Lees esto y parece necesaria la bola de pilates, como la que usa alguna escritora. Me conformo con trabajar en mi despacho y utilizar su sillón ergonómico. Trabajando y botando como que no.
“Estoy usando la pelota de
pilates para estar sentada en el escritorio e incluso tengo
agujetas en el abdomen”, me contaba hace poco una
compañera de Vogue.es sobre su paso de la silla de
oficina a la fitball para mejorar -en principio- su
postura corporal y evitar dolores de espalda. Lo que ella no sabía
-hasta que aparecieron las agujetas- es que también estaba haciendo trabajar a
su abdomen sin darse cuenta. Con este testimonio tan prometedor y teniendo en
cuenta que, con el teletrabajo, es más fácil que nunca hacer
este cambio de asiento, cabía plantearse si realmente usar la pelota de pilates
cuando no se está haciendo ejercicio activo es de verdad tan eficaz y, por
supuesto, si hay otros beneficios adicionales que también nos interesen.
La respuesta, en una palabra, es sí. Tal como nos
confirma Javier Fomiyana, coordinador de actividad física del centro Metropolitan Isozaki,
son muchas las bondades de hacer este sencillo intercambio: “Utilizar la pelota
de pilates como silla es una práctica recomendada y que tiene muchos
beneficios, como puede ser estimular el trabajo del sistema
propioceptivo. Con el mero hecho de sentarte, los estímulos recibidos por
órganos sensoriales especializados situados en los músculos, tendones,
articulaciones y el laberinto del oído se activarán. Si por nuestro trabajo o
por estos días que estamos en casa, debemos pasar largas horas sentados en una
silla, intercalar con esta pelota es buena alternativa”, confirma.
Pero, ¿cómo puede ser que sea mejor emplear una pelota
que un asiento que está especialmente diseñado para ese propósito? El experto
explica que “cuando pasamos largos intervalos sentados en sillas
convencionales, la musculatura de la zona central del cuerpo no trabaja
activamente para sostener la espalda -el respaldo lo hace por ella- y
se acortan ciertos grupos musculares. Haciendo este cambio, lograremos, entre
otras cosas, mantener la espalda alineada, evitando los típicos
dolores que provocan las posturas incorrectas. Al mismo tiempo, la fitball sirve
de amortiguación, ayudando a que las vértebras no soporten tanta presión”.
Mejora tu postura corporal
De las palabras del especialista extraemos
que, efectivamente, una de las principales bondades de esta práctica es la
mejora de la postura corporal, con lo que evitaremos los
demasiado habituales dolores de espalda y cervicales. “Los pequeños rebotes que
debemos hacer para conservar el equilibrio nos obligan a mantenernos rectos y a
evitar que la espalda se tense. También se tonifica de manera casi
imperceptible y evita el vicio de cruzar las
piernas, que no es recomendable para una buena postura”.
Aunque por la forma de la fitball en
sí misma quizá sea complicado adoptar una postura diferente a la que se
considera óptima, Fomiyana señala que lo ideal es que “las caderas y las
rodillas formen ángulos de 90º y estar con la espalda recta, evitando
encogerte y con la cabeza derecha. Los hombros deben estar también rectos y
bien separados del cuello, a la vez que un poco relajados para que puedas
trabajar”. Asimismo, si estás acostumbrada a tomar malas posturas en la silla,
es posible que con este cambio al principio notes cierto dolor en la
espalda y te cueste mantenerte en esta posición, pero el especialista
explica que “es totalmente normal, no es malo y no por ello tienes que dejar de
usar la bola. Estás pidiendo a tu musculatura, la que protege la columna
principalmente, hacer un esfuerzo extra que en una silla normal no harías”.
Escoge bien tu fitball
El experto de Metropolitan explica que
también es muy importante utilizar una fitball adecuada a
nosotros, que en este caso dependerá de nuestra estatura. A modo
orientativo, señala que estas deberían ser las medidas aproximadas que
deberíamos buscar:
- Para alturas de 1,55 cm o
inferiores, una pelota de 45 cm.
- Para alturas de 1,55 cm a 1,70
cm, una pelota de 55 cm.
- Para alturas de 1,70 cm a 1,85
cm, una pelota de 65 cm.
- Para alturas de 1,85 o 1,90,
dependiendo de la envergadura, una pelota de 75 cm.
Además de esto, apunta que es necesario comprobar que
la pelota tenga suficiente aire en su interior, porque de lo contrario, “el
efecto de superficie inestable se reducirá notablemente y, con ello, sus
beneficios”.
Otras bondades de la pelota de pilates
Además de la postura, como ya veníamos
adelantando, utilizar la pelota de pilates a modo de silla de oficina puede
tener muchos más beneficios, pues trabaja otras zonas del cuerpo sin que apenas
nos demos cuenta (lo cual explicaría esas agujetas en el abdomen de las que
hablábamos al principio). No obstante, cabe aclarar que aunque esta práctica
nos puede ayudar a fortalecer y tonificar, el ejercicio que hagamos será muy
sutil y no reemplazará a una sesión de gimnasio". Dicho esto,
Javier Fomiyana desgrana estas otras bondades:
Mejora la circulación sanguínea
Estamos intentando ajustar el cuerpo a la
inestabilidad y desequilibrio que nos ofrece la pelota, así que nos movemos
sutilmente y mejoramos la circulación.
Aumento de la musculatura
Aunque no nos demos cuenta, estamos
haciendo ejercicio. Los pequeños movimientos, la fuerza para mantener la
postura, la correcta posición, todo hace que nuestro cuerpo trabaje y que,
además de ganar musculatura, ganemos fuerza.
Combatir la celulitis
Se trabaja el esfuerzo de los músculos
profundos, que se tonificarán de forma tal que ayudarán a la mejora de la
silueta. El trabajo de estos músculos ayudará a combatir la celulitis y el efecto de piel de
naranja.
Vientre plano
Para mantener la postura, contraemos los
músculos de los miembros inferiores, así los abdominales trabajan mucho para
encontrar el equilibrio, por lo que es una buena técnica para lograr un vientre plano.
Mejora el equilibrio
La pelota es inestable y, si no nos
movemos con ella, nos caeremos, por eso nuestro equilibrio mejorará
notablemente.
Aumenta la concentración
Está comprobado por diversos estudios que
al usar este tipo de pelotas, activamos ambos lados del cerebro para mantener
el cuerpo en equilibrio. Y cuando el cerebro está estimulado, está más centrado
en la actividad que estemos realizando, lo que fomentará indudablemente
la concentración y la atención sostenida,
favoreciendo notablemente nuestro rendimiento.
El periodo de adaptación
Cabe matizar que no se trata de hacer de
golpe toda tu jornada laboral sentada en la fitball, pues eso sería
demasiado esfuerzo, pero sí que con el tiempo conseguirás permanecer en ella durante
periodos más largos. Tal como confirma el especialista, “si nunca hemos usado
la pelota como silla, la adaptación debe ser progresiva. Para
empezar, lo más recomendable es alternarla con el asiento de siempre e ir
incrementando el tiempo sobre la bola poco a poco hasta convertirlo en un
hábito”. Además, advierte que “puede que durante los primeros días hasta
tengamos agujetas por el esfuerzo que hacemos
con la musculatura, pero es normal. Por eso, el incremento en el tiempo de uso
debe ser progresivo y escuchando al cuerpo sin exigir de más”.