domingo, 20 de diciembre de 2020

Glup!

 Qué cosas aprende una leyendo EL COMERCIO, diario decano de la prensa asturiana. 

https://www.elcomercio.es/vivir/relaciones-humanas/orgasmo-que-pasa-cuerpo-test-20201219101209-ntrc.html

Así 'cambia' el orgasmo tu cuerpo... Comprueba con un test cuánto sabes

El momento del éxtasis sexual es una bomba que genera alteraciones físicas a nivel global: cardiovascular, químico, hormonal, muscular... y toda una revolución que afecta hasta a la percepción del tiempo





¿Sabrías hacer una descripción –algo elaborada– de un orgasmo? ¿Cómo le explicarías lo que se siente a alguien que nunca lo ha experimentado? Y no vale decir 'placer' o 'gustirrinín' y ya está. Si lo piensas bien, optes por un tono poético, místico o muy técnico, no es tan fácil. Ni siquiera para los expertos. De hecho, uno de los grupos de divulgadores y especialistas sobre el tema más reputados del momento–Carlos Beyer, Barry R. Komisaruk, Beverly Whippe y Sarah Nasserzadeh– califica el orgasmo como «uno de los procesos biológicos más complicados que conocemos». Lo consideran «una descarga explosiva de tensiones neuromusculares» y también «un placer intenso que genera un estado alterado de conciencia». ¡Es tantas cosas en una...! «Definirlo es difícil porque es una vivencia personal: en todo caso, supone una experiencia compleja de placer global, variable, transitoria y con traducciones físicas evidentes. Es sensorial, vascular y neurológica... Algo subjetivo pero con traducción física objetiva», explica Santiago Frago, codirector del Instituto Amaltea de Sexología de Zaragoza y miembro de la junta directiva de la Federación Española de Sociedades de Sexología.

Es decir, aunque sea difícil poner puertas al campo, sí se puede decir sin temor a equivocarse que el orgasmo provoca un conjunto de cambios en nuestro cuerpo que son más o menos comunes a todos los individuos, si bien es cierto que cada persona vive unos con más intensidad que otros y que el ramillete de alteraciones no tiene por qué cumplirse en su totalidad. Además, en contra de lo que se pueda pensar, la mayoría de estas manifestaciones físicas del orgasmo son compartidas por hombres y mujeres. De hecho, Beyer, Konisaruk, Whippe y Nasserzadeh realizaron una investigación y pidieron a universitarios de ambos sexos que describiesen qué sienten durante el clímax sexual. Borraron cualquier rastro del género de los participantes y presentaron los escritos a un jurado de expertos (sexólogos, ginecólogos, médicos) que, sorprendentemente, fueron incapaces de discernir si el autor era una chica o un chico. Conclusión: ¡No somos tan diferentes en esto!

¿Más simulitudes entre sexos? Sí. Tradicionalmente se habla de las fases de deseo, excitación, orgasmo y resolución, aunque cada vez hay más estudiosos que consideran que no tienen por qué cumplirse todas ellas y que algunas pueden repetirse. Es decir, no es un proceso lineal e inexorable. Parece que hombres y mujeres seguimos esquemas parecidos.

Y otra verdad poco cuestionada y común a ambos sexos: todos buscamos alcanzar este goce –en pareja, en solitario– porque sienta bien, una de las pocas cosas en las que el ser humano ha llegado a cierta unanimidad. «El orgasmo concluye con la liberación de tensión sexual y con una sensación ulterior de bienestar y relajación. Ya lo decía Jane Birkin (la que cantaba sensualmente aquello de 'Je t'aime... moi non plus'): 'Puede que el sexo no alargue la vida, pero la abstinencia la hace interminable'», señala Frago. Para nuestro cuerpo, el orgasmo es una revolución, un auténtico festival. Todo empieza en nuestro sistema nervioso: el cerebro y la médula espinal, que, ante los estímulos, empiezan a mandar mensajes a diestro y siniestro a las hormonas y a distintas zonas de nuestra anatomía. Pupilas dilatadas, rubor sexual –hasta han bautizado con el nombre 'orgasm' a algún colorete superventas–, sudoración... Que empiece la fiesta. Estas son algunas de las alteraciones que experimenta nuestro organismo:

1.
Suben las pulsaciones

Corazón


«Es como si hiciésemos cardio en el gimnasio, ya que aumenta el ritmo cardiaco como si realizásemos una actividad física de potencia baja o moderada», explica la sexóloga Nayara Malnero. Suben las pulsaciones, –algunos estudios revelan que hasta alcanzar unas 160 por minuto, aunque lo más habitual es de 100 a 130–, pero no sólo por el esfuerzo físico del acto sexual, sino por el orgasmo en sí (si estás totalmente pasivo, también te subirán). Además, se incrementa la presión arterial.

2.
Máximo rendimiento

Aparato respiratorio


Sí, la respiración se acelera. Hay que darse cuenta de que, una vez iniciado el proceso de excitación, es como si alguien pisase el acelerador del coche. Y el cuerpo se prepara para rendir al máximo. Así, aumenta la ventilación pulmonar. «Ayuda a respirar mejor. Si, por ejemplo, tienes un catarro, se te abren hasta las fosas nasales», apunta Malnero. En algunas personas se produce tal hiperventilación, si el orgasmo es muy intenso, que hasta pueden sufrir una pequeñísima pérdida de consciencia de unos pocos segundos. Se cree que es por los intensos cambios respiratorios, que contraen la aorta, la arteria principal del cuerpo.

3.
El que da prioridad al placer

Cerebro


Ay, el responsable de todo. La escritora Isabel Allende ironiza diciendo que el punto G –esa parte de la anatomía de la mujer cuya estimulación provoca intensos y distintivos orgasmos– está en el cerebro y que quien busque más abajo va desencaminado. Y los estudios científicos parecen darle la razón. Primero, porque en la fase de deseo y excitación el cerebro empieza a mandar señales para poner el cuerpo a tono con hormonas 'felices' y todo tipo de ayudas. Y, segundo, porque, a nivel psicológico, tiene que dar 'permiso' para que se produzca el orgasmo. ¿Cómo es esto? Muy fácil, en condiciones normales tenemos activadas zonas del cerebro responsables del temor, la ansiedad y la percepción de peligro (la amígdala). Eso nos hace ser cautos y estar alerta. Pero, para alcanzar el orgasmo, el cerebro tiene que 'desactivar' estas zonas 'prudentes' para que el centro del placer (núcleo accumbens) tome el control, mande sangre a los genitales y ordene cambios neuroquímicos que nos ponen 'on fire' hasta que el orgasmo llega. Cuando es así, hay hasta cierta alteración de la conciencia –algunos estudios incluso refieren pérdida de la noción del tiempo y de la percepción de peligro– e incluso se produce una inhibición del dolor, ya que la zona cerebral donde reside queda en penumbra para que 'brille' la del placer. Por eso no es de extrañar que después alguien se descubra un arañazo, una marca, un moratón o un tirón muscular que se ha generado en el fragor sexual y que ha sido ignorado habilmente por el cerebro.

4.
A lo grande

Genitales


Cuando una persona se excita sexualmente, algunos de los cambios más visibles se producen en los genitales, a donde llega un aporte extra de sangre. Se hinchan, literalmente. Tanto el pene como el clítoris. En el caso del miembro viril, éste queda en erección, los testículos y el glande aumentan de tamaño y se producen contracciones en los músculos de la zona genital y del esfínter anal para expulsar el semen (eyacular) cuando se produce el orgasmo, que dura unos segundos (es muy variable). Después de este despliegue, todo vuelve a su tamaño y el varón deberá esperar un tiempo hasta tener otro orgasmo (desde unos minutos hasta varios días, sobre todo en los hombres de cierta edad). Vamos, que no pueden encadenar un orgasmo tras otro. En la mujer, sin embargo, es diferente: el clítoris se llena de sangre, se agranda –hasta puede duplicar su tamaño– y se enrojece la zona genital, que también se humedece. En el momento del orgasmo, habitualmente por la estimulación del clítoris, que está lleno de terminaciones nerviosas, los músculos genitales y el útero experimentan contracciones rítmicas (una cada 0,8 segundos). El ano se estrecha y también las paredes de la entrada de la vagina. El útero se eleva. Cuando termina el orgasmo, segundos después, la zona sigue, por así decirlo, 'congestionada' –llena de sangre– y, si continúa la estimulación, la mujer puede experimentar otros orgasmos –como una sensación ondulante– sin hacer apenas pausa.

«La diferencia fundamental sería que el orgasmo masculino, que suele ir acompañado de la eyaculación, tiene una finalidad lúdica y reproductora, mientras que el orgasmo femenino es fundamentalmente lúdico. Y que la capacidad de 'multiorgasmia', es decir, tener varios orgasmos consecutivos en breve espacio de tiempo, suele ser más propio de alguna mujer que del hombre», resume Santiago Frago, quien advierte que las comparativas sobre la duración e intensidad de orgasmos masculinos y femeninos «no han arrojado datos concluyentes».

5.
Tensión-relajación

Músculos


A nivel muscular, la tensión que va creciendo hasta que 'estalla' en el orgasmo para después dar paso al relax es muy evidente. El cuerpo de hombres y mujeres se va preparando para el éxtasis tensando los músculos. En los varones se aprecia sobre todo en muslos y glúteos. Pero ocurre en ambos sexos. Y, tras el aumento de tono muscular, llega el orgasmo y se originan espasmos musculares en toda la zona perineal. Hasta se pueden llegar a entumecer las piernas. «Luego, todo lo que se ha tensado, se destensa y se llega a un relax máximo», apunta la sexóloga Malnero, quien hace una larga lista de los 'beneficios' del orgasmo femenino: «Es un buen analgésico para el dolor menstrual, la cabeza... Mejora la calidad de pelo, la piel y las uñas, es una bomba de belleza». Quizá no sea la panacea, pero está claro que los humanos lo 'usamos' para subirnos el ánimo. Así se vio durante el confinamiento de la pasada primavera: el 82% de los españoles aseguraron que la masturbación les ayudó a sentirse mejor durante esta etapa tan dura. La mayor parte, un 60%, lo hacía para aliviar el estrés. Lo revelaba el Barómetro del Autoplacer 2020 –elaborado por la firma de bienestar sexual especializada en juguetería TENGA–, en el que España participaba por segundo año consecutivo y de nuevo con las cifras más altas de masturbación. Se ve que el orgasmo es un viaje de ida y vuelta que todo el mundo busca y está dispuesto a repetir.

Una bomba de hormonas y 'química'

«Los profesionales de la sexología reivindicamos un placer más allá del orgasmo, porque el orgasmo no es sinónimo de satisfacción sexual. Placer y orgasmo tampoco son sinónimos: el placer habla de recorridos amplios y el orgasmo de momentos; el placer sería una buena película y el orgasmo una escena muy interesante de la misma», subraya el sexólogo Santiago Frago, quien, no obstante, indica que una buena salud sexual y tener orgasmos conlleva beneficios hormonales y hasta en la sangre.

1. Aumenta la secreción de oxitocina y de DHEA (hormonas que mejoran la actividad cardiaca y una adecuada oxigenación).

2.⦁Durante el orgasmo disminuyen las plaquetas y el aumento de endorfinas relaja las paredes arteriales.

3.⦁Aumenta la producción de anticuerpos, hematíes, leucocitos y los valores de la inmunoglobulina A. Es un «antihistamínico natural».

4. Tras un orgasmo se liberan oxitocina y endorfinas, opiáceos naturales; todo ello favorece la relajación general, es sedante y regula el sueño.

5. En las mujeres,⦁la liberación hormonal disminuye la patología obstétrica, previene la endometriosis, regula el ciclo menstrual y facilita la fertilidad.

6. La depresión se asocia a valores bajos de serotonina y dopamina, sustancias que mejoran la comunicación entre las neuronas y relacionadas con el buen humor. La DHEA y la oxitocina calman la ansiedad, aplacan los temores y ejercen una acción antidepresiva.