Ayer hizo una tarde realmente primaveral y al llegar a casa, me obsequiaron con esto: una versión "natural" de la Primavera de Vivaldi. Pura gloria, paz y belleza.
Y esta mañana, al abrir
una de las cuatro ventanas de mi habitación, escuché esto. Podría catalogarse
como un dúo de la naturaleza, emulando el diálogo con el Gallo Despertador de
Mozart, la primera melodía que ha tocado mi hija al piano. En realidad, a mí me despierta
el despertador tecnológico, programado para repetir alarma a los 10 minutos a
ver si consigo levantarme. Cada día se me pegan más las sábanas. Esto tiene que
tener una explicación que, de momento, no he encontrado.