Para el autor fue un compañero. Para mí un profesor. Un gran docente que no se peleó por la cátedra pero que está en el recuerdo de sus alumnos. El autor, también compañero de Facultad, se define como ESCRITOR. Ha escrito un par de libros y se le da bien la poesía, pero de ahí a...
Un avilesino irrepetible | El Comercio
Un avilesino irrepetible
JAVIER
SUÁREZ PANDIELLO ECONOMISTA Y ESCRITOR
Jueves,
4 noviembre 2021, 03:06
El pasado jueves en el solemne marco del Aula Magna
del Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo tuvo lugar un acto académico
que fue mucho más que la presentación de un libro, 'La economía de la cultura:
una disciplina joven. Estudios en Homenaje al profesor Víctor Fernández
Blanco'. Bajo ese título se compendian las contribuciones de diecinueve
investigadores cuyas carreras académicas han venido marcadas de una u otra
forma por el magisterio de Víctor, así como las de otros cuatro relevantes
especialistas internacionales en la materia que han querido añadir sus
aportaciones como prueba del reconocimiento internacional que sus trabajos han alcanzado.
Contribuyen en total al libro autores de doce universidades y nueve países y se
incluye además una tabula gratulatoria en la que otras 150 personas vinculadas
a universidades o a instituciones de gestión cultural, procedentes de 17 países
de los cinco continentes, han querido sumarse a este homenaje.
El libro estaba pensado como un reconocimiento
académico, en el momento de su jubilación, a un profesor universitario que fue
pionero en el desarrollo de un campo de estudio hasta entonces prácticamente
virgen en España, cual es el de la Economía de la Cultura, y por ello la
previsión inicial era presentarlo en el marco de un seminario en el que se
revisarían desarrollos recientes que iban desde el análisis de los consumidores
de productos culturales hasta los más recientes problemas de la industria,
abordando aspectos institucionales, regulatorios y de conducta entre otros.
Sin embargo, como dice cierta publicidad, no falta de
ingenio, el destino es caprichoso. Una cruel enfermedad nos privó muy prematuramente
de Víctor y lo que debía haber sido un acto de celebración gozosa se vio
convertido en un muy merecido homenaje póstumo, en el que más allá del libro,
recordamos especialmente al Víctor compañero y sobre todo al Víctor amigo,
porque era una de esas personas a las que quien le conoce no puede menos que
quererlo.
Al igual que yo, Víctor creció en Avilés y ambos
estudiamos en el mismo colegio. La diferencia es que yo era un advenedizo
(llegué con mis padres con apenas año y medio de vida) mientras que él era de
otra categoría.
Aquí, a menudo se distinguía entre los recién
llegados, los 'coreanos', que era como se conocía a quienes acudieron como
inmigrantes desde otros lugares con la instalación de la gran industria, y lo
que hoy, con la nueva terminología, algunos llamarían población indígena
originaria, vamos, los 'avilesinos de toda la vida'.
Yo era de los primeros y él de los segundos. Más aún,
me corregía, entre los segundos todavía había distintos grados de pedigrí y la
categoría en la que se encuadraba su familia era la de los 'avilesinos de
siempre, de toda la vida, de Carbayedo de los de antes', De modo que,
ciertamente y como en tantas otras cosas en eso nunca pude competir con él en
condiciones favorables. Pues bien, Víctor llevó su avilesinismo (si me perdonan
el palabro) hasta el final, como lo demuestra una de las frases que aun tuvo
tiempo de dejar inmortalizadas de su puño y letra como marca de agua en la
portada de su libro homenaje. Ahí se puede leer parafraseando, Casablanca, ese
«siempre nos quedará Avilés», que le delata, pese a los muchos años que llevaba
viviendo en Oviedo.
Por lo demás, Víctor era también un cinéfilo
empedernido y un apasionado de los deportes. Era más fiable que Google y que la
Wikipedia para enterarse de cualquier dato relacionado con el cine o los
deportes. Era una enciclopedia andante, un conversador inteligente y socarrón y
un compañero generoso como pocos.
Así sigue siendo en nuestra memoria. Lo vamos a echar
(ya lo estamos echando) mucho de menos porque era un amigo y un profesor
irrepetible y, como diría Antonio Machado, era ante todo, en el buen sentido de
la palabra bueno.