Solo hay playa cuando sube la marea. Miniplaya, pero con mucho encanto y casi en la hierba. La visitamos el domingo y, a las siete de la tarde, la única que osó meterse en el agua super fría, fue esta menda que suscribe. Y aquí estoy. Sobrevivo. El mar Cantábrico curte la piel. Y el alma y el corazón. Y bueno que así sea. Si no te destroza el agua que corta, no te destroza nada que no sea de lo que te lleva a la tumba, claro está.
