En
este curso, Carlos ha entrado en nuestras vidas para cambiarlas a mejor. Nada
de deberes sin ton ni son, nada de alzar la voz en clase para lograr el silencio.
Una mirada, un gesto, su actitud o eso que los romamos llamaban la “auctoritas”.
Carlos es el primer profesor varón que ha tenido mi primer hijo en sus 11 años
de vida: tuvo profesoras en el jardín de infancia, en la etapa escolar infantil
y en toda la educación primaria hasta la fecha. Este dato coincide con los
oficiales. Por eso, cuando se habla de cuotas femeninas para lograr los puestos
de trabajo – medida perniciosa e insultante hacia la capacidad de la mujer donde
las haya – me pregunto porqué no dicen nada acerca del porcentaje de mujeres en
la enseñanza: el 95% de los maestros de educación infantil son mujeres. Y si
nos vamos a la judicatura, por ejemplo ¿qué sucede? En la ceremonia de entrega
de despachos de la 67 promoción de jueces, presidida por su Majestad el Rey
Felipe VI en el Auditori de Barcelona, de los 65 componentes, el 70,8% eran
mujeres, en línea con lo sucedido años anteriores. ¿Van a reclamar cuota aquí
los varones? Sería totalmente injusto, creo yo; tanto como reclamarla en
sentido contrario. Pero retomo el hilo de la enseñanza y de Carlos, que no se
me escape.
Mi
hijo está feliz este curso – siempre lo ha estado, por otra parte – porque
percibe en su nuevo tutor escolar una manera diferente de hacer las cosas,
además de un enfoque y una visión masculina que unos niños pre-adolescentes agradecen.
Su referencia masculina hasta ahora ha sido su padre, en primer lugar, sus
abuelos y sus tutores de ajedrez – 100% varones, de lo que deduzco, amable
lector, no una discriminación hacia la mujer en el profesorado de ajedrez, sino
más bien poca inclinación por la enseñanza de este deporte entre las mujeres –.
Ilustración de Gaspar Meana. ¡Muy divertida!
A
Carlos se le ocurrió la feliz idea de utilizar las jornadas vespertinas de los
viernes, cuando los alumnos están cansados de toda la semana y con el nivel de
atención muy reducido pensando en el fin de semana, para una especie de fiesta:
“el Club de las 14.30”. Con ello, pretendía invitar a gente que tuviera algo
que contar, que hablara a los niños aproximadamente una hora, durante la cual
ellos toman sus notas, hacen una redacción y, posteriormente, plantean preguntas.
Entre los invitados del curso ha habido deportistas que él conocía y también
padres y madres. Y a servidora le tocó hace unas semanas. Se trataba de contar
a los niños la función de los bancos en el sistema financiero. Lo tenía
difícil, no sólo porque la materia no siempre es de interés – a muchas personas
las finanzas les generan urticaria –, sino porque la visita del viernes
anterior había sido la de una mamá cirujana y había puesto el listón muy alto,
llevando vídeos de las operaciones a los niños que los dejaron ojipláticos. Y
yo me preguntaba: “Pues a ver ¿cómo logro mantener la atención de niños de 10 y
11 años, si ya cuesta mantenerla entre adultos de 21 y 22 años a los que suelo
dar clase en tercero y cuarto de carrera?”. Inicialmente había preparado una
presentación de powerpoint más larga pero finalmente decidí recortar y tirar de
pizarra, no la digital sino la tradicional, para captar con el dibujo del
esquema del banco la atención de los niños. Y creo que funcionó. En principio
empecé suave para ver si eran capaces de seguirlo y comprobando que las cabezas
decían que sí cuando hablaba de activos y pasivos bancarios, de los conceptos
de préstamos y depósitos, del tipo de interés como precio del dinero, pues una
empieza a pisar el acelerador emocionada comprobando lo rápidas que son las
mentes de los niños. Cuando quieren, son como esponjas y lo pillan todo. ¡Hasta
me dio tiempo a introducirles el concepto de fondos de inversión! Mientras
explicaba iban componiendo sus redacciones, luego me las leyeron, me
bombardearon a preguntas interesantes y me conmovió el interés por mi
biografía. Carlos me había pedido, como a todos los demás ponentes, hacer una
breve historia de vida antes de entrar en faena y explicar a los niños la
trayectoria vital. Les sorprendió muchísimo que yo hubiese cortado radicalmente
una carrera que hasta los 17 años iba orientada a la música para dedicarme
posteriormente a los números. Les resultó raro y me preguntaron si me había
arrepentido. Les contesté que simplemente había seguido la llamada del talento,
de orientarme hacia aquello para lo que consideraba que estaba más capacitada.
Siempre he creído que cortar de cuajo ha dejado sin salir algo que por la vía
artística sí hubiera salido, pero la vida son caminos y optar por uno implica
dejar atrás los demás. Así se lo expliqué. Tras leerme algunas de sus
redacciones, me las regalaron y las guardaré siempre como oro en paño. Las
metieron todas en un sobre grande en el que una niña había dibujado la propia sesión
de clase: y allí estoy yo, con mi pantalón azul y mi blusa de flores, en un
dibujo que me conmovió, casi tanto como la posterior petición de autógrafos.
Supongo que es algo que les quedó de las sesiones previas del Club con los deportistas:
que un deportista firme autógrafos es normal pero yo, ¿qué les voy a firmar?.
Pues allí me vi, con cuadernos y libretas para dedicar un autógrafo y dejarles
un mensaje. Lo hice conteniendo las lágrimas de la emoción de tan hermoso
regalo y dándoles las gracias por su atención y por darme esperanza en el futuro.
Trabajar cerca de los niños y de la juventud es una garantía de permanecer en
el mundo de la cordura y la estabilidad psíquica porque en ellos está la verdad
y la belleza. En este mundo de locos obtusos que pretenden vendernos repúblicas
bananeras donde no se cumplen leyes de ningún tipo, o en un mundo donde los viajes
psicóticos pretenden ser vendidos como buena literatura o cualquier otra forma
de arte, una se siente afortunada de estar del lado de la verdad de los niños
que son los que, en el fondo, viven de verdad. Estar un día cerca no solo de
mis hijos, sino de todo un grupo de niños maravillosos ha sido todo un
privilegio que agradeceré siempre al excelente profesor don Carlos Gatón.