A mi amiga alemana, una profesora de Universidad de
la que era antes Alemania Oriental, la conocí en una estancia docente en una
Universidad finlandesa y, desde entonces, nos hicimos muy amigas y no hemos
perdido el contacto. Incluso pasó unas vacaciones con su marido en mi casa aquí
en Xixón. Le gusta mucho España. A mi esposo le resulta raro que nos hayamos
hecho tan amigas porque me dice: "No pega nada contigo; es una
hippie". Pues tal vez, no lo sé. No me he fijado en eso, sino en que
sintonizamos bien. La amistad, como el amor, es algo mágico. Ella me envía sus dulces alemanes por Navidad y yo hago lo
propio con turrones y polvorones. Me gustan los dulces alemanes. Con mucho
mazapán por dentro, pero están muy buenos.