Dando una clase de Máster me quedé bloqueada ante la respuesta de un alumno. Era un graduado en ingeniería, que hacía el Máster, de otra rama. Tuve que contar hasta 10 para no decirle lo que pensaba de su respuesta/reacción y básicamente, le hubiera dicho aquello de: "la belleza de pensar".
A veces he pensado que con el tiempo, y mi propio envejecimiento no solo físico sino neuronal que para mi trabajo es lo relevante, tal vez las capacidades de los alumnos me iban a jubilar y retirar antes de fecha. Con el tiempo me voy tranquilizando de que tal posibilidad queda descartada, lo cual, es gran noticia para mí. No sé si tanto para el futuro de los jóvenes. De algunos jóvenes. No todos, claro está. Hay pocos buenos, y eso es una motivación para seguir.
Ahí le dejo la belleza de pensar, de Bolaño.
