martes, 31 de julio de 2018

Y pasaron 20 años...

Tengo buena memoria para las fechas importantes. Son como marcas del tiempo en la línea vital. En días que presiento que van a ser importantes. El 31 de julio de 1998 fue viernes. Tengo un cacharrito circular muy simpático que me regaló el marido de mi madre. Creo que me lo trajo de Amsterdam. Ubica los días de la semana en un intervalo de 50 años. Hoy, con un iphone, se pueden mirar hasta el infinito prácticamente. 


Sin embargo, no necesito ninguno de estos artilugios para acordarme de que era viernes, de que estaba cansada porque llevaba toda la semana trabajando como una bestia en mi tesis, que quería irme a casa, ponerme una mascarilla y dormir 10 horas porque mi prima se casaba al día siguiente en la Capilla de la Universidad y quería ir bien a la boda. Mis amigas insistieron: "¡Venga, tía! Lleva tú el coche, que no tomas copas. Sal un poco que vas a chiflar con tanto ordenador. Hoy toca Gijón que por Oviedo no hay nada en julio!".
Ni me gustaba salir por Gijón, ni me gustaba salir de viernes, pero pensé que si hacía algo bueno por mis amigas, la vida lo haría por mí. Tal vez al día siguiente en la boda de mi prima, me caería el ramo. Llevaba tres años de soltería elegida tras haber roto una relación larga. 
Y alguien me sacó a bailar en el Náutico de Gijón. Y luego me trajo para Gijón. De eso hace hoy exactamente 20 años!!!!!
Mi madre se empeñó en que quería una foto familiar con los niños para la pared. El fotógrafo al ver a mi marido de metro noventa, los niños que eran más pequeños que ahora dijo: "Pues todos al suelo". Quedó una foto divertida. La niña está a mi lado y el niño a la vera de su padre. La tengo en la habitación matrimonial y la veo cada noche desde la cama. Aquel día, 31 de julio de 1998 fue el primer paso, de baile, para formar una bonita familia. La que tengo. 
Que un hombre lleve 20 años enamorado de la misma mujer y que reclame, como mínimo, otros 20 más, creo que podría ser considerado argumento de una novela romántica, aunque en los tiempos que corren casi, casi podría ser catalogado de ciencia-ficción. Sin embargo, no lo es. Para mi esposo es la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. 

Hemos vuelto alguna vez de noche, "al lugar del crimen", pero la verdad que muy poco porque hacemos una vida muy casera y familiar. Para eso se tiene una gran casa: para disfrutar de ella.