Una imagen de una página de uno de los últimos libros de Juan Manuel de Prada. Absolutamente recomendable la obra, por lo que muestra de lo que es mundo literario.
En esta página fantasea con que el protagonista, un escritor sin éxito, se ve abordado por una bella pelirroja que todos desean.
De la página me llama la atención la metáfora con la leyenda biblíca de Susana. Supe de ella cuando me iba a casar. En los cursillos prematrimoniales el cura me dijo: "Supongo que llamándote Susana conocerás la leyenda de Susana, ¿verdad?"
Pues no. No la conocía y me sugirió que la buscara porque me podría hacer falta en la vida. Tuvo razón. Era un cura pero tuvo más razón que un santo. Saber lo que le pasó a otra Susana que le gustaba nadar me ha ayudado a entender y superar cosas que me han pasado a mí muy duras.
Que Juan Manuel de Prada conozca la leyenda bíblica no me sorprende en absoluto, evidentemente. Es un escritor del que admiro su prosa y un hombre cultísimo.
FUENTE: Wikipedia
La Historia de Susana es un breve
texto independiente asociado al Libro de Daniel. Es un caso similar a la Historia de Bel y el Dragón en
el mismo libro. Forma parte de la versión griega de la Biblia conocida como Septuaginta, cuyo origen se remonta al Siglo III a.C., aunque algunas partes pueden ser posteriores.
Aparece, además, en otra versión griega denominada de Teodoción, editada en el Siglo II de la Era Cristiana, en ambas forma parte del Libro de Daniel. El mismo criterio ha sido seguido por las
tradiciones cristianas tempranas , como las ortodoxas, orientales y la católica.
Desde
las investigaciones de Henry Barclay
Swete y Alfred Rahlfs, todos los estudiosos de los escritos bíblicos,
han destacado que se trata de dos cuerpos de texto completamente independientes
entre sí, así como del Libro de Daniel.1
El
nombre de Susana procede del hebreo שושנה, shoushannah, pasando por el griego σουσαννα, sousanna, que puede traducirse
al español como el cono del cuerpo de ciertos
instrumentos musicales de viento (como el de la trompeta), y también como el cono formado por la disposición o
la articulación de pétalos de flores de ciertas variedades. Actualmente se usa,
de forma consensual, para hacer referencia a la flor de azucena, la flor de lirio blanco,
un símbolo ancestral de la pureza, y de la castidad e integridad sexual de la mujer.
Susana y los viejos, por Artemisia Gentileschi
Contenido
Susana,
una bella mujer, esposa de Joaquín, un rico e influyente judío en el Exilio
Babilónico, es vista y deseada por dos ancianos que habían sido nombrados
jueces entre los judíos en el exilio en Babilonia. Los dos viejos se ponen de acuerdo para sorprender
a solas a Susana y así abusar de ella.
En
su versión tardía de este documento, el judío Teodoción agrega unos detalles que indican que Susana se
estaba preparando a recibir un baño con aceites y esencias aromáticas en el
justo momento de ser interceptada por los dos viejos. Los detalles del
"baño de Susana", que enuncia Teodoción en su Versión tardía, causaron
gran impacto a través de los Siglos en la mentalidad de múltiples artistas,
músicos y escritores del Mundo Occidental,
que siguieron de cerca la saga del relato de acuerdo con la tardía versión de
Teodoción.
El
texto Griego Antiguo del Libro de Daniel asentado en la Biblia Griega de los
LXX, bastante más temprano, sin embargo, no dice que Susana fuera a tomar un
baño en ese instante. Y dice, simplemente, que, un día en que Susana pasea por
el vergel13 de su marido, los viles viejecillos la sorprenden, y
entonces la presionan, e intentan convencerla de que se les entregue
sexualmente. Susana los enfrenta, y les responde:
«Sé
que, si hiciere esto, muerte es para mí; y que, si no lo hago, no escaparé de
vuestras manos. Más bello, sin embargo, para mí, caer en vuestras manos, no
habiendo hecho esto, que pecar ante el rostro de SEÑOR...» —Historia de Susana
[Daniel 13], Versos 22-23.
Los
dos ancianos jueces, al verse rechazados, acusan a Susana de adulterio, y ésta
es llevada a juicio, donde los dos ancianos testifican falsamente en su contra
haberla visto reposando con algún jovenzuelo en algún cierto paraje del vergel
de su esposo. En su Versión tardía, Teodoción intenta conferir al relato
elementos dramáticos, y dice que Susana, levantando sus ojos al cielo, lloraba
a grandes voces al clamar la intervención divina. Por contraposición casi
perfecta, el texto original de los LXX, siempre más reservado, más libre de
detalles excesivos, dice sencillamente que Susana, inclinada, lloraba en su
interior mientras clamaba la intervención divina.
Y,
ante la importancia y la "credibilidad" de sus acusadores, Susana es
condenada a morir apedreada. Mas, cuando es llevada por la congregación para
ser lapidada, el profeta Daniel, que por aquel entonces, es sólo un tierno niño,
aprendiz de las artes de la consejería, con miras a ejercerla al servicio del
rey Nabucodonosor, detiene el cortejo del
pueblo que lleva a Susana hacia el sitio de su lapidación, reprende a la gente
por estar actuando sin conocimiento pleno de la causa, y pide separar a los dos
viejecillos para interrogarlos con inteligencia.
(Esta
sencilla idea representa en sí misma un considerable aporte y adelanto temprano
en materia de averiguaciones y procedimientos tendientes a aclarar y deslindar
acciones y participaciones de las partes que han sido involucradas en litigios,
o en hechos delictivos.)
Y,
tal como sucede en los procesos en los que se implementa dicho procedimiento,
los dos falsos testigos incurren en tremenda inconsistencia o contradicción en
sus declaraciones cuando el jovencillo les pregunta bajo qué árbol vieron a
Susana recostada con su supuesto amante. Uno de ellos dice: "Debajo de
un lentisco." Y el otro de ellos dice: "Debajo de
una encina." Ante la evidencia del falso testimonio de los
jueces, la bella y noble dama es exonerada de todos los cargos que habían sido
afincados en su contra, y los dos viejecillos mueren ejecutados en lugar de
Susana.
La
enseñanza moral de esta historia se centra en la elección de Susana de respetar
a Dios antes que acomodarse al influjo de los malos por temor a perder todos
sus privilegios como una dama noble, rica y acomodada. Y busca contrastar, por
otra parte, la conducta perversa y corrupta de dos ancianos jueces
prestigiados, con la sabiduría e inteligencia, candor e ingenuidad de un tierno
jovencito, hacer un gran elogio a las virtudes de los más jovencitos, e
ilustrar la idea de que Dios socorre a los justos que prefieren sufrir a manos
de los malos antes que ofenderlo a él.