lunes, 15 de junio de 2020

Trilema sí, pero menos

Este artículo fue publicado en EDICIÓN DOMINICAL 
de EL COMERCIO EL 14/06/2020


Dani Rodrik, el economista turco ganador del Premio Princesa de Ciencias Sociales, es conocido, entre otras obras relevantes, por su libro “La paradoja de la globalización: Democracia y futuro de la economía mundial”. Aquí plantea su “trilema incompatible” donde señala que para un país no es posible integrarse en la economía global, ser democrático y mantener soberanía. Miro nuestro ombligo español y trato de verificar esa verdad del trilema. Es evidente que estamos integrados en una economía globalizada, con sus consecuencias y creo que la mayoría buenas; quiero creer que vivo en un país democrático. De hecho, cada cuatro años, y a veces en períodos más cortos, tenemos derecho a votar y, es evidente, que hemos perdido soberanía en determinados aspectos. Integrados en la UE, no hay nada que decidir en términos de política monetaria, por ejemplo. Se decide en el BCE y nuestra antigua autoridad monetaria, el Banco de España, se dedica a aplicarla. Aún tenemos capacidad de decisión fiscal, pero pensar en una integración real supone que ésta llegue a trasladarse a la autoridad europea. ¿Y cuál es el problema? Pensando en lo flojitos, por ser suave, que son nuestros gobiernos, tampoco es tan grave. A mí, saber que Pablo Iglesias no puede llevar a cabo todo lo que en términos económicos se le pasa por la cabeza porque alguien más arriba se lo impediría, y no me refiero a Pedro Sánchez claro está, personalmente me tranquiliza.



No comparto con Rodrik que el liberalismo viva su muerte. Es más, cualquier economista, en su sano juicio económico, se sumaría a un sistema que funcionase mejor si lo hubiera, sin pensarlo dos veces. Creo que el social comunismo ha demostrado sobradamente en la historia su fracaso así que la alternativa por ahí no va. La economía liberal, que retribuye a cada cual según aporta y favorece el tejido empresarial, permite sostener un estado del bienestar que puede ayudar a las clases más desfavorecidas – y Rodrik está especialmente preocupado por este tema – y no es en absoluto incompatible con el sostenimiento de unos buenos servicios públicos educativos y sanitarios, de cuya importancia nadie duda. Cada estado lo aplica según considere y, previo pago de los impuestos necesarios yo, sinceramente, prefiero que mi país se parezca a las economías del Norte de Europa que a EE.UU, donde si eres pobre y tienes cáncer o coronavirus, tienes muy pocas papeletas. No discuto el trilema a Rodrik, evidentemente, pero la globalización no se puede parar así como así. Buscar el modo en que sea más compatible con el sostenimiento de la producción de cada país sería una forma de mejorarla. Muy atenta estoy a todas sus sugerencias en ese aspecto y para sus ideas que espera que puedan ayudarnos a recuperarnos económicamente de esta gravísima crisis que nos viene encima, soy toda oídos.