sábado, 6 de noviembre de 2021

Un avilesino irrepetible

 Para el autor fue un compañero. Para mí un profesor. Un gran docente que no se peleó por la cátedra pero que está en el recuerdo de sus alumnos. El autor, también compañero de Facultad, se define como ESCRITOR. Ha escrito un par de libros y se le da bien la poesía, pero de ahí a...



Un avilesino irrepetible | El Comercio

Un avilesino irrepetible

JAVIER SUÁREZ PANDIELLO ECONOMISTA Y ESCRITOR

Jueves, 4 noviembre 2021, 03:06

El pasado jueves en el solemne marco del Aula Magna del Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo tuvo lugar un acto académico que fue mucho más que la presentación de un libro, 'La economía de la cultura: una disciplina joven. Estudios en Homenaje al profesor Víctor Fernández Blanco'. Bajo ese título se compendian las contribuciones de diecinueve investigadores cuyas carreras académicas han venido marcadas de una u otra forma por el magisterio de Víctor, así como las de otros cuatro relevantes especialistas internacionales en la materia que han querido añadir sus aportaciones como prueba del reconocimiento internacional que sus trabajos han alcanzado. Contribuyen en total al libro autores de doce universidades y nueve países y se incluye además una tabula gratulatoria en la que otras 150 personas vinculadas a universidades o a instituciones de gestión cultural, procedentes de 17 países de los cinco continentes, han querido sumarse a este homenaje.

El libro estaba pensado como un reconocimiento académico, en el momento de su jubilación, a un profesor universitario que fue pionero en el desarrollo de un campo de estudio hasta entonces prácticamente virgen en España, cual es el de la Economía de la Cultura, y por ello la previsión inicial era presentarlo en el marco de un seminario en el que se revisarían desarrollos recientes que iban desde el análisis de los consumidores de productos culturales hasta los más recientes problemas de la industria, abordando aspectos institucionales, regulatorios y de conducta entre otros.

Sin embargo, como dice cierta publicidad, no falta de ingenio, el destino es caprichoso. Una cruel enfermedad nos privó muy prematuramente de Víctor y lo que debía haber sido un acto de celebración gozosa se vio convertido en un muy merecido homenaje póstumo, en el que más allá del libro, recordamos especialmente al Víctor compañero y sobre todo al Víctor amigo, porque era una de esas personas a las que quien le conoce no puede menos que quererlo.

Al igual que yo, Víctor creció en Avilés y ambos estudiamos en el mismo colegio. La diferencia es que yo era un advenedizo (llegué con mis padres con apenas año y medio de vida) mientras que él era de otra categoría.

Aquí, a menudo se distinguía entre los recién llegados, los 'coreanos', que era como se conocía a quienes acudieron como inmigrantes desde otros lugares con la instalación de la gran industria, y lo que hoy, con la nueva terminología, algunos llamarían población indígena originaria, vamos, los 'avilesinos de toda la vida'.

Yo era de los primeros y él de los segundos. Más aún, me corregía, entre los segundos todavía había distintos grados de pedigrí y la categoría en la que se encuadraba su familia era la de los 'avilesinos de siempre, de toda la vida, de Carbayedo de los de antes', De modo que, ciertamente y como en tantas otras cosas en eso nunca pude competir con él en condiciones favorables. Pues bien, Víctor llevó su avilesinismo (si me perdonan el palabro) hasta el final, como lo demuestra una de las frases que aun tuvo tiempo de dejar inmortalizadas de su puño y letra como marca de agua en la portada de su libro homenaje. Ahí se puede leer parafraseando, Casablanca, ese «siempre nos quedará Avilés», que le delata, pese a los muchos años que llevaba viviendo en Oviedo.

Por lo demás, Víctor era también un cinéfilo empedernido y un apasionado de los deportes. Era más fiable que Google y que la Wikipedia para enterarse de cualquier dato relacionado con el cine o los deportes. Era una enciclopedia andante, un conversador inteligente y socarrón y un compañero generoso como pocos.

Así sigue siendo en nuestra memoria. Lo vamos a echar (ya lo estamos echando) mucho de menos porque era un amigo y un profesor irrepetible y, como diría Antonio Machado, era ante todo, en el buen sentido de la palabra bueno.