lunes, 1 de noviembre de 2021

Producto de marketing político

 En esta etiqueta se recogen los artículos publicados desde 2009 hasta 2016, fecha de inicio de este blog en el que comencé a ubicar mis artículos periodísticos en la web. Los previos nacieron precisamente el 19 de diciembre de 2009, fecha feliz de inicio de mi colaboración con EL COMERCIO, decano de la prensa asturiana. Sin lugar a dudas, una de las mejores decisiones de mi vida. 

Este artículo fue publicado en Tribuna 

de EL COMERCIO el sábado 14/09/2016


Como casi siempre, he pasado buena parte del mes de agosto fuera del país. La diferencia es que este año no quería volver; deseaba desconectar completamente y olvidarme del país al que pertenezco. Estaba preñada de hastío tras el estío; el hastío que me generaba volver a oír la misma cantinela política día tras día. Sentía ganas de renacionalizarme en otro lugar y no regresar a una nación que, más que crecer y mejorar, parece dispuesta a autoliquidarse. Sin embargo, soy funcionaria y mi obligación es servir a mi país.



El final del verano ha coincido con otro fallido debate de investidura. Las razones son por todos conocidas. Quienes no han ganado las elecciones se empeñan en seguir bloqueando el país; ni gobiernan – por carecer de votos suficientes –, ni dejan gobernar a quien ha salido victorioso en las dos últimas convocatorias. Todos los políticos han cometido errores – humanos son – pero, a mi juicio, hay uno que se lleva la palma y la mayor culpa de este atasco político: Pedro Sánchez. Este político que, además de ser alto se conduce con una altivez totalmente inadmisible porque no ha hecho nada por este país salvo bloquearlo, es un veneno para su propio partido. Tras haber cosechado los peores resultados para el PSOE, es incapaz de hacer lo único que debería hacer si tuviera un mínimo de dignidad: dimitir. Un partido centenario, que ha sido el que más tiempo ha gobernado España desde la transición democrática, si no me equivoco, debe tenerse un poco de respeto a sí mismo y cortar de cuajo con quien, en lugar de servir a sus intereses, – los del partido y la social-democracia de este país que ha de tener su espacio político – se sirve a sí mismo, o cree que lo hace empeñándose en el “no”. Hay colección de citas de este señor que muestran su incompetencia y lo delatan como fallido producto de marketing político. Una es haber dicho que votaría “no” a la investidura de Rajoy y también “no” a los presupuestos ¡sin haberlos visto! ¿Qué tiene este hombre en la cabeza? ¿Serrín? Y otra entrada gloriosa es declarar, en la víspera del debate de investidura, que su reunión con el candidato encomendado por el Rey para formar gobierno es “perfectamente prescindible”. Pero, ¿de qué va? Nuestro país lleva meses pendiente de un gobierno, tenemos temas urgentísimos que decidir y declara que la reunión con un potencial presidente del país es “prescindible”. Definitivamente es lo peor que ha pasado por la cúpula del PSOE, y eso que Zapatero no dejó el listón muy alto, precisamente. El problema para el partido no es sólo que será el candidato en diciembre de 2016, si hay terceras elecciones, sino que querrá volver a presentarse dentro de cuatro años, suponiendo que logremos un gobierno para comienzos de 2017. Su cerrazón es absolutamente dañina para el país, para el PSOE y para sí mismo. Hay hombres incapaces de entender que hay momentos en la vida en que cediendo se gana más de lo que se pierde. Albert Rivera esto parece entenderlo mejor. Más corto de estatura pero mejor dotado intelectualmente que el exjugador de baloncesto metido a fiasco político, ha practicado aquello de “rectificar es de sabios” y después de su “no y no” a Rajoy, se lo ha pensado mejor y ha cambiado de idea, no sólo por los españoles que, a priori, deberían ser la razón última de los políticos, sino por sí mismo y su partido. En caso contrario hubieran resultado, tras unas terceras elecciones, auténticos cadáveres políticos para llenar las sepulturas junto con UPyD. ¿Se acuerda, amable lector? Ese era un partido de Dinamarca para España, como decía su lideresa, pero la propia creadora se cargó a su criatura dirigiéndolo a toque de corneta. Lo sentí mucho; me parecía un partido necesario. C´s ha venido a llenar su espacio pero se ha hecho aprisa y corriendo y ahí ha entrado de todo. UPyD estaba mejor conformado pero mal dirigido. Ahora está muerto. Rivera ha rectificado y se apunta tantos cubriendo el espacio de centro y, desde luego, con mejor futuro político que Sánchez, que tal vez cantase en su juventud, con mucha frecuencia, aquella canción de “Los Inhumanos” titulada “Me duele la cara de ser tan guapo”. Cara dura es lo que tiene llevando al país al ridículo internacional de unas terceras elecciones. O acaso, ¿nos va a sorprender ahora con una alternativa de gobierno?

Este país va camino de ser ingobernable, básicamente, por dos razones. Por un lado, por la irrupción en el escenario político de un partido dirigido por Pablo Iglesias, con el que es muy difícil pactar, porque se corre el grave riesgo de liquidar el sistema del que disfrutamos y, por otro lado, por la derivada que han tomado los partidos nacionalistas, con los que ahora tampoco es posible pactar y, aunque antaño han hecho posible otras investiduras, hogaño pueden provocar la ruptura definitiva del país si se atiende a sus inconstitucionales peticiones. Dadas las dificultades o manifiestas incompetencias para la negociación que están demostrando nuestros políticos, si no queremos estar así cada cuatro años, parece necesario copiar de otros países. Nada que inventar; lo hacen nuestros vecinos franceses. Se precisa organizar un mecanismo de elección que incorpore una segunda vuelta y problema resuelto. Para ello, sería necesario contar con el acuerdo entre los dos grandes partidos, PP y PSOE y que éste último hubiera aprovechado su oportunidad de hacerlo en lugar de empeñarse en su cerrazón. Los políticos deben pensar en el bien de los ciudadanos, como servidores públicos, pero es que esa decisión sería no sólo buena para lo gobernabilidad del país, que es lo primordial, sino para los intereses de los dos grandes partidos que son los que tienen más posibilidades de gobernar. Cuando el PSOE vuelva a tener un líder con la sesera bien amueblada, tal vez se pueda lograr. Es preciso que el partido socialista recupere el espacio de la izquierda y no sea devorado por opciones populistas.