sin problema. Esto a mi cuñada le aterra; a su hermano, si puede pasar de ello, mejor. Mi hijita, se pone a chillar y corre lejos.
Servidora, no problem. Cuando voy a tender por la noche la colada de la lavadora en el tendal, vecino al cuarto de la caldera que está muy calentito, ahí....ellas tienen su oasis.
Me caen bien las arañas. Tienen una importante función en la naturaleza.
Las mujeres que son como arañas, sin embargo, son el perfecto ejemplo de lo que es la fealdad en una mujer, porque la verdadera belleza está en el interior y, además, de verdad.
Con esto del teletrabajo, igual tengo más tiempo para matar arañas por casa. Aquí dejo una reflexión sobre el teletrabajo, publicada ayer por un articulista, que no soy yo, en EL COMERCIO.
Teletrabajo, el orgasmo del capitalismo esclavizante
No creo, como el filósofo Slavoj Žižek, que la pandemia
suponga el gran golpe al capitalismo, sino todo lo contrario; pasará por una
fuerte crisis y será un punto de inflexión, pero el capitalismo está,
justamente, compuesto metafísicamente de sucesivas crisis, de modo que se verá
reforzado pasado el tiempo y utilizará todas las herramientas posibles para
seguir siendo la apisonadora de lo humano que es. Me explico: Esta situación crítica económica actuará como un
rearme de las grandes multinacionales que barrerán toda pequeña y mediana
empresa y aprovecharán para monopolizar, aún más, los negocios, planteando una
oferta aparentemente perfecta y plural para el consumidor.
En lo tocante al empleado se pondrá los galones por haberlo
premiado a través del teletrabajo: les hará creer que ahora son más libres, que
deciden sus horarios de empleo, que tienen más tiempo de ocio y disponen de un
mayor bienestar y seguridad personal anticontagio. Amarán la idea del
teletrabajo hasta convertirse a sí mismos en cosas y desnaturalizarse.
Ese trampantojo de que tú decidas dónde, cuándo y cómo
trabajar es el mayor placer que pueda recibir un sistema que prefiere los números
a las personas y la gente mediocrizada, dócil y esclavizada a sus propias y
falsas necesidades consumistas.
El capitalismo actúa conceptualmente igual que un órgano
dentro de una macroestructura, como una unidad funcional que tiene unos
objetivos concretos y que necesita nutrirse debidamente para conseguirlos y que
ello repercuta en la vida de esa estructura a la que pertenece.
Imagine la vida general socioeconómica en la que este órgano
capitalista, ávido de hacer cada día mejor su trabajo, está obsesionado en
convertir todo lo encuentra a su paso en recursos, es decir, en boletos de vida
y mejora de la propia estructura, ¡en dinero!
¿Cuál sería, entonces, la mayor excitación de ese órgano, es
decir su orgasmo, su eretismo? Sería que, además, de convertir las cosas en
recursos, pudiese convertir a las personas en cosas para explotarlas al máximo.
Esa es la idea que existe detrás de la aparente panacea del teletrabajo, la
paulatina cosificación humana.
El teletrabajo acabará por desnaturalizar a las personas
para que el órgano auto-télico capitalista sea capaz de transformarlo todo
(materias, naturaleza, animales y personas) en dinero y en sus diversas
presencias (activos, intereses, acciones) en definitiva, finanzas.
La publicidad y la retórica falsa serán herramientas
perfectas para tratar de engañarnos con un mismo modus operandi: «Usted
decidirá su horario, tendrá más tiempo libre, decidirá desde dónde trabajar y
podrá dedicarse a su familia y hobbies». Sin embargo lo que existe detrás
resulta claro si uno se pone las gafas filosóficas:
1) La interconexión entre empleados estará reducida al
mínimo, puesto que no se verán todos los días o casi nunca y eso dificultará la
revisión de la justicia laboral y de las dignas protestas por sus condiciones de
trabajo, por lo que el ‘divide y vencerás’ será la primera baza empresarial.
2) El trabajo se volverá mecánico a falta de liderazgo
personal y del clima laboral propio de la unión y el equipo. Esto se convertirá
en desmotivante, eliminará las ganas de superarse y entristecerá a los
empleados, rebajándoles la energía, que deberán dedicar en su totalidad al
trabajo debido a las necesidades económicas. Desgastados serán fácilmente
presionables. ¡Segunda baza empresarial!
3) Se abrirá, aún más, el hueco para la sustitución de las
personas por robots debido a la eliminación del factor humano con presencia
física en el lugar de trabajo. ¡Tercera baza empresarial!
Estaremos cavando nuestra propia tumba, con una sonrisa
estúpida en nuestra cara mientras el capitalismo se excita viéndonos morir.