Desde EL COMERCIO se me solicitó la opinión sobre los presupuestos del Gobierno asturiano. Recogida en EL COMERCIO de hoy.
Mi opinión en más detalle:
Resulta más difícil valorar unos presupuestos en esta
situación porque lo sucedido con esta pandemia ha alterado todas las
comparaciones posibles y ha hecho que determinados gastos sean inevitables. Con
todo y con eso, es obvio el elevado – e inevitable, supongo – peso que tiene la
sanidad en los mismos dado que representan el 37,28% del total.
Somos una comunidad con una elevada proporción de
funcionarios, lo cual tiene un peso muy importante en el gasto total. Las
deficiencias principales que encuentro son la escasa dotación para Industria,
Empleo y Promoción Económica que representa tan solo el 3,23%. Es claramente
insuficiente si queremos prosperar por esa vía. Y desde luego, estoy totalmente
de acuerdo con quien se queja de las escasas ayudas a los autónomos. La
dotación es de 100 millones cuando sus representantes señalan que tendrán
pérdidas en torno a los 1.200 millones. La diferencia es brutal. ¿En qué
situación se va a quedar ese colectivo? Y de Cultura ya ni hablamos. En la
línea del país, dotando el 1,14% del presupuesto, habida cuenta de que eso
incluye Cultura, Política Lingüística y Turismo. Me parece sencillamente una
falta de respeto por la cultura.
Ahora bien, lo que más me llama la atención son los
términos utilizados. Habida cuenta de que la deuda viva asturiana consolidada
ha pasado de 2.675 millones en 2012 a 4.446 millones en 2020, yo no creo que
eso sea endeudarse con rigor y responsabilidad. Eso es apalancar a las
generaciones venideras. Me parecería un planteamiento más humilde, más digno y
más honroso que se dijera que nos hemos endeudado muchísimo porque no queda
otro remedio. Ahora bien, me canso de decirles a mis alumnos que hay otras
formas de financiarse que no son apalancarse brutalmente, a nosotros y a nuestros
hijos.