viernes, 12 de junio de 2020

Rachmaninoff es mejor que Nirvana

Este artículo fue publicado en TRIBUNA 
de EL COMERCIO el 09/06/2020


Si somos liberales, ergo respetuosos con la libertad humana de elegir de qué se quiere disfrutar y qué es lo que se quiere hacer, comer o leer sin molestar al prójimo, podríamos afirmar que la experiencia de escuchar una extraordinaria sinfonía de Rachmaninoff es tan valiosa como oír una canción de Nirvana y deben apreciarse por igual. Depende del disfrute de cada cual. Y sin embargo, no es así. Me explico porque no se trata de una pastrija sino de un convencimiento real de lo previamente afirmado. Ciertamente toda experiencia humana aporta algo único. A algunas personas nos gusta la música clásica, a otras les encanta el rock y otras preferirán los cánticos tradicionales africanos. Considero que los estudiantes de música – y mis hijos se encuentran en ese grupo en un extraordinario Conservatorio como el de Gijón - deberían verse expuestos al más amplio rango posible de géneros. Dicen que la belleza está en el ojo del que mira. Cierto. Extrapolándolo al terreno musical, la belleza está en los oídos del oyente. Saliendo del terreno de lo humano, si el oyente fuese, por ejemplo, un animal que escucha los aullidos de la hembra en celo y esto le produce un escalofrío de emoción como a mí, pongamos por caso, algunos pasajes de las sinfonías de Rachmaninoff, ¿serían ambas cosas equiparables? No, por la sencilla razón de que un animal no es una persona. Dado que los animales no son seres humanos, sus experiencias son menos valiosas. Según un enfoque liberal, escuchar a Rachmaninoff o a Nirvana es equiparable. Por el contrario, un comunista pensará que tiene valor la experiencia humana según su impacto en otras o en la sociedad en general. Recordemos lo que señalaba Mao respecto a que no existe el arte por el arte. Un hombre de izquierdas dirá que la sinfonía de Rachmaninoff está pensada para un auditorio de blancos de clase alta, mientras que el rock and roll lo inventaron los músicos afroamericanos oprimidos que se inspiraron en géneros como el blues, el jazz y el góspel. Sin embargo, en las décadas de 1950 y 1960 fue secuestrado por la Norteamérica blanca convencional y fue puesto al servicio del consumismo y del imperialismo norteamericano. El rock and roll lo comercializaron y se lo apropiaron adolescentes blancos en su fantasía de rebelión pequeñoburguesa.


Así pues: ¿Qué música es mejor? ¿Qué debe financiar el gobierno: la construcción de teatros de ópera o escenarios para el rock and roll? ¿Qué debemos enseñar a los estudiantes de música? Creo que todos nos pondríamos de acuerdo en que las experiencias artísticas humanas son superiores a las de cualquier animal y que la música humana es más valiosa que los aullidos de una hembra animal en celo. En mi opinión, el quid de esta cuestión está en que la misma humanidad está sujeta a las fuerzas de la evolución. De la misma manera que los humanos son superiores a los animales, algunas culturas están más avanzadas que otras. Es innegable. Existe una jerarquía inequívoca en eso y creo que no hay que pedir perdón por ello. La Capilla Sixtina es más bella que una choza de paja, y cualquier escultura de Bernini es superior a una figurita de arcilla que ha modelado mi sobrino Ian de 7 añitos. Del mismo modo, Rachmaninoff compuso conciertos para piano y bellísimas sinfonías que son infinitamente superiores a cualquier canción de Nirvana. Espero no haberle molestado con mi afirmación. Quienquiera que argumente que todas las experiencias humanas son igual de valiosas es un  necio o un cobarde. Tal vulgaridad y timidez solo conducirá a la degeneración cultural de la humanidad, pues impide el progreso en nombre del relativismo cultural o de la igualdad social. Para tener calidad en la producción artística del tipo que sea (musical, literaria o pictórica) y que, además y muy importante, quien tiene talento para ese arte pueda vivir dignamente de ello, se precisa una selección previa y una crítica afinada que el público lea y que permita instruirle. Un público formado no consumirá arte de baja calidad. ¿Han leído “La civilización del espectáculo” de Vargas Llosa? En terminando este artículo, háganse un favor. Léanlo y acabarán de entender lo que digo, aunque confío en que lo hayan entendido ya. Cosa mala sería lo contrario, dado que me gano la vida dando explicaciones.