martes, 16 de noviembre de 2021

Poesía como el pan de cada día

 Así lo cuenta Paco Ibáñez. En EL COMERCIO. 

«La poesía es necesaria como el pan de cada día» | El Comercio

«La poesía es necesaria como el pan de cada día»

PACO IBÁÑEZ CANTANTE



El próximo sábado estará en el Palacio Valdés de Avilés con su música, que es poesía, en el Festival Fifty Fifty

M. F. ANTUÑAMartes, 16 noviembre 2021, 09:01

Es un imprescindible de la música española, es el hombre que más poesía ha sabido ponerle a la canción, es un icono que sigue al pie del cañón. Paco Ibáñez (Valencia, 1934) llega el próximo fin de semana a Avilés, al Festival Fifty Fifty de jazz y poesía. El sábado, a las 20 horas, estará en el Teatro Palacio Valdés con la compañía de Mario Gas a la guitarra y Joxan Goikoetxea al acordeón.

-Buena mezcla, jazz y poesía.

-Sí, la poesía es necesaria como el pan de cada día. Y la música, pues también. Usted fíjese que un poema tiene que ser excelentísimo para que, si te paseas por ahí, lo puedas oír diez veces, pero con la música se convierte en algo que lo puedes cantar muchas más. La música es como las ruedas del poema.

-La poesía española tiene un grandísimo pasado, usted lo ha demostrado. ¿Y presente?

-El presente todavía no ha llegado. En vez de ir para adelante vamos para atrás, la poesía no llueve así, por capricho solar. Aquello que tiene caducidad, aquello que es una bonita ocurrencia, puede empezar por ser poema y terminar por ser poema olvidado y desaparecido. Góngora, Quevedo, Celaya, Alberti, todos los grandes poetas españoles, han escrito cosas que el tiempo no las podrá morder, no las podrá hacer desaparecer. Lo suyo sí que es pura poesía.

-¿Pero no hay nadie que esté al nivel de los del pasado?

-Yo no he dicho nadie, pero son muy pocos los poemas. Hoy en día lo que se consume son cancioncitas de verano, que duran lo que dura una mariposa. Está nublado el cielo de ellas y como aparecen, desaparecen. Las que van a resistir el tiempo, las que son eternas, son pocas.

-¿Cómo se construye una canción eterna?

-García Lorca ya dijo que la inspiración es una cosa inexplicable, que no se enseña ni en la Sorbona ni en ningún lado.

-¿Pero qué tecla le tiene que tocar a usted una poesía para conmoverle?

-Es poesía cuando el verso se mantiene en el aire y no se cae. Hay una navarra que ha escrito un cuentecito que dice 'baila tu rabia', no dice 'baila con rabia', ahí está la poesía, si bailas tu rabia, eso no lo para nadie. Es descripción.

-O sea, que te toca y no se sabe ni cómo ni por qué.

-Exactamente. Pasa con Luis de Góngora cuando yo canto 'dejadme llorar orillas del mar'. No dice a orillas del mar, le pide al mar que le deje llorarlo, hay toda una dimensión.

-Debe sentirse muy afortunado de poder compartir vida con tan grandes poetas.

-Un privilegiado. Es una satisfacción cuando uno se pone a pensar 'qué he hecho de mi pequeña vida'. Y yo he hecho canciones que la gente las va a cantar hoy, mañana y siempre. 'Palabras para Julia' no morirá nunca y eso te enorgullece un poco. Habrás pasado y habrás dejado.

-No sé si le ve algo poético a este mundo que nos toca vivir.

-¡Madre mía! No me lo recuerde, es para ponerse a llorar el abandono a nivel social de todo lo que es riqueza espiritual. Estamos apañados.

-¿Estamos muy necesitados de canción protesta?

-Cualquier canción de las que he he dicho que son eternas, que te mueven por dentro, ya es una canción protesta.

-¿Pero ya no hay?

-Hoy por hoy es mínima. La gente está al botellón, a vivir que son dos días. El ruido es algo mortal. Los americanos se han ocupado de convertir la música en ruido. Estamos viviendo en el infierno.

-Si la música es ruido, ¿la política qué es?

-La política es querer y no poder. Hay muchos que hacen todo lo posible para que no se pueda.

-¿Y en Cataluña?

-En Cataluña, como seguramente en Asturias, hay muchos que quieren y no pueden, pero están ahí. Es un juego de equilibristas. Allá ellos. Yo estoy contento de ir a Asturias porque tengo muy buenos recuerdos y buenos amigos.

-¿Qué recuerdos y qué amigos?

-Siempre he estado a gusto. Me gusta la tonada, soy un aficionado de La Busdonga, del Presi, de Juanín de Mieres... y me gusta esta chica joven, Anabel Santiago. Y, por supuesto, Jerónimo Granda, que tenía que ser Jerónimo el grande. Él sí que es eterno.

-Lo de Cataluña, como usted vive en Barcelona, se lo decía por el asunto del independentismo.

-Yo nací en Valencia, pasé la guerra en Barcelona, luego me fui a Francia, volví a España... He vivido como un paquete buscando una estación. Me ha tocado vivir en Cataluña muchos años y me siento como en casa. Tienen todo el derecho de ser independientes, pero ¿para qué? Si la independencia, más o menos, la tienen. Tienen gobierno, poder de decisión... Si para obtener un gramo más de independencia se echa todo por los suelos, no vale la pena. Los catalanes tienen libertad de expresión y libertad para hacer todo lo que quieren.

-¿Cómo será su actuación?

-Si viene lo verá. Nunca monto yo un concierto, no tengo un paquete hecho de 'esto lo voy a cantar y esto no', va según la marcha. Antes empezaba con una canción determinada y no sabía empezar con otras, pero una vez, en Buenos Aires, salí y hubo un estruendo tan grande que me asusté y empecé por la segunda canción. Los conciertos van según cómo reacciona el público. Pero diré que, con este bajón cultural que estamos viviendo, de Blas de Otero nos queda la palabra.

-¿Y no se usa?

-Cada vez se usa menos y aquí estamos.

-¿Qué le da el escenario que sigue al pie del cañón?

-Me da vida, me da que soy una persona que piensa, que siente, que cree en muchas cosas, y canta a personas que piensan, sienten y creen.

-¿La música es terapéutica?

-La buena es bálsamo siempre.

-¿Cuáles son sus bálsamos infalibles?

-Johann Sebastian Bach, Debussy, el cante jondo, la música francesa... Todo lo que aguanta el tiempo.

-Se ha olvidado a George Brassens.

-El repertorio musical que tiene Francia no lo tiene ningún país. Es la capital del mundo de la canción y el gran representante es Brassens.