Este artículo fue publicado el 23/05/2018 en el diario EL COMERCIO
A estas alturas del partido, amable lector, no voy a ocultar que soy una
economista liberal. Tampoco voy a ocultar que soy una persona independiente,
con ideas propias, sin ningún credo político y que no he votado siempre al
mismo partido político. Confieso que las primeras veces que voté, hice lo que
me decía mi madre: Adolfo Suárez, pues Adolfo. Luego Felipe González, pues
Felipe. Mi madre ahora está afiliada a Ciudadanos junto con su marido y la
verdad que echa de menos en el PSOE a políticos de la talla de Felipe González.
Yo creo que el PSOE los echa más de menos aún. Pues resulta que yo, que me
dedico al estudio del sistema financiero y bancario, a los bancos los veo muy
útiles, por mucho que despotrique la gente contra ellos, y a los políticos, aún
estoy tratando de averiguar, a mis 47 años, para qué sirven. Los políticos, no
los años. Estos últimos sirven para que te deprimas cada día más ante el
espejo. Menos mal que mi esposo me sigue viendo estupenda. Definitivamente, el
amor es ciego. Llevo 17 años casada y es una conclusión a la que he llegado y
tengo muchos contrastes empíricos matrimoniales que documentan mi afirmación.
Y yo, a todo esto, iba hablar de que a nuestros políticos asturianos se les
ha ocurrido estos días, nuevamente, la “genial” idea de poner una semana de
vacaciones escolares a los niños en noviembre así, por la jeta. ¡Y apáñese
usted como pueda! Yo puedo asumirlo, la verdad. Está feo que yo lo diga pero tengo
dinero para pagar una cuidadora para los niños y que mi trabajo no se vea
resentido. Y también tienen cinco abuelos que se quedarían gustosos a cuidarlos
para así disfrutar, nietos y abuelos, de una semana celestial. También podría
trabajar yo en casa, si no tengo clases, pero a mis hijos, la idea de mami en casa
trabajando y nosotros con ella supone poco relax. Pensarán: “Al colegio, por
favor. Por lo menos en el cole, si lo has pillado a la primera, mientras se lo
repiten a otro, pues tú te relajas y haces un avión de papel hasta que el otro
se entere”. Porque además papá tiene que trabajar. Las vacaciones mencionadas
no son para los padres: son para los niños. He ahí la principal cuestión. Los
políticos, que sólo piensan en el bienestar de los ciudadanos y en nada más que
eso, ¡por Dios!, lo proponían como una idea muy “progre” de europeizar y modernizar
la educación de nuestros hijos, dado que en el calendario europeo hay períodos
de descanso más equilibrados. Proponían así añadirlos en junio, intercambiando
días de noviembre por días de junio, y con eso los niños no perdían jornadas
lectivas. Ja, ja, ja. Los que tenemos hijos en colegios con jornada matutina y
vespertina todo el curso, salvo septiembre y junio precisamente, también
sabemos sumar y restar y resulta que tal permuta traería consigo la pérdida de
horas lectivas de las jornadas vespertinas de los días intercambiados. Y así
nos la querían colar. Es normal que los políticos quieran que la gente sepa
cada vez menos y que la enseñanza sea cada vez más floja y con menos
exigencias. Es perfectamente razonable porque cuanto más lerdos seamos, más
fácil será engañarnos a todos.
Ilustración de Gaspar Meana.
Por ayudar a los políticos en ese elevadísimo objetivo suyo que es mejorar
cada día el bienestar de los ciudadanos y desvivirse por ellos les voy a dar,
así, “de gratis”, una sugerencia muy “progre” para europeizar y mejorar la
educación de nuestros hijos. Y esta idea tan “progre” va sobre todo dirigida a
los que tuvieron la “progre” idea de promulgar una ley llamada LOGSE, que
seguramente es uno de los mayores desastres educativos que ha conocido la
humanidad. Antes, salíamos del COU haciendo integrales dobles como coser y
cantar y ahora, tengo sudores fríos para explicar a un alumno universitario una
elasticidad que lleva implícita una derivada. Miren, señores políticos, si lo
que en verdad quieren es mejorar la educación de nuestros hijos, eleven el
nivel. Por lo menos, hasta el mismo punto donde estaba antes de dicho desastre
y, si puede ser, más aún. El mundo tiene que evolucionar a mejor. Eleven la
exigencia a los alumnos y, sobre todo, el nivel del profesorado que imparte las
clases a nuestros hijos en primaria y secundaria, con un buen proceso selectivo
y que salgan capacitados para dar clase sólo los mejores. Y copien, sin pudor,
las normativas educativas del norte de Europa que llevan años funcionando muy
bien y los ponen a la cabeza, como demuestra el informe PISA. Sean humildes y
dado que no tienen talento para crear nada mejor, limítense a copiar lo que ya
funciona. Todos queremos lo mejor para nuestros hijos, pues hagan por ello,
señores políticos y, por favor, sobre todo, no molesten. Lo de por favor, no
roben, eso no lo digo porque ya se sabe que va contra el séptimo mandamiento de
la Ley de Dios y eso ninguno lo hace, ¿verdad?
No sé si tengo algo que agradecer a los políticos. ¡Ah sí! Una beca de
Formación de Profesorado Investigador con la que ingresé en la Universidad,
concedida por el Ministerio de Educación, aunque más bien se encargarían de
ello los funcionarios del ministerio que no rotan, a diferencia de los
políticos. Y, por supuesto, la financiación de todos los proyectos de
investigación en los que he participado. De lo que estoy convencida es que
tengo mucho que agradecer a los bancos y por si no lo había dicho nunca, ahí
va: Agradezco a la Caja de Asturias, ahora Liberbank, la beca recibida en 1996
para cursar Econometría Avanzada en la London School of Economics. Agradezco al
Banco Herrero la beca de prácticas en mi último curso de carrera. Agradezco a
la Fundación Banco Herrero la beca en modalidad de “Ayuda a la investigación”
para la realización de mi primer proyecto de investigación en la Universidad en
la convocatoria 1995-1996 y agradezco al Banco de Santander la más reciente financiación
para mi estancia de investigación en la Universidad de Cambridge.