lunes, 1 de junio de 2020

Bola de pilates


Lees esto y parece necesaria la bola de pilates, como la que usa alguna escritora. Me conformo con trabajar en mi despacho y utilizar su sillón ergonómico. Trabajando y botando como que no. 






“Estoy usando la pelota de pilates para estar sentada en el escritorio e incluso tengo agujetas en el abdomen”, me contaba hace poco una compañera de Vogue.es sobre su paso de la silla de oficina a la fitball para mejorar -en principio- su postura corporal y evitar dolores de espalda. Lo que ella no sabía -hasta que aparecieron las agujetas- es que también estaba haciendo trabajar a su abdomen sin darse cuenta. Con este testimonio tan prometedor y teniendo en cuenta que, con el teletrabajo, es más fácil que nunca hacer este cambio de asiento, cabía plantearse si realmente usar la pelota de pilates cuando no se está haciendo ejercicio activo es de verdad tan eficaz y, por supuesto, si hay otros beneficios adicionales que también nos interesen.
La respuesta, en una palabra, es sí. Tal como nos confirma Javier Fomiyana, coordinador de actividad física del centro Metropolitan Isozaki, son muchas las bondades de hacer este sencillo intercambio: “Utilizar la pelota de pilates como silla es una práctica recomendada y que tiene muchos beneficios, como puede ser estimular el trabajo del sistema propioceptivo. Con el mero hecho de sentarte, los estímulos recibidos por órganos sensoriales especializados situados en los músculos, tendones, articulaciones y el laberinto del oído se activarán. Si por nuestro trabajo o por estos días que estamos en casa, debemos pasar largas horas sentados en una silla, intercalar con esta pelota es buena alternativa”, confirma.
Pero, ¿cómo puede ser que sea mejor emplear una pelota que un asiento que está especialmente diseñado para ese propósito? El experto explica que “cuando pasamos largos intervalos sentados en sillas convencionales, la musculatura de la zona central del cuerpo no trabaja activamente para sostener la espalda -el respaldo lo hace por ella- y se acortan ciertos grupos musculares. Haciendo este cambio, lograremos, entre otras cosas, mantener la espalda alineada, evitando los típicos dolores que provocan las posturas incorrectas. Al mismo tiempo, la fitball sirve de amortiguación, ayudando a que las vértebras no soporten tanta presión”.
Mejora tu postura corporal
De las palabras del especialista extraemos que, efectivamente, una de las principales bondades de esta práctica es la mejora de la postura corporal, con lo que evitaremos los demasiado habituales dolores de espalda y cervicales. “Los pequeños rebotes que debemos hacer para conservar el equilibrio nos obligan a mantenernos rectos y a evitar que la espalda se tense. También se tonifica de manera casi imperceptible y evita el vicio de cruzar las piernas, que no es recomendable para una buena postura”. 
Aunque por la forma de la fitball en sí misma quizá sea complicado adoptar una postura diferente a la que se considera óptima, Fomiyana señala que lo ideal es que “las caderas y las rodillas formen ángulos de 90º y estar con la espalda recta, evitando encogerte y con la cabeza derecha. Los hombros deben estar también rectos y bien separados del cuello, a la vez que un poco relajados para que puedas trabajar”. Asimismo, si estás acostumbrada a tomar malas posturas en la silla, es posible que con este cambio al principio notes cierto dolor en la espalda y te cueste mantenerte en esta posición, pero el especialista explica que “es totalmente normal, no es malo y no por ello tienes que dejar de usar la bola. Estás pidiendo a tu musculatura, la que protege la columna principalmente, hacer un esfuerzo extra que en una silla normal no harías”.
Escoge bien tu fitball
El experto de Metropolitan explica que también es muy importante utilizar una fitball adecuada a nosotros, que en este caso dependerá de nuestra estatura. A modo orientativo, señala que estas deberían ser las medidas aproximadas que deberíamos buscar:
  • Para alturas de 1,55 cm o inferiores, una pelota de 45 cm.
  • Para alturas de 1,55 cm a 1,70 cm, una pelota de 55 cm.
  • Para alturas de 1,70 cm a 1,85 cm, una pelota de 65 cm.
  • Para alturas de 1,85 o 1,90, dependiendo de la envergadura, una pelota de 75 cm.
Además de esto, apunta que es necesario comprobar que la pelota tenga suficiente aire en su interior, porque de lo contrario, “el efecto de superficie inestable se reducirá notablemente y, con ello, sus beneficios”.
Otras bondades de la pelota de pilates
Además de la postura, como ya veníamos adelantando, utilizar la pelota de pilates a modo de silla de oficina puede tener muchos más beneficios, pues trabaja otras zonas del cuerpo sin que apenas nos demos cuenta (lo cual explicaría esas agujetas en el abdomen de las que hablábamos al principio). No obstante, cabe aclarar que aunque esta práctica nos puede ayudar a fortalecer y tonificar, el ejercicio que hagamos será muy sutil y no reemplazará a una sesión de gimnasio". Dicho esto, Javier Fomiyana desgrana estas otras bondades:
Mejora la circulación sanguínea
Estamos intentando ajustar el cuerpo a la inestabilidad y desequilibrio que nos ofrece la pelota, así que nos movemos sutilmente y mejoramos la circulación.
Aumento de la musculatura
Aunque no nos demos cuenta, estamos haciendo ejercicio. Los pequeños movimientos, la fuerza para mantener la postura, la correcta posición, todo hace que nuestro cuerpo trabaje y que, además de ganar musculatura, ganemos fuerza.
Combatir la celulitis
Se trabaja el esfuerzo de los músculos profundos, que se tonificarán de forma tal que ayudarán a la mejora de la silueta. El trabajo de estos músculos ayudará a combatir la celulitis y el efecto de piel de naranja.
Vientre plano
Para mantener la postura, contraemos los músculos de los miembros inferiores, así los abdominales trabajan mucho para encontrar el equilibrio, por lo que es una buena técnica para lograr un vientre plano.
Mejora el equilibrio
La pelota es inestable y, si no nos movemos con ella, nos caeremos, por eso nuestro equilibrio mejorará notablemente.
Aumenta la concentración
Está comprobado por diversos estudios que al usar este tipo de pelotas, activamos ambos lados del cerebro para mantener el cuerpo en equilibrio. Y cuando el cerebro está estimulado, está más centrado en la actividad que estemos realizando, lo que fomentará indudablemente la concentración y la atención sostenida, favoreciendo notablemente nuestro rendimiento.
El periodo de adaptación
Cabe matizar que no se trata de hacer de golpe toda tu jornada laboral sentada en la fitball, pues eso sería demasiado esfuerzo, pero sí que con el tiempo conseguirás permanecer en ella durante periodos más largos. Tal como confirma el especialista, “si nunca hemos usado la pelota como silla, la adaptación debe ser progresiva. Para empezar, lo más recomendable es alternarla con el asiento de siempre e ir incrementando el tiempo sobre la bola poco a poco hasta convertirlo en un hábito”. Además, advierte que “puede que durante los primeros días hasta tengamos agujetas por el esfuerzo que hacemos con la musculatura, pero es normal. Por eso, el incremento en el tiempo de uso debe ser progresivo y escuchando al cuerpo sin exigir de más”.