Me suelen decir que soy un persona inquieta y activa. Y paso muchas horas sentada porque el trabajo lo exige.
¿Y sentada en un banco?
Parece una pérdida de tiempo. En un banco. Sin hacer nada. Imposible.
Pero recuerdo dos veces que me senté en uno de estos bancos del parque principal de Oviedo, el bello Parque San Francisco, y fue para pensar.
Pensar hay que hacerlo siempre. Y trabajando más. Pero pensar en cosas que no son de trabajo, en decisiones difíciles, no puede ser delante del ordenador.
Un banco está bien para eso.
Tal vez me haya sentado más veces, pero recuerdo perfectamente las dos veces en las que me senté en uno de estos bancos ovetenses a pensar. En uno de esos bancos tiene sitio Mafalda, en el Parque San Francisco.
Me senté para reflexionar sobre dos decisiones importantes de mi vida, que sabía que si las tomaba iban a cambiar mi vida radicalmente:
1. Cuando decidí dejar mi primera carrera. La primera carrera que estudié y a la que luego no me dediqué. Y habría tenido un puesto de trabajo fijo en ella. Iban a abrir un nuevo Conservatorio.
2. Cuando decidí dejar a mi primer novio, que no hizo otra cosa que quererme bien y habría sido buen marido. Seguro.
Ambas decisiones cambiaron mi vida. Y las dos, la primera hace 32 años y la segunda hace 25 años, ambas a día de hoy, de mis 50 años y medio, puedo confirmar que fueron decisiones acertadas.
Hay que ser observador para decir que en un banco hay más que viejos que viejas sentadas. Seguramente es cierto. Ellas no se jubilan, están comprando o cocinando, o sentadas en la banqueta de la cocina a pensar.
Tal vez de tarde....pueda ser.
Un banco raro, este, con dos señoras. Tendrán muchacha en casa, preparando la comida.
Hay gente rara en los bancos a veces, que seguro se sientan a pensar. Yo lo hice, un par de veces, hace 32 y 25 años respectivamente.
No corro ningún peligro de que vuelva a suceder. Yo lo que tenía que pensar, ya lo tengo todo pensado y decidido. Otra cosa es que luego no resulte o no salga, pero lo tengo todo pensado y requete-pensado.
