miércoles, 9 de mayo de 2018

Morí por la belleza


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Cada instante de dicha 
se paga con dolor 
en proporción intensa y temblorosa
con la felicidad. 

Cada tiempo que se ama tiene un precio:
agrias raciones de años, 
moneditas por las que hay que luchar
y tesoros de lágrimas. 

Durante un día o dos desconcertada, 
turbada aunque sin miedo, 
encontré en mi jardín
a una doncella a la que no esperaba. 

Me hace señas y allí empiezan los bosques, 
me llama y todo empieza. 
Sé bien que en una tierra 
así jamás he estado 

Emily Dickinson