domingo, 28 de octubre de 2018

Mi lugar en el Conser

En la misma vetusta Universidad en la que Leopoldo Enrique García-Alas y Ureña, apodado Clarín, tenía un despacho, yo tengo dos. Si tengo apodos, yo no lo sé. Es una cosa curiosa esto de los apodos: que los sabe todo el mundo menos tú. Yo sé los de otros profesores, que ellos no saben, y no sé el mío. Sí se que tengo un despacho en la Facultad de Economía y Empresa de Oviedo (número 19 primera planta) y otro en la Facultad de Comercio, Turismo y Ciencias Sociales Jovellanos (número 104 primera planta) porque imparto clases en los dos centros. Ambos despachos son amplios y luminosos, especialmente el de la Facultad Jovellanos, dadas las dimensiones del edificio. 

Con lo que yo no contaba es, tras haber renunciado a la carrera musical y pasarme la infancia y adolescencia metida en un Conservatorio, es con tener un rincón en un Conservatorio. El más grande de Asturias y uno de los más grandes de España por número de alumnos. Renuncié a ser profesora de piano en su momento, porque me tiraban más lo números, pero me agrada poder colaborar de alguna manera con esta institución musical ubicada en tan bello lugar. 

Así luce en día lluvioso como los de este fin de semana. 
Y ya tenemos el profesor que faltaba de Lenguaje Musical. Antiguamente SOLFEO, pero como suena muy feo, le han cambiado el nombre para motivar a los alumnos. Mis hijos ya se han acostumbrado a que su madre lo llame solfeo, cuando les toma la lección de SOLFEO y se la corrige. Y los jóvenes de hoy a su lugar de estudio lo llaman el Conser. Jamás lo llamábamos así nosotros. Utilizábamos todas y cada una de las letras de su nombre.